Mínimo. De cortesía. Protocolar. Frío. Así fue el aplauso que recibió el discurso del secretario de Agricultura de la Nación, Matías Lestani, en el acto de remate del primer lote de soja de la campaña 2021/2022 que se realizó este jueves en la Bolsa de Comercio de Rosario marcando el inicio formal de la comercialización de la oleaginosa. Y no tanto por lo que dijo sino porque crujen los lazos entre gobierno y agroindustria.

“A través de la articulación con YPF Agro está garantizado el abastecimiento de gasoil”, dijo sobre una de las problemáticas que más afecta hoy al agro. “No faltarán fertilizantes”, prometió ante la preocupación de productores por la reducción de importaciones.

“Nuestro Ministerio es de puertas abiertas. Creemos en el diálogo y en la búsqueda de consensos”, aseguró el alto funcionario. “No se van a tomar medidas que impacten en el agro que no tengan respaldo técnico y que no hayan sido muy conversadas”, enfatizó en un claro tiro por elevación y sin nombrarla a la propuesta del impuesto a la “renta inesperada” que cocina el gobierno nacional y que previamente había criticado en su discurso el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Miguel Simioni.

Precisamente, Lestani tomó la posta al espíritu del discurso de Simioni, que puso a los productores y a la producción en el centro, pero sus palabras no convencieron al auditorio que lo escuchaba en el recinto de operaciones del mercado adonde se hizo el remate.

Es que la cadena sojera internalizó, no sin casos que lo sustenten, que el Ministerio de Agricultura no tiene una gravitación decisiva en la definición de las medidas de mayor impacto fiscal, cambiario y rentístico en el agro. En efecto, muchas de las regulaciones que más negativamente les impacta -como la fijación de precios máximos, el control de las exportaciones y los aumentos de impuestos- se definen más en la Secretaría de Comercio Interior, en el Ministerio de Economía o en el Banco Central.

Entonces: ¿tiene sentido dialogar con Agricultura cuando las decisiones se toman en otros despachos? Y ahí es cuando irrumpe otra lectura ya no de la tribuna sino de la dirigencia. “Si no estarían los dialoguistas de Agricultura la situación sería mucho peor para el agro”, sintetiza un dirigente rural de paso frecuente por la Bolsa apenas terminado el acto. “Un amortiguador. ¿Qué incidencia tiene? ¿Un 10% como mucho? Es poco. Pero peor sería que el ministro Julián Domínguez no esté y que los duros se queden hasta con ese Ministerio”, acota otro dirigente pero vinculado al comercio de granos.

Ocurre que Lestani es un técnico impecable, que hasta el año pasado era el jefe de los economistas de CRA, una de las entidades de la Mesa de Enlace, cuyo salto al otro lado del mostrador provocó muy duras críticas, sobre todo de los autoconvocados más extremistas y politizados.

 Un rato antes del acto formal, en un salón reservado armado detrás del escenario (adonde se suele reunir la Cámara Arbitral para fijar precios de Pizarra), el secretario se reunió con los presidentes de las Bolsas cerealeras de todo el país y los dirigentes de la Mesa de Enlace. El trato allí fue considerablemente más cercano, constructivo y cálido frente al distante que se palpó a la hora de los discursos. Lestani pidió a los referentes de la agroindustria que, pese a la creciente crispación campo-gobierno y la belicosidad de los sectores autoconvocados, no corten canales de diálogo.

En esas conversaciones informales mientras esperaban el inicio del acto dio a entender que el impuesto a la renta inesperada no va prosperar y explicó un poco más en detalle cómo está haciendo para normalizar en breve el abastecimiento de girasol vía YPF Agro. También les detalló que hay cálculos del Banco Central sobre un mayor nivel de ingresos de divisas para mediados de año que permitiría darle más fluidez a las importaciones permitiendo que el campo llegue a la siembra de trigo tranquilo en materia de insumos.

No en vano las críticas del discurso del presidente de la Bolsa (falta de gasoil y fertilizantes, presión impositiva, falta de obras de infraestructura, etc.) no tuvieron destino hacia el Ministerio de Agricultura. “Lo que no se concibe es la falta de previsibilidad de parte de las autoridades. Se necesitan reglas de juego claras y transparentes y con mercado libres”, resaltó Simioni desde el estrado.

Finalmente, y cuando quedaban ya pocos invitados en el coctail posterior al acto que se sirvió en el hall central del edificio institucional de la Bolsa, un referente del agro recurrió a una particular pero clarificadora comparación de la relación de la dirigencia agropecuaria con el Ministerio de Agricultura y temor al resto de gobierno nacional: “Si vos serías un soldado ucraniano y te vendría a atacar con todo un soldado ruso, preferirías encontrarte enfrente con un ruso que es medio familiar lejano tuyo que te va a tirar a las piernas y no con uno que ni te conoce y que no va a tener problemas en querer volarte la cabeza”.