El doctor Morente hace un recorrido, enumerando los logros de la Medicina Reproductiva a la demanda de mujeres y hombres para satisfacer el deseo de parentalidad.                          . 

El profesional muestra en esta nota el recorrido alcanzado por la investigación científica y el ejercicio de la medicina reproductiva en pos de responder a esa demanda.

“Hay cuestiones en la medicina que tienen diferentes improntas por sí mismas, por ejemplo, la obstetricia que es una mezcla de medicina con una actividad social, ya que las personas cuando concurrimos al nacimiento de nuestros hijos, vamos preparados para tener buenas noticias; y, el médico, para asistir a un proceso que es, sobre todo, natural”, comenzaba diciendo Carlos Morente; para agregar: “cuando hablamos de Medicina Reproductiva, los médicos que la practicamos, no enfrentamos a una patología determinada, sino que estamos tratando un deseo; es decir, los especialistas en Medicina Reproductiva atendemos a una pareja, o a una mujer o a un hombre, que cuentan con el deseo de dar vida a un nuevo ser y de prolongar su vida en un hijo. Ese deseo, la mayoría de las veces, se da naturalmente, pero otras veces nos enfrentamos a obstáculos que hacen difícil concretar ese anhelo o, incluso, es imposible concretarlo naturalmente”.

Carlos Morente, hace una pausa, y continua: “es entonces que la humanidad y la ciencia médica buscaron recursos para conseguirlo y atender a ese deseo”; y, rápidamente complementa dicha afirmación, aclarando que, “la Medicina Reproductiva atiende diferentes circunstancias humanas y sociales. De donde se da un intercambio constante entre el avance médico y la solicitud social”.

Recurriendo a una síntesis histórica, Morente recuerda que, en los albores de la especialidad, se comenzó, en los centros de avanzada del el mundo con la Fertilización in Vitro; luego seguimos con el ICSI que es la inyección de espermatozoides en el óvulo; con los años pudimos recurrir a la donación voluntaria y solidaria de óvulos propios a otra persona, luego, con la posibilidad que daba el avance en la congelación de tejidos, se practicó la misma en la congelación de un óvulo para la misma persona o para otra; lo mismo se pudo hacer, luego de unos años, con los espermatozoides. Todos los mencionados son hitos que nos han marcado avances científico-técnicos en lo que es la Medicina Reproductiva”, concluía el facultativo quien agregó: “por otro lado, tenemos las solicitudes de la sociedad que busca satisfacer aquel deseo. Sintetizando podemos afirmar que comenzamos produciendo un hecho inédito: sacar el óvulo fuera del cuerpo humano, lograr que fertilice y hacer el implante del embrión en ese útero para que el embarazo continúe. Fue algo nuevo que impresionó y generó miedos y hoy ya es un tema corriente. Hoy esta práctica está totalmente comprendida y aceptada por la sociedad.

Pero con los años, la sociedad fue produciendo aperturas con las que fueron llegando otras necesidades que confluyeron en nuevos deseos: comenzamos por la mujer y su deseo de embarazarse y el obstáculo que lo impedía; superando en gran medida ese escollo, seguimos progresando; luego, al superar prejuicios, la humanidad hizo que pudiéramos asistir al hombre, cuyos espermatozoides, por debilidad o baja cantidad, requerían de la atención de la ciencia médica. Todo lo cual se pudo hacer por el avance en la congelación de tejidos.

Algo de mucha importancia es que se debe respetar el ciclo reproductivo de la mujer, que ronda los 40 años; el transcurrir biológico de la mujer hace que a partir de ese tiempo se dificulte en ella la concreción del embarazo. La congelación nos ayudó a dar respuestas satisfactorias a esos casos: la mujer puede preservar sus óvulos congelándolos y utilizarlos en el momento que es el adecuado para ella y las circunstancias que la rodean, ya que teniendo pareja o sola puede intentar concretar su deseo de ejercer la parentalidad con su propio material genético.

Nos pasa en los consultorios que atendemos a mujeres que, aún en edad reproductiva, carecen de óvulos o éstos son insuficientes; en ese caso puede esa mujer recurrir a un óvulo donado. La donación de una gameta que permite a quien lo necesita tener su hijo, es un acto de amor. Estos procedimientos representan hoy en la Medicina Reproductiva entre un cuarto o un tercio de los procedimientos de fertilización asistida de alta complejidad se llevan adelante con un material genético donado, por lo menos de una de las partes.

En los últimos tiempos ha aparecido otra demanda de personas ya sea mujer u hombre que desean tener un hijo para formar una familia monoparental. Por otro lado, también, la medicina reproductiva escucha y atiende a las parejas igualitarias que al carecer de posibilidad reproductiva deben recurrir a algunas de las técnicas mencionadas.

Muchas veces, nos encontramos que hay algo que está ausente, puede ser un útero o los espermatozoides. Entonces, hoy, un aspecto jurídico nos ha permitido recurrir a la subrogación de útero; lo que se denomina gestación por sustitución. Esta práctica está indicada a una mujer que carece del útero; o en aquella que aún, teniéndolo el mismo no es capaz de sostener una gestación y dar a luz a un hijo; o nos enfrentamos a la ausencia biológica que se da en el caso de parejas conformados por varones.

Debemos destacar que, el avance interpretativo de las ciencias jurídicas, permitieron que, en el caso de nuestro país, superáramos un vacío legal: “lo que no está explícitamente prohibido, está permitido”, permitió darle contención legal y un marco de resguardo a mujeres y hombres que se ampararon en esta figura legal, y ya llevamos varias prácticas, a las que realizamos de manera adecuada y eficiente. Intervienen una mujer que “presta” su útero, y por el otro lado tenemos el origen de las gametas, o sea, el óvulo puede ser donado o puede ser de la pareja comitente; otro tanto ocurre con el espermatozoide que puede ser de un banco o de la pareja comitente; y, de este modo, el embrión conformado va a ser implantado en el útero de la mujer que lo subroga para luego de nueve meses dar a luz y entregar el niño a la pareja de padres.

Como podemos apreciar estamos frente a cuestiones muy delicadas que merecen la atención de todos los que intervenimos para asegurarnos, a través de evaluaciones que incluyen las psicológicas, las eminentemente médicas y las jurídicas; y el consentimiento de todas las partes para asegurarnos que se respetarán los términos de la subrogación

Carlos, has recorrido la especialidad casi desde sus inicios, ¿qué dirías de todas estas etapas por las que viene pasando la especialidad hasta el presente?

Yo sigo pensando que la reproducción humana es mucho más resonante por todo lo que está en juego y por los sentimientos que se movilizan. En la reproducción hay muchas aristas que generan miedos; pero en mi experiencia lo que se da es el aprendizaje de todos los involucrados: los que ponen en juego sus cuerpos, y sus sueños, sus deseos y sus miedos, y los que trabajamos para ayudar a esas personas que se acercan a demandar por ese deseo que no han podido coronar todavía.

Recordemos que en los orígenes a los médicos pioneros no les permitieron hacer estas investigaciones en los hospitales públicos dependientes de las universidades, se les había prohibido hacerlo; por lo que tuvieron que recurrir al ámbito privado. En su mismo origen estas prácticas generaban miedos y reticencias. Así fue durante todo el recorrido de estos años en los que cada avance, generaban opiniones y resquemores. Pero quienes lo hacían estaban convencidos y fundamentaron con evidencias y rigor científico cada nuevo paso.

En resumen, ha sido una mejora para la humanidad que ha podido dar respuestas biológicas al deseo que, de otro modo, hubiera sido imposible de concretar; lo que representó una contención afectiva a quienes nos demandaban por sus deseos y su sueño de dar amor y de prolongar la vida más allá de ellos.

  *Dr. Carlos Morente, médico Ginecólogo, especialista en Medicina Reproductiva  Matrícula: 6709 - Director Médico de Proar Centro Médico - Programa de Asistencia Reproductiva de Rosario