El dragado del canal del río Paraná obra como una manta corta en medio de la sequía y el zanjón para garantizar la navegación de barcos mercantiles se chupa el agua de los arroyos y riachos del humedal. Una de las consecuencias es la mortandad de peces que quedan atrapados en charcos calientes y sin oxígeno. Pero también el agua potable escasea para las personas en zonas de islas y Victoria: “Tenemos un problema urgente”.

“Nos pasó el año pasado y vuelve a ocurrir ahora, con la bajante no entra agua a los riachos y el humedal se seca”, alertó Javier Núñez, guía de turismo y pesca en las islas e integrante de la organización “Humedales Victoria”.

Conocedor de la zona, Javier contrastó un proceso de dragado continuo sobre el cauce de navegación frente a Rosario, que se mantiene en torno a los 34 pies, con la ausencia de mantenimiento de las bocas que alimentan las islas. 

Según describió, “el sedimento se acumula y sube el fondo de los riachos, es alarmante cómo deja de entrar el agua porque no dragan las bocas”. “Vimos cardúmenes de sábalos atrapados en la boca del Bobo como nunca porque el río pierde profundidad, se calienta y falta oxígeno”, agregó en diálogo con Rosario3.

“A eso se suman los terraplenes ilegales, que nosotros tenemos más de 20 denunciados en la zona, que impiden el paso de agua a las lagunas para ampliar campos. Cuando el río baja, como ahora, es impresionante cómo se va el agua”, relató el baqueano, que es conocido como Tula entre los pescadores y amantes del río.

Hace casi dos años cuando la bajante no había tocado su piso (la más larga registrada desde 1884), el Taller Ecologista avisó: "Todos los impactos negativos sobre el ambiente se profundizaron con el sobredragado".

Bajante y bocas tapadas

 

El dragado es vital para el comercio sobre "la autopista líquida" (ex Hidrovía) pero funciona como un pozo que concentra el poco caudal que circula en el Delta. El Paraná se recuperó a fines del año pasado y en noviembre llegó a los tres metros de altura frente al puerto de Rosario. Pero en las últimas semanas volvió a caer. Este martes perdió otros 11 centímetros y llegó a 0,45 metros.

Altura del río: bajo cero en enero del 22, recuperación en noviembre y nueva caída (Prefectura).

Si bien el Instituto Nacional del Agua (INA) pronosticó esta nueva bajante, los registros ya están en los niveles mínimos de esos informes y se acercaría a cero la semana que viene (0,20).

Las organizaciones ambientales de Victoria elaboraron un informe con imágenes que indican tres bocas que son “indispensable dragar para que alimenten a nuestro humedal y así lograr que los riachos y arroyos mantengan su caudal actuando como cortafuegos naturales”. 

Uno de esos puntos es la “Boca a la altura de la boya 500”, frente a Diamante (32 13’43”S 60 39’37”w).

Además, avisaron: “La ciudad de Victoria está atravesando una crisis hídrica sin precedentes que pone en riesgo el abastecimiento de agua potable a la población”.

No hace falta irse muy lejos. Frente a Rosario y detrás de la Invernada, el Paraná Viejo se volvió un hilito de agua como ocurrió el verano pasado, reflejó De 12 a 14 (El Tres) este martes. 

Mortandad de peces y zonas sin agua potable

 

El sitio de Radio Victoria difundió un video en donde se refleja ese fenómeno: sábalos muertos y estancados en cursos decrecientes.

Según explicó Javier Núñez, la Municipalidad de Victoria añadió una capa de complejidad a la coyuntura al intentar tabicar la salida de agua de la Laguna Grande para que, de alguna manera, no se le “escape” el poco recurso hídrico que dispone.

El año pasado, cuando el Paraná estuvo en cifras negativas de altura, la ciudad llegó a tener problemas de suministro de agua y temen que eso se repita. 

Paula Arella vive en la zona semi urbana de Victoria y confirmó a Rosario3 que el suministro se redujo en las últimas semanas. “Tenemos un problema urgente porque la ciudad se está quedando sin agua, no solo los peces, las personas también”, afirmó.

"Acá no llega el tendido de la red y el camión con agua de la Municipalidad antes venía dos veces por semana, que ya era poco, y ahora cada ocho días, lo cual hace difícil la situación”, relató.

Paula contó que se baña en una palangana y luego recicla el agua para lavar la ropa y después los pisos y más tarde la usa para el inodoro. “Voy a la casa de una vecina que tiene pozo para tomar pero desde el 15 de diciembre me redujeron a menos de la mitad el suministro de agua”, señaló.

“Yo estoy yo sola, con las perras, pero hay familias acá sin agua y eso es grave. En la ciudad están cortando el agua por horas”, agregó.