Una investigación de la Fiscalía Federal de Venado Tuerto puso la lupa sobre una sociedad narco encabezada por el venadense Mauro Nahuel Novelino, acaso el principal referente narcocriminal del Departamento General López, y Lucía Uberti, la joven ligada a Los Monos que ganó notoriedad por haber sido juzgada y condenada a 20 años por su participación en la saga de atentados a sedes judiciales de 2018. 

Este jueves, el juez Aurelio Cuello Murúa ordenó 35 allanamientos, que incluyeron requisas en siete cárceles de la Argentina con el objetivo de golpear a esta pyme narco, surgida de una suerte de romance virtual entre Novelino y Uberti. Una asociación que incluye en su capital dos pilcherías, una en barrio La Lata de Rosario, y otra en Venado Tuerto, local que lleva el nombre de “Mambo Black”.

Voceros judiciales indicaron que la causa nació en 2021. La investigación sobre una red de narcomenudeo llevó a Mauro Novelino, que estaba detenido en el Instituto Penitenciario de Salta –uno de sus tantos destinos en su periplo carcelario–, y su entonces novia a distancia, Uberti, alojada en la cárcel de mujeres rosarina.

Novelino, habitué de la crónica policial primero como asaltante y, una vez a la sombra, reconvertido en gerente del tráfico de estupefacientes y la narcocriminalidad, posee actualmente cuatro procesamientos por drogas.

Parte de los incautado en la redada de 35 allanamientos.

Los voceros de la causa indicaron que en el trascurso de estas investigaciones a Novelino le fueron secuestrados más de 10 teléfonos en distintos lugares de detención. Todos fueron peritados.

El más viejo y el que en peores condiciones se encontraba era el que utilizaba para organizar las maniobras en esta nueva causa. De ese aparato, los peritos recuperaron miles de chats, archivos de audio y video.

Las informaciones recuperadas versan sobre compra de drogas, precursores químicos, preparación de estupefacientes, compra de armas, dinero y distribución y traslado.

Los intercambiones con Uberti engordaron un expediente de 5.200 páginas. La pareja narco mantenía contacto permanente de manera telefónica. A tal punto que a la hora de la cena se contactaban por videoconferencia y compartían ese momento a la distancia. No sólo por el clásico WhatsApp, sino también por Facebook y el menos popular Snapchat.

Emprendimiento en La Lata

 

Según la investigación encabezada por Arzubi Calvo, Avelino y Uberti montaron una pilchería en Paraguay al 2600, en barrio La Lata de Rosario. Por temor a la inseguridad y los robos, instalaron cámaras de vigilancia que controlaban desde sus teléfonos en las unidades de detención. Al local se acercaban las personas con el fin de abonar el material estupefaciente adquirido, sostiene la imputación.

Uberti, señala la imputación, contaba con la colaboración de su madre, su hermana y su cuñado. La lógica de clan también imperaba con el apellido Novelino, ya que en las maniobras también están involucrados su hermana y su cuñado.

El cruce de informaciones determinó que una de las proveedoras de la sociedad de Novelino- Uberti era la cordobesa Ingrid Roxana Florindo, una mujer condenada por el Tribunal Oral Federal de Córdoba por el tráfico de 300 kilos de marihuana.

En noviembre de 2021, Florindo protagonizó un escándalo en la provincia mediterránea. La Justicia descubrió fotos públicas en el Facebook de esta mujer junto al líder del grupo de cuarteto Cachumba y videos donde participba de un partido de fútbol de “Las Diablitas”, como directora técnica. Además, se la ve recibiendo el premio a la mejor DT de la competencia. Todo mientras debía estar en prisión domiciliaria.

La proveedora de Uberti y Novelino con el cuartero de Cachumba.

El otro proveedor de la pyme de Novelino y Uberti, señala la investigación, era un policía cordobés actualmente jubilado, Daniel Alberto B.

Cuando a la proveedora Ingrid Florindo le revocaron la domiciliaria, su hijo de 20 años siguió recibiendo órdenes de su madre desde la cárcel cordobesa, siguió a cargo de la provisión de materiales y armas de fuego. Y le ofreció a Uberti y Novelino mejoras en los precios con respecto del policía jubilado.

La investigación muestra a Novelino como un ávido usuario de celulares en su lugar de detención. A diario mantenía conversaciones con todas las personas que estaban bajo su dirección, digitando y coordinando cada uno de los movimientos de la asociación ilícita. Unos 500 mensajes de audio y video con cada uno de ellos, calcula la investigación. Lo mismo con su hoy ex pareja virtual Uberti.

La sociedad no cultivaba el perfil bajo. Según la investigación, en los laboratorios de procesado de cocaína se confeccionaban ladrillos a los la gente de Novelino les ponía como sellos una corona, las siglas L.N. (Lucía y Nahuel), o una tijera. Todo dependiendo del grado de pureza.

Incluso, en una oportunidad, Novelino le solicitó a su hermana que sacara fotografías de los panes en proceso de secado y pusiera un cartel con su nombre y apellido.

También la Justicia le atribuye coordinar atentados contra la vida en Rosario, la contratación de sicarios para “hacer un par de boletas”, aunque estos planes criminales no llegaron a concretarse, aseguró la fiscalía federal.

Por estos días, Novelino se encuentra en pareja con Carla R., quien lo visita semanalmente en Rawson, su último destino. “Ambos publican los mismos videos en sus cuentas de TikTok, donde exhiben los viajes en avión que ella realiza a Rawson y grandes cantidades de dinero”.

Al igual que lo hizo con Lucía, Novelino instaló un negocio de ropa en pleno centro Venado Tuerto llamado “Mambo Black”. La encargada es Carla R., “donde comercializaban ropa presumiblemente de marca apócrifa”.

Según destaca la imputación, la mayoría de las personas involucradas en la organización se encuentra en prisión.

Este jueves fueron llevados a cabo más de 35 allanamientos ordenados por el doctor Aurelio Cuello Murúa en siete unidades de detención (Rawson, Rosario, Coronda, Piñero, Córdoba, Ezeiza y Ciudad de Buenos Aires) y en Venado Tuerto, Rosario y Córdoba Capital.

Hasta el momento fueron secuestrados material estupefaciente, precursores químicos, balanzas, teléfonos, papeles con anotaciones, máquinas para contar billetes, unos 3 millones de pesos y otros elementos de interés para la causa.