Dos de la tarde en barrio La Florida. Faltan 4 horas y media para que llegue el presidente. La tranquilidad de parte del barrio comienza a irse con el paso de los minutos. El tránsito se corta en las cuatro manos de Rondeau a las 14.30, se despliega un cordón de vallas a su ancho, y se extiende de forma paralela a las casas de calle Punta Lara hasta el pasaje Williams, lugar exacto por donde ingresará Mauricio Macri en un auto particular al estacionamiento del club Banco Nación.

Comienza a desplegarse un importante operativo de seguridad: llegan dos micros de Gendarmería acompañados por cuatro camionetas de la misma fuerza. tres patrulleros de la policía de la provincia, dos camionetas de la Guardia Urbana, un móvil de Transito y una dotación de la Brigada de Explosivos. De cada una de ellas bajan efectivos con escudos y se disponen a ocupar su lugar de uno de los lados de las vallas. De otras dos camionetas blancas descienden no menos de 20 hombres vestidos de saco, pantalón y zapatos negros y se distribuyen en las esquinas y dentro del club Banco Nación, el lugar elegido por presidencia para realizar el acto a 6 días de las Paso. No solo el hombre participa: cinco perros son sacados de caniles para recorrer la cuadra como parte del operativo de prevención.

Mientras tanto, el barrio luce dos curiosidades, una imprevista y otra no: descubren que horas antes alguien escribió con aerosol negro “Macri visita no grata” en dos lugares. Uno en una pared frente al club y otro sobre el pavimento justo en el ingreso del estacionamiento por Punta Lara. De inmediato gente vinculada a la organización va con sus propios aerosoles y tapa parte del escrito, quedando legibles las palabras “visita” y “grata”. Pero hay otra curiosidad, una que no fue generada la noche anterior. Es que justo enfrente del club, es decir, en la mano par de Rondeau al 2800 lucían en grande dos rostros que desencajaban con la jornada que proponía “continuar con el cambio” y “no volver al pasado”: Alberto y Cristina Fernández. Si, justo enfrente del acto de Macri dos propagandas de la fórmula de la oposición, colocadas desde hace unas semanas como parte del paisaje urbano que tiene cada elección en todas las calles de Rosario. Lejos de taparlo con aerosol o romperlo, pareció casual que se estacione enfrente de ellos uno de los dos micros de Gendarmería.

Banderas

La tarde espléndida en cuestión climática avanza y son ya cien las personas que esperan ansiosas por entrar al club. Llegaron a las 11 de la mañana a la puerta para asegurar su ingreso. Algunas mujeres contaron a Radio 2 que habían llenado un formulario que les llegó en un link a través de Whatsapp días atrás y entregaron palabras de aliento al presidente. Son de zona centro, norte y una señora cuenta que llegó desde Fray Luis Beltrán. Un hombre luce la bandera argentina y detrás una mujer despliega un cartel celeste al que le había escrito: “Estamos con vos”, firmado por “las chicas de zona sur”.

“Tenemos las mejores expectativas, venimos a hacerle el aguante al presidente para que vuelva a ser electo, que así va a hacer, y que termine de resurgir el país, que salga para adelante”, manifestó una de ellas. “Es un proyecto político necesario para Argentina, Macri es la única forma de crecer, el resto es más de lo mismo”, agregó otra señora, mientras que una mujer aportó: “Es una persona correcta, va a mejorar al país”.

La jornada continúa con el operativo especial, que requiere que los padres de alumnos de un colegio cercano vayan a retirarlos a las 16 en vez de las 17.30. El tránsito en la zona de La Florida se transforma en un caos, y aún falta el regreso a casa de muchos. En tanto, el único kiosco de la cuadra recibe visitas de quienes presenciarán el acto, de oficiales de policía y periodistas. También aporta en algo fundamental para una larga espera: el baño.

Llegadas las 17 arriban cerca de diez colectivos a la zona. Se estacionan a unas 8 cuadras, debajo del comienzo del puente Rosario Victoria. “Somos de barrio La Cerámica”, expresa una mujer con una beba en brazos. A su alrededor corren chicos aprovechando la ausencia de tránsito y juegan en los canteros centrales de Rondeau. Otros hombres y mujeres se encargan de llevar cochecitos con bebés entre esas 500 personas que forman otra fila para ingresar. Mientras tanto, un grupo de jóvenes aporta música con trompetas y redoblantes.

Las puertas del estadio cubierto se abren y comienza a ingresar el público. 800 sillas alrededor del escenario de 360 grados esperan en el interior, más casi 1.200 lugares en la tribuna. Los estrictos controles revisan a cada una de las personas: no se permite ingresar con botellas o termos, y se revisan los bolsos. Un escáner recorre el cuerpo de los asistentes como parte del operativo.

Localidades agotadas

Llegadas las 18.30, cuando el acto está por comenzar, se anuncia que las puertas se cierran por alcanzarse la capacidad máxima, por lo que 200 personas que llegaron de barrios debieron retirarse al igual que otras 250 que aguardaban detrás de una valla para dar su apoyo al presidente de cara a las elecciones. “El lugar nos quedó chico”, dijo al respecto el diputado provincial y candidato al mismo cargo a nivel nacional Federico Angelini al comenzar su discurso.

El clima en el interior es de fiesta: se repartieron pequeñas banderas celestes y blancas que en la previa se agitan al ritmo de Los Totora, Rodrigo y Soledad, algunos de los artistas que suenan por los parlantes, mezclados con los gritos de “Si se puede”.

Macri llega pasadas las 19, habla 15 minutos y sus palabras inundan los portales informativos.

El acto tiene el color de un hombre que se hizo escuchar. “Yo soy peronista y te apoyo con el corazón”, grita desde la tribuna, a lo que Macri responde con un “Vamos todavía”.

Las selfies y la gieta

La salida es con aplausos y las fotos en modo selfie inundan el estadio cubierto del club Banco Nación. Los asistentes dejan su opinión en Radio 2: “Fue hermoso, muy lindo, emocionante. Lo voto por la República y la democracia, representa los valores con los que nos criamos y queremos vivir”.

“No queremos subsidios, queremos gente laburando honradamente. Queremos ser libres, opinar lo que queramos y nadie nos ponga un pie encima”, agrega otra señora.

El público se dispersa por las calles que ya tienen el tránsito liberado. De repente una mujer que pasea el perro esboza un “aguante Cristina”, un hombre en un auto toca bocina aprobando la presencia del presidente pero otro asoma la cabeza desde la ventana al grito de: “Vamos a volver”.

En la calle la grieta sigue, vivita y coleando.