Este jueves a las 21, en el Complejo Cultural Atlas (Mitre 645), el trío Dos Más Uno presenta Reflejos, su segundo disco.

El grupo está integrado por los guitarristas Marcelo y Hugo Dellamea, y el percusionista y baterista Ariel Sánchez.

El trío recupera el cancionero de la música popular latinoamericana y de autores contemporáneos en versiones propias, a las que suman sus composiciones.

Los tres virtuosos instrumentistas fusionan la herencia musical recibida con preciosismo interpretativo. En tal sentido, Reflejos hilvana folclore, jazz, música latina y rastros sonoros afroperuanos.

Las colaboraciones de Reflejos incluyen al acordeonista Chango Spasiuk, el violoncellista y productor brasilero Jacques Morelenbaum y la cantante peruana Eva Ayllón.

Creo que la música es, al fin y al cabo, un estado espiritual. Y cuando trabajamos los arreglos pensamos en eso"

El resultado es un cruce virtuoso entre tradición y actualidad que expresa una superación del camino iniciado en Dos Más Uno, su placa debut de 2012. Asimismo, las composiciones propias pasaron de dos a cuatro y se trata de un "disco más cantado".

Estamos en un momento de más canciones y decidimos seguir por ahí; un momento en el que disfrutamos y apreciamos mucho el hecho de cantar", explicó Marcelo Dellamea a Rosario3.com.


Según adelantó el músico, en el recital de este jueves, Reflejos “va a estar casi en su totalidad”. Al setlist se sumarán canciones del primer disco –como “Amarraditos”, “La casa , la canción de las simple cosas– y otros temas que no están grabados pero que integran se inscriben en los apartados “lujos que nos damos” y “canciones que nos encantan”.

“Nosotros somos el reflejo de nuestro trabajo pero también no gusta tocar otras músicas que disfrutamos mucho", abundó Dellamea.

Las canciones van mutando hasta que la encontrás y decís «no toco nada más»

—¿Imagino a tres obsesivos trabajando sobre las canciones
—(risas) Hay una búsqueda estética en eso de sonar parecido, de que quien escucha diga «ah, esto es Dos Más Uno». Lograr eso es muy difícil y lleva muchos años de trabajo. Pero creo que de a poco se va logrando. Nosotros no vamos a pretender tocar como lo hacía alguien hace 40 años porque nuestra realidad es otra. Y todo eso influye. Creo que la música es, al fin y al cabo, un estado espiritual. Y cuando trabajamos los arreglos pensamos en eso, queremos que tenga una mirada propia.


—Además, hay cambio respecto a esas cuatro décadas. Ahora escribís y tocás el arreglo, lo grabás y escuchás cómo queda en un contexto. Entrás al estudio con la idea mucho más trabajada
—Eso está muy piola porque entrás al estudio con todo más definido. A su vez, sabiendo que podés corregir una toma todas las veces que quieras te hace ser un poco más frío porque querés lograr la mejor toma técnica posible. Y hay que tener cuidado con eso. Antes, los músicos grababan en una o dos tomas y sabían que no tenían estas posibilidades. Creo que tiene sus pros y sus contras.

Grabamos el disco en vivo. Esto hace que se sienta la conexión de estar tocando juntos, encuchándonos el uno al otro"

—¿Y cómo fue la grabación de Reflejos?
—Nosotros lo grabamos en vivo. No es que lo fuimos haciendo por capas, sino que estuvimos los tres al mismo tiempo tocando. Y después sí grabamos las voces y algunos extras.Esto hace que se sienta la conexión de estar tocando juntos y estar encuchándonos el uno al otro.

—Las canciones integraban el repertorio en vivo del trío. ¿Cuánto de eso se coló en el estudio?
—Para nosotros, que la canción llegue ya bastante trabajada y tocada es muy bueno. Está como en un punto óptimo, ¿no? Cada canción del disco tiene mucho trabajo. Están muy tocadas en shows, en viajes. Las canciones van mutando hasta que la encontrás y decís «no toco nada más».