Claudia Abraham, una docente que tuvo entre sus alumnos a Lucas Vega, el chico de 13 años que el lunes por la noche fue asesinado en medio de una balacera en barrio Emaús, lo despidió con un conmovedor texto en redes sociales.

El escrito recuerda la pasión futbolera de Lucas en los recreos de la escuela Cayetano Silva, en Fisherton. Lucas era jugador de la división infantiles de Rosario Central, club que el martes emitió un comunicado para exigir justicia. También hubo sentidos homenajes de otras personas que conocieron al pequeño Lucas, como Fernando Komar, coordinador de las categorías infantiles. Y del Programa municipal de ajedrez Rosario.

“La campana suena puntual y tirana a las 9:45 en señal de que terminó el primer recreo. Los chicos se van acercando para encontrarse con sus maestras e ingresar a las aulas, pero siempre queda un grupito de rezagados que tratan de estirar un poquito más los minutos para embocar la pelota en el arco, que a veces es el de verdad y en ocasiones son unas camperitas apiladas en el piso que indican que allí se para el arquero.

- Clotis , esperame un minuto más que hago el último gol y te lo dedico a vos- me dice Lucas.

Imposible resistirse al pedido de ese morocho hermoso con los pirinchitos engominados, que tal como describe uno de los directores técnicos que tuvo, corría detrás de los defensores hasta desgastarlos y terminaba arremetiendo con un certero gol.

Lucas comenzó a jugar al fútbol a los cinco años en el club del Barrio 7 de septiembre. A los siete pasó a las infantiles de Rosario Central. A sus trece años soñaba con ser un jugador profesional y le prometía a su mamá que si alcanzaba ese objetivo, se iban a mudar de barrio porque en el EMAÚS cada día se hacía más difícil vivir en medio de tanta violencia.

El viernes 29 de julio al mediodía nos cruzamos por última vez en el colectivo, cuando él regresaba de la escuela secundaria y yo completaba mi jornada en la Cayetano Silva, por donde él transitó desde la salita de cinco hasta séptimo grado. Fue la última sonrisa que recibí de Lucas.

El lunes a la noche, a poquitos metros de su casa, una balacera terminó con su vida y con todos sus sueños, y yo siento que a mí también me arrancaron un pedazo de mi vida.

Decime, Campeón, ¿cómo hacemos ahora para seguir sin vos?”.

Fernando Komar, coordinador de las categorías infantiles de Central, hizo lo propio y trajo a memoria la primera vez que conoció a Lucas.

“Recuerdo la primera práctica de Lucas en Ciudad deportiva. Por entonces tenía 7 años. Nos gustó especialmente. Jugaba bien abierto por izquierda, justo en el lateral desde el cual yo observaba el entrenamiento en la cancha Nº 1 Miguel Ignomiriello. Ese mismo día decidimos ficharlo. Y desde entonces disfrutamos sus desbordes, sus gambetas y sus goles hasta que terminó el Baby a los 11 años. Su familia toda, pero especialmente su papá, hizo un esfuerzo enorme para cumplir con las prácticas y los partidos. Siempre lo acompañó, siempre estuvo a su lado”, escribió.

El fútbol no era la única pasión en la vida de Lucas. Desde la cuenta del Programa Municipal de Ajedrez, recordaron al chico asesinado como un gran jugador. “Llego a participar de los torneos distritales del programa municipal de ajedrez en el cual logro ser el capitán del equipo entre los años 2017 y 2019, obteniendo logros significativos”.