Hace un año atrás, Franco Martín era un nombre que cruzaba el país, atento al destino de Christian Lanatta y Víctor Schillaci tras la caída de Martín Schillaci. El sereno de la arrocera que ambos escogieron para refugiarse no sólo los encontró, sino que fue su rehén y estuvo con ellos en el momento en que fueron capturados. A 12 meses del hecho, recordó detalles de esa jornada calurosa que al parecer jamás olvidará.

En diálogo con los periodistas Pablo Montenegro y Evelin Machain en Radiópolis (Radio 2), Martin admitió que aunque no le cambió la vida, este capítulo que vivió un año atrás vuelve una y otra vez.

“Por acá no pasaron patriotas, eran delincuentes”, manifestó cuando se le preguntó por la movida que se despertó en Cayastá tras la captura de los fugados, en la que intentaron promover la zona sólo por haber sido escenario de la búsqueda de estos hombres.

Según señaló, esa mañana antes de ir al campo, ubicado a unos 7 kilómetros de Cayastá, pasó por la sede policial porque ya había sido advertido por el propietario del lugar, que los fugados estaban en la zona. Un amigo suyo que pertenece a las Tropas de Operaciones Especiales (TOE) le recomendó esperar a los uniformados para dirigirse a la arrocera. En ese momento, recibieron la noticia de que habían encontrado el arma de Martín Schillaci por lo tanto, debieron ir en su búsqueda.

Franco optó por llegar a su lugar de trabajo por las suyas. “Que sea lo que dios quiera” se dijo y enfiló con su moto. Una vez en el lugar, hizo una inspección ocular sin detectar ninguna sospecha. Se subió a un tractor y fue entonces que aparecieron dos hombres que, en principio, confundió con agentes policiales ya que vestían ropa camuflada. Lo apuntaron con armas de fuego para obligarlo a descender. El sereno decidió imponerse y exigir que bajaran las armas. Lo logró.

Una vez en tierra firme, de acuerdo al relato de Martín, los fugados le consultaron la ubicación y las rutas por las cuales salir de ahí. “Dijeron que tenían que llegar a Reconquista, que allí los buscaban para llevarlos a Paraguay”, indicó. Luego, pasaron al vestidor con la intención de darse un baño, también le pidieron que les cebara mate. No había comida en el lugar.

“Sólo temí por mi vida cuando me apuntaron pero cuando logré que bajaran las armas y dialogar me tranquilicé. Pensé en correr por donde ellos corrieran, brindarles seguridad, traté de no ponerlos nerviosos porque sabía que en cualquier momento llegaban los de TOE”, destacó el cuidador. A continuación, se dispuso a abrir un ventiluz y fue en ese momento que alcanzó a ver la camioneta policial. Simuló no haberla visto, tomó el paquete de yerba que estaba roto y Lanatta le habló: “Tranquilo que no pasa nada, vos un trabajador como nosotros”, le dijo, quizás creyendo que estaba alterado.

Pero no pudieron tomar mates juntos. Enseguida todos vieron a la distancia al vehículo policial que avanzaba hacia ellos. “Mi amigo de la TOE advirtió que no salía a recibirlos. Abrieron la puerta y Lanatta le dijo que 'no pasaba nada, estamos por tomar unos mates y nos vamos a trabajar'”, contó Martín sobre cómo intentó engañar a los policías.

Tuvieron que salir con las manos en alto del vestidor. Según recordó el sereno, le hizo señas con los ojos a su amigo policía para advertirle que en la cintura tenían armas. Ambos fueron reducidos y desarmados. “No se resistieron porque no tenían opción de nada”, consideró.

En cuanto a la recompensa de 2 millones de pesos ofrecida por el gobierno bonaeres para quien aportara datos sobre los buscados o bien, colaborara en su captura, Martín descartó haber recibido un sólo peso. El año pasado se comprometió a donarlo al pueblo si la obtenía pero no fue así.