Procesos como el embarazo, parto y posparto, conllevan cambios tanto hormonales como inmunitarios y ambientales diversos. Una reciente investigación, publicada en Nature Neuroscience, reveló que existen mecanismos diferentes de neuroplasticidad.

En este aspecto, el cerebro de la madre o futura madre experimenta cambios anatómicos desde el comienzo del embarazo, y vuelve a tenerlos tras dar a luz. Esto podría ayudar a prevenir y tratar patologías como la depresión posparto, que afecta a una de cada cinco mujeres.

La investigación

El estudio comparó el cerebro de 110 mujeres en el tercer trimestre de su primer embarazo con el de mujeres que nunca habían estado embarazadas. Los resultados constataron que el cerebro de las primeras ya era anatómicamente muy diferente al de una mujer no embarazada antes de que naciera el bebé.

Los cambios se dieron principalmente en las redes cerebrales. No solo la llamada red neuronal por defecto -que se activa cuando la mente está en reposo y se desactiva cuando se realizan tareas que requieren atención, implicada en procesos como la reflexión del yo y la capacidad para empatizar- sino también las regiones relacionadas con la atención.

Luego se volvieron a evaluar a todas las participantes un mes después del nacimiento y se observó que, a medida que avanza el posparto, algunos de los cambios cerebrales producidos por la gestación se restituyen, pero otros no. Aquellos que afectan a las redes cerebrales encargadas de la atención tienden a volver al estado preembarazo rápidamente tras el parto, pero los que afectan a la red neuronal por defecto no revierten fácilmente, sino que persisten en el tiempo y seguramente sean de por vida.

¿Qué papel tiene el tipo de parto?

Aunque el estudio no estaba dirigido para evaluar el tipo de parto, unas mujeres dieron a luz por parto vaginal, otras por cesárea de emergencia y otras por cesárea programada. Quienes habían dado a luz por cesárea programada tenían cambios cerebrales diferentes de las que sí se pusieron de parto, independientemente de si luego parieron por vía vaginal o cesárea.  Esto sugiere que el trabajo de parto, independientemente de cómo termine, influye en la neuroplasticidad materna.

Las expertas también confirmaron que cuanta más ansiedad tiene la madre durante el embarazo, peor experiencia de parto posee. Y, una peor experiencia de parto, se asocia con mayor estrés durante el posparto y, este a su vez, se asocia a más síntomas de depresión y peor vínculo con el bebé.

Lo que todavía desconoce el equipo de investigación es lo que hay detrás de estos cambios, por lo que seguirán trabajando en este y otros objetivos en futuros estudios.

Metas a largo plazo

Algunas de las preguntas que se harán en las próximas investigaciones tendrán que ver con lo que ocurre en los segundos embarazos o en las madres adoptivas porque, aunque no posean los cambios de la gestación ni del parto, sí tienen aquellos producidos por la interacción con el bebé, niño o adolescente a adoptar. Además, quieren seguir analizando la duración de dichos cambios.

Matrescencia sí, "mommy brain" no

Definido por la antropóloga estadounidense Dana Louise Raphael en los años 70, la matrescencia hace referencia a la profunda transformación que conlleva la maternidad. Aunque quedó algo en desuso, el término se ha ido recuperando gracias a psicólogas como Aurelia Athan o psiquiatras como Alexandra Sacks.

De hecho, un artículo publicado en 2023 en la revista JAMA Neurology exponía la necesidad de cambiar el relato de lo que comúnmente se ha conocido como "mommy brain" o "cerebro de mami", que da nombre a la pérdida de memoria y a la niebla cerebral que tantas mujeres embarazadas y en posparto padecen, y llevarlo a una etapa madurativa. La idea de que la maternidad está plagada de déficits de memoria y se caracteriza por un cerebro que ya no funciona bien no es científicamente cierta

Ha llegado el momento de rebautizar el 'mommy brain' y que se refleje la adaptación del cerebro de las mujeres para asumir la extraordinaria hazaña de la crianza. Para ello, debemos seguir centrando nuestra investigación en comprender el conjunto de adaptaciones neuronales que acompañan a la maternidad y dar a ese órgano el crédito que merece”, concluyeron las investigadoras.

 

Fuente: SINC.