Cada 30 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), identificándose con un lazo azul. A través de esta conmemoración, se busca visibilizar la importancia de la prevención y detección precoz de este tipo de alteraciones alimentarias y huir de la estigmatización y el exceso de juicios sociales que, de forma frecuente, rodean a este tipo de enfermedades.

Los TCA son patologías mentales graves biológicamente influenciadas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos trastornos se manifiestan con comportamientos alimentarios anormales, acompañados por una distorsión en la percepción de la imagen corporal, una preocupación excesiva por el peso y por la comida.

Estos comportamientos alimentarios persistentes pueden afectar y deteriorar significativamente la salud física, mental y el funcionamiento psicosocial de quienes los padecen y, en casos extremos, pueden llegar a provocar la muerte, siendo las causas más frecuentes el suicidio o la desnutrición. Y, si bien suelen ser más frecuentes en mujeres que en hombres, en estos últimos las estadísticas van en aumento.

En Argentina, entre el 10% y el 15% de la población manifiesta algún trastorno alimentario, cifra preocupante, que se incrementó después de la pandemia. De esa totalidad, el 90% son mujeres y el 10% hombres. Luego de Japón, Argentina es el país con más casos de trastornos alimentarios a nivel mundial.

En la mayoría de los casos, estos trastornos se desarrollan en la pubertad o preadolescencia, cuando la persona comienza a desarrollar otro tipo de rasgos corporales distintos a los que tenía. Sin embargo, también pueden desarrollarse en la adultez.

Entre los TCA más conocidos se encuentran la bulimia, la anorexia nerviosa, la ortorexia, el trastorno por atracón y la vigorexia.

Trastornos de la conducta alimentaria: características y tratamientos

Los TCA se caracterizan por un sentimiento de culpa al comer, sumado a factores psicológicos, familiares, culturales, sociales y del entorno. Para llegar a desarrollar un trastorno alimentario, existen varios factores, pero generalmente surge por mandatos sociales y familiares, dietas "de moda" para bajar de peso, el entorno y la cultura en la que esa persona vive.

Los trastornos de la conducta alimentaria tienen en común una alteración en la corporalidad de aquella persona que lo padece. Nunca se sienten conformes con las formas de su cuerpo y su imagen se distorsiona. En estos casos suele repetirse el método de compensación, cuando el sentimiento de culpa aflora.

Esto significa sentir que se comió mucho en una sola comida y "compensarlo" no comiendo en la próxima comida, restringiendo alimentos o gastando esa cantidad de comida haciendo mucho ejercicio o provocándose el vómito. También es común la obsesión por el control del peso al ver su imagen corporal, así como también distorsión de la misma, miedo a subir de peso.

Las palabras pesan y lo no dicho también tiene un impacto en este tipo de cuestiones. Muchas veces se usa a la comida como herramienta para canalizar aquello que no se puede decir, sea por miedo, inseguridades u otros motivos.

En Argentina, la Ley N° 26.396 incorpora los TCA para el diagnóstico y tratamiento mediante un profesional de la salud idóneo en el tema que pueda asesorar a aquella persona que lo necesita. Por lo general, es un equipo interdisciplinario el que aborda estas cuestiones de manera integral, tratándose principalmente lo psicoemocional y nutricional.

A través de la difusión y hacer visible estas temáticas, se promueve una calidad de vida mejor a la persona que padece el trastorno, así como también, formar una red de contención y ayuda mediante un equipo interdisciplinario de salud que sepa entender al entorno y consultante.

 

Fuente: Télam/WHO-OMS.