“Tengo serias dudas sobre el futuro del fútbol profesional porque se comercializa constantemente y el producto es cada vez peor. Me da mucha tristeza cómo se está deteriorando el fútbol. El calendario está tan sobrecargado que no se tiene en cuenta el desarrollo ni la preparación”.
En la previa del partido entre Leeds United y Crystal Palace, Marcelo Bielsa volvió a poner su ojo sobre la evolución de un deporte que busca permanentemente generar recursos económicos antes que mejorar la calidad de su oferta.
No importa casi nada lo que se juega ni cómo sino lo que se produce.
Una prueba de que el negocio es lo prioritario es el Balón de Oro, cuya premiación no necesariamente responde al mejor del año en su rubro, sino a lo que es “marketineramente” correcto.
El brasileño nacionalizado italiano Jorginho, jugador de Chelsea, fue campeón de la Champions, el torneo de clubes más importante y prestigioso del mundo. y de la Eurocopa con Italia. De los candidatos al jugador del año, nadie ganó más que él en 2021.
El francés N’Golo Kanté también festejó con Chelsea y logró la Liga de las Naciones de la Uefa con la selección de su país.
France Football los tuvo en la lista de candidatos, pero los dos quedaron rezagados.
Sólo Robert Lewandowski, que mereció el premio en 2020 pero no se entregó por la pandemia, le hizo un poco de sombra, sombrita, a Leo Messi, que ganó su séptimo Balón de Oro.
No es que Leo, que ganó la Copa América con la selección y la Copa del Rey con Barcelona, no mereciera estar en consideración, sino que hubo futbolistas que en 2021 fueron sobresalientes y lo superaron ampliamente en logros.
No obstante, elegir al mejor futbolista del año, un integrante de un juego de conjunto, es un acto comercial y de marketing que excede ampliamente a la justicia de la elección.
A nadie le interesa mucho que se elija al mejor del año, sino más bien al que la mayoría quiere.
Cristiano Ronaldo quedó sexto en la lista en una de las peores temporadas de su extraordinaria carrera. Sólo se entiende que esté entre los 10 primeros con los parámetros de una premiación con características muy particulares.
En la era de Leo y Cristiano, no es lo mismo premiarlos a ellos que a cualquier otro. Y el establishment lo sabe
Pero no es patrimonio exclusivo de France Football, cuyo mayor papelón fue la entrega de 2010, con Xavi e Iniesta sentados viendo como Leo, algo avergonzado, mostraba su segundo Balón de Oro.
En 2014, la Fifa le entregó a Messi el premio al mejor jugador del Mundial de Brasil cuando claramente no lo fue. De hecho, la sorpresa incluyó al propio futbolista, que con cara de pocos amigos, por la derrota claro, subió a recibir la distinción tan sorprendido como el mundo entero.
“Nunca se puede decir que darle el Balón de Oro a Leo Messi es injusto”, dice Pep Guardiola y tiene razón. Pero entonces el premio debería entregarse al mejor jugador del mundo y no al mejor del año.
Aquello de 2014 es una clara muestra de que se premió al mejor de estos tiempos y no al que más se había destacado en la competencia.
Jürgen Klopp, el entrenador de Liverpool, defendió la postulación del egipcio Mohamed Salah, que terminó séptimo en la votación de France Football.
“¿Esto no lo votan los periodistas? Entonces no me pregunten a mí, es su culpa. Si piensan que debería estar más arriba deberían hablar con sus colegas... Se lo pueden dar a Messi por la carrera que tiene, pero entonces no se le puede dar a Robert Lewandowski. Es complicado, pero «Mo» (Salah) debería haber estado mucho más arriba”, sentenció el alemán.
Hay una única respuesta. En la era de Leo y Cristiano, no es lo mismo premiarlos a ellos que a cualquier otro. Y el establishment lo sabe.
Establishment: conjunto de personas, instituciones y entidades influyentes en la sociedad o en un campo determinado, que procuran mantener y controlar el orden establecido.
Marketing: conjunto de técnicas y estudios que tienen como objeto mejorar la comercialización de un producto.
