“A maternar se aprende andando”, sostiene Betina Suárez, autora del libro Las madres tenemos derechos, editado por Planeta. Pero para la autora, ese aprendizaje cotidiano no tiene por qué estar ligado a la culpa o al drama: “La maternidad debe estar más cerca del disfrute que de la exigencia”, afirmó.

De allí es que Las madres tenemos derechos dista de presentarse como un compendio de recetas y consejos amparados en el “deber ser”. El libro el hilvana desde el humor (ácido, acidísimo) una seguidilla de textos y miradas sobre lo cotidiano de los que se desprende una certeza: “Madre, se hace”.

 “Yo no soy especialista en maternidad, soy licenciada en Ciencias de la Comunicación. Nada más. No pretendo enseñarle a nadie cómo vivir ni dar recetas. Simplemente tiene que ver con un recorrido amable, con humor y emoción sobre eso que nos pasa a los que tenemos hijos”, explicó Betina Suárez, en diálogo con Rosario3.com.

El 2007, Beta (como ella misma se presenta) comenzó a plasmar esa necesidad en el blog Mujer, madre y argentina. Ahí dio rienda suelta a posteos como “Los malos ejemplos que le doy a mi hija adolescente”, “La ropa que inventaros los que no tienen hijos” o “Las peripecias de viajar con un bebé.”

“Esto partió de mi necesidad de buscar un lugar en donde padres e hijos se sientan más cerca. Y porque me parece que la maternidad debe estar más cerca del disfrute que de la exigencia. Mi trinchera para contar eso fue la pluma. Yo nombro lo que a otros les pasa. Y cuando lo nombrás, es, y entonces lo podés modificar. Creo que lo genera el libro es identificación; encontrarnos a pesar de las diferencias", abundó.

Si bien el blog allanó la posibilidad a futuro de editar Las madres tenemos derechos, las 333 páginas que lo conforman reflejan una producción específica.

Un título viral

"Las madres tenemos derecho" es un hashtag que nació en las redes sociales. Ese acto de poner en discusión la culpa y el drama desde el humor se replicó hasta volverse viral (más de 40 mil seguidores y seguidoras en Instagram).

Es así que al momento de elegir el título, a la autora le pareció que “calzaba justo con el libro”.

“Es el hashtag que usás para esos momentos en los que decís «no pasa nada, me tomo un café o me pido una pizza y no se caes el mundo»", dijo.

Y continuó: "Hablo de estas cosas chiquitas que después se transforman en cosas más grandes, como retomar tu carrera. Creo que genera una identificación en un montón de mujeres que saben que sus hijos son lo más importante de su vida ero, definitivamente, no son lo único”.

�� ESTAMOS CRIANDO PELOTUDOS. Conversaciones superpuestas, vino y gaseosa light, carcajadas estruendosas y confesiones murmuradas. Los perfumes se mezclan, los postres se comparten. Cena de mujeres, todas madres, y en el medio de un silencio acompasado en el que tomamos aire para seguir hablando, explota el diagnóstico de una amiga: “Estamos criando pelotudos”. Y se impone. No la podía dejar pasar. Aquí van mis razones para confirmar la sentencia. ��Estamos criando pelotudos (indefensos) CUANDO por nuestros miedos: Creen que la SUBE es una tarjeta de crédito y tienen millas para dar la vuelta al mundo en avión pero no saben lo que es un subte. Son capaces de realizar una transacción inmobiliaria on line pero no tienen la más pálida idea de como concretar una compra en el chino de la vuelta. Les damos dispositivos tecnológicos que son más caros que el salario mínimo vital y móvil pero no les dejamos prender la hornalla porque mirá si explota todo. ��Estamos criando pelotudos (solos y postergados) CUANDO por tener trastocadas nuestras prioridades: En el jardín nos dibujan con un celular en la mano. Hablan más con las plantas de plástico de la sala de espera del pediatra que con nosotros. No queremos envejecer y nos convertimos en sus amigos y los dejamos sin padres. Los criticamos en público y delante de sus amigos para que todos vean que no somos padres permisivos. Vale más nuestra depresión porque se demoró el envío del super que su alegría porque estamos en casa. ��Estamos criando pelotudos (ignorantes y soberbios) CUANDO para que no “se traumen y/o no sufran”: Les compramos más de lo que necesitan y no les enseñamos el valor de nada. ¡Qué no les “falte” nada que otros tengan! Elogiamos hasta lo que hacen mal y les damos siempre la razón. En este mundo vale más la seguridad que la capacidad de superarse. No…? Los alejamos del dolor y les dejamos creer que los pibes de 9 años que están haciendo malabares en la esquina lo hacen por vocación. No confiamos en su capacidad de defenderse y nos enfrentamos con un compañerito de preescolar. Y después nos quejamos porque a los 18 nos siguen pidiendo que les cortemos la milanesa. (Sigue en el 1er. comentario ��)

Una publicación compartida de MMyArgentina �� Beta Suárez (@mujer.madre.y.argentina) el

Hijo/hija “se nace”

Durante la charla, la autora destacó que más allá de ser un ejercicio literario sobre la maternidad, el libro también avanza sobre la condición de hijo o hija, eso con lo que “se nace” (a diferencia de la maternidad, que “se hace”).

“Creo que nos ayuda a comprender a las madres que nos rodean, incluida la propia, y también a entender un poco más la relación con los hijos que son, como digo siempre, quienes en unos años nos van a estar tomando el colesterol en la clínica (risas). De lo que hablo es de madres que puedan criar hijos libres y para ello tienen que intentar serlo ellas. No se me ocurre otra manera de hacerlo”, afirmó.