Alquimia. Caos. Cuento. Corrección. Ganas (y la falta de). Página en blanco. Taller. Clivaje. Y escritura. Estas son algunas de las palabras que resuenan tras la charla telefónica con la cuentista, novelista y ensayista Liliana Heker.

El último septiembre, al autora de El fin de la historia y La muerte de Dios publicó La trastienda de la escritura, un libro en el que sistematiza  textos propios y ajenos a los que suma la experiencia acumulada en más de cuarenta años de impartir talleres de escritura. El resultado es una apasionante caja de herramientas de 270 páginas que hilvana una vida ligada a la producción literaria.

Alquimia y procesos

“La literatura es un trabajo, hermoso, pero trabajo al fin. El verdadero proceso creador no es eso que uno larga de primera intención sino esa búsqueda que uno hace. Ir viendo lo que se escribió y darse cuenta de que está lejos todavía de lo que se quiere hacer”, explica Liliana Heker a Rosario3.

La afirmación encierra la mejor síntesis posible de este libro que comenzó a escribirse en 1991 cuando, “a pedido de un suplemento cultural”, al autora de Zona de clivaje publicó el texto “La trastienda de un cuento”.

En él plasmó su afición por los mecanismos que intervienen en una narración, una inquietud que “no está del todo alejada de su interés por la física”.

Esa temprana demanda entró en un tiempo de espera hasta que, en 2017. fue retomada ya con un objetivo: La trastienda de la escritura.

Hay algo tan complejo en la construcción de un cuento o de una novela… Es fascinante ir encontrando los distintos elementos que influyen y colaboraron en esa construcción”, revela Heker.

Asociada a la motivación individual, apareció “el relato que les interesa a los otros: “Me pasó en charlas y conferencias que una persona del público me preguntaba «cómo se te ocurrió este cuento o por qué escribiste Zona de clivaje o El fin de la historia. Me di cuenta de que eso interesa a los lectores”.

Para la autora, el verdadero desafío de este libro fue la sistematización. “Por una parte, poner en palabras esas ideas que venían circulando dentro de mí” –el “tiempo de espera” que se menciona arriba–. “Y por otra, organizar ese proceso creador”.

En tren de poner por escrito ese desafío es que La trastienda de la escritura estructura en capítulos distintos aspectos que hacen al oficio. Por ejemplo, cómo aparecen los temas, el “problema” de la página en blanco o de “la falta de ganas”, el “yo” narrador o personaje”, “principios sobre el principio” y también, hacer hincapié en la importancia de la corrección.

“En un proceso creador, actúan de una manera simultánea o, al menos, de una manera desordenada. Pero uno no puede comunicar eso de la misma manera porque lo que estará construyendo es un caos. Y si tal vez la construcción de una ficción es caótica, la escritura no puede serlo si yo pretendo que los otros entiendan lo que quiero decir (…) Lo que traté de hacer fue, justamente, separarlos y que a su vez se vinculen con algo que yo digo en otro capítulo. A la larga, creo, este libro constituye una totalidad”, puntualiza quien estuvo en el origen de las (iniciáticas) revistas El Escarabajo de oro y El Ornitorrinco.

Esa “totalidad” está organizada en tres interludios que van de la escritura como acto al anclaje en textos propios. En este apartado, la escritora avanza sobre algunos de sus cuentos y novelas; un “segmento extenso” y difícil de sintetizar si se piensa que firmó su primer relato a los 17 y produjo el ultimo a los 73.

Los cuentos “La fiesta ajena" y “Cuando todo brille”,  “Los que vieron la zarza” (su primer libro) y las novelas ya mencionadas aparecen entra las citas de la segunda y tercera parte del libro publicado por Alfaguara. 

Los miedos

A lo que yo más temo no es la página en blanco, sino los períodos en blanco, a la falta de ganas, a esa necesidad de escribir”, desnuda la también autora de los ensayos reunidos en Las hermanas de Shakespeare.

En cambio, el temor es otro cuando de las y los talleristas se trata: “Tal vez, a lo que más temen es a la crítica, a entender que eso que escribieron de primera intención, y seguramente por algún motivo, le falta mucho para ser ese texto definitivo”.

—El soporte influye en la escritura?
—Creo que, a la larga, el soporte no influye. Cada uno le da a ese objeto con el cual escribe la jerarquía o el lugar que debe ocupar. Cuando naturalicé al escritura en la computadora, empezó a ser el objeto querido. De la misma manera que para otro lo querido es escribir con una lapicera y en un cuaderno.

En primera persona

En el libro, trato de contar la historia de la escritura de mis textos y de otros textos. Es un testimonio de mi vida en tanto dedicada a la escritura: mis problemas, las dificultades, la historia de algunos de mis cuentos y de mis novelas, lo que he ido observando a través de ciertos mecanismos; eso que yo llamo alquimia. En ese sentido, siento que es una historia personal, una historia de vida ya que buena parte de mi vida está dedicada a la escritura. No me imagino como escritora sin los años en que traté de comunicarles a otros un saber que es para mi propia experiencia”, cierra Heker.