La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por la disminución de la densidad mineral dentro del hueso que altera la microestructura convirtiéndolo en poroso. Esto se produce porque se forma menos cantidad de la que se destruye. Si esta situación durara unos cuantos días, no tendría mayor importancia; pero cuando se prolonga a lo largo de mucho tiempo, los huesos van perdiendo progresivamente sustancia, provocando fragilidad y aumentando la posibilidad de que se produzcan fracturas. La pérdida de masa ósea ocurre en forma “silenciosa” y progresivamente. A menudo no hay síntomas hasta que se produce la primera fractura.

Las fracturas más comunes asociadas a la osteoporosis son las de muñeca, columna y cadera.  La incidencia de estas últimas dos incrementan con la edad, tanto en mujeres como en hombres. Las fracturas vertebrales (columna) producen serias consecuencias, como la disminución de altura, cifosis dorsal y dolor dorsolumbar.

En Argentina, una de cada tres mujeres mayores de 50 años sufre de osteoporosis. Más de 34 mil fracturas de cadera se producen cada año entre los 50 años o más de población, con un promedio de 90 fracturas por día. Estudios realizados en nuestro país demuestran que el costo de las fracturas vertebrales y de cadera por osteoporosis, en Argentina se estima en aproximadamente 250 millones de dólares por año. Además, arrojan otros datos preocupantes: en 2025, alrededor de 3,3 millones de mujeres sufrirán de osteopenia; y en 2050, cerca de 5,24 millones.

Además de la genética, esto se ve determinado por la nutrición, la actividad física y el estado hormonal durante el crecimiento y desarrollo. Son más propensos a padecerla los que tengan tez blanca, baja estatura, sexo femenino, menopausia precoz, sedentarismo, tabaquismo, consumo alcohol, consumo de algunos medicamentos como hormona tiroidea, corticoides, anticoagulantes, consumo exagerado de café, aquellas que padecen déficit de estrógenos, que sufren falta de menstruación, la anorexia nerviosa, algunas enfermedades como el hiperparatiroidismo, hipertiroidismo, hiperprolactinemia, insuficiencia renal crónica y otras.

Si se presenta más de uno de estos factores de riesgo, debe realizar una consulta de prevención. El diagnóstico se realiza mediante los antecedentes, la densitometría ósea, radiografías y la clínica de cada paciente que determinarán el grado de pérdida en un comienzo de osteopenia y luego de osteoporosis.

La prevención se basa en pilares fundamentales:

Dieta rica en Calcio y Vitamina D: La mayor fuente de aportes de calcio, fósforo y proteínas se encuentra en los productos lácteos: 2 vasos de leche o yogures por día alcanzan para cubrir las necesidades durante la infancia, pero en la adolescencia esta cantidad deberá duplicarse. Con respecto a los quesos, cuanto más duros mayor es la cantidad de calcio que poseen. Otras fuentes de aporte son los vegetales y hortalizas de hojas verdes (berro, rúcula y radicheta), los pescados pequeños, que se ingieren con espinas y los envasados en conservas. En mucha menor cantidad lo encontramos en vegetales bajos en oxalatos como el brócoli, el repollo, en las almendras, avellanas, garbanzos, porotos de soja, jugos de soja y tofu, semillas de sésamo, higos secos. Con respecto a la vitamina D, el correcto aporte nos permite la buena absorción de calcio. La fuente más importante deriva de la exposición de la piel a la radiación ultravioleta de los rayos solares, 10 a 15 minutos de sol 2 a 3 veces por semana alcanzan para producirla en forma adecuada.


Ejercicios moderados: debe realizarse con una frecuencia de por lo menos tres veces por semana, desde caminatas, yoga, tai chi, footing, o ciclismo. Lo más recomendado son ejercicios con carga o pesas, siempre esto supervisado para cada paciente, ya que no todos están en condiciones de realizarlo con la misma intensidad, evitando posibles lesiones.

Eliminación de tóxicos: tabaco y alcohol.

Ancianos y discapacitados: evitar caídas.

Cuidado de posturas en la vida diaria.

Finalmente concluimos que concurrir a un médico especialista y establecer un hábito de vida saludable previene la aparición de ésta y muchas otras enfermedades. Soy una convencida que muchos problemas se verían radicalmente disminuidos si mediante la educación se lograra tener una alimentación basada en elecciones inteligentes que mejoren nuestra esperanza y calidad de vida y no solo una búsqueda de una mera imagen corporal.

*Dra. Virginia Busnelli, (MN 110351), Médica especialista en nutrición y directora del Centro de Endocrinología y Nutrición CRENYF.