Como una mala pasada del destino, Diego Armando Maradona no fue feliz la última vez que pisó una cancha de fútbol, el deporte que lo consagró como rey. Físicamente castigado, el Diez casi que cumplió con asistir al estadio de Gimnasia en el regreso del torneo, donde se lo homenajeó por su cumpleaños Nº 60, justo ese viernes 30 de octubre.

Las imágenes televisivas en la previa de ese partido ante Patronato, donde el DT del Lobo fue agasajado, mostraron a un Maradona con serias dificultades para caminar y expresarse.

Diego recibió una plaqueta de la Asociación del Fútbol Argentino de manos de su presidente Claudio Tapia; y otra de la Liga Profesional, por intermedio de su máximo responsable Marcelo Tinelli.

Tras unos minutos en el campo de juego, el Diez se retiró de la cancha, de acuerdo a lo establecido previamente por recomendación médica.

Muchos apuntaron por entonces a su entorno, que nada hacía por cuidarlo sino que por el contrario, recibió acusaciones de trasladar a Diego hasta el Bosque platense por compromisos comerciales con sponsors.

Dos días después, el astro del fútbol fue internado en un sanatorio de la ciudad de La Plata para realizarse un chequeo al presentar un "bajón anímico" y anemia, según su médico. Luego se decidió que era necesaria una cirugía para remover un hematoma subdural, que se practicó exitosamente y pocos imaginaban su muerte menos de un mes después.

Su última vez en la Bombonera, con Boca campeón

 

Como contrapartida, la vida sí le dio un último regalo futbolístico a Diego y fue ver a su querido Boca gritar campeón en la Bombonera, a pesar que él asistió como DT del Lobo y sufrió el resultado que consagró al Xeneize.

Maradona pisó por última vez el césped del mítico estadio boquense el 7 de marzo pasado, la noche en que Boca ganó la Superliga 2019/20 al vencer por 1 a 0 a Gimnasia.

El jugador de fútbol más grande la historia, que falleció este miércoles a los 60 años, vivió en ese reducto jornadas de gloria como jugador y también como hincha fervoroso de la "azul y oro", en su palco de la calle Del Valle Iberlucea, entre una de las áreas y la mitad de la cancha.

Quizás aquel pico "irreverente" con Carlos Tevez, el héroe de la noche con el gol del campeonato, fue un poco el sentimiento de cincuenta mil almas que esa noche se olvidaban por un momento de querer ganarle el campeonato a River y le brindaban todo su amor al ídolo eterno.

Atrás quedaron declaraciones duras del ídolo y la dirigencia de Boca por algunas cuestiones políticas internas del club. Y todo se superó cuan Diego asomó su cuerpo, levantó los brazos y alzó su mirada hacia las tribunas.

Como demostración de ese pacto de amor inalterable, Diego llegó esa tarde en el micro de Gimnasia, escoltado por "La 12". Un rato después, la barra desplegaba en la cabecera de la Casa Amarilla un "trapo" que lo decía todo: "Diego sos y serás lo más grande de la historia".