En junio del año pasado, para Claudio Tapia, presidente de AFA, el nombre de Jorge Sampaoli era el más indicado para tomar la dirección técnica de la selección nacional y conducirla al próximo Mundial. Tan es así que le pagó un millón y medio de dólares a Sevilla para que lo dejaran en libertad.

Pero ese deslumbramiento inicial por el técnico que había dirigido a Chile en la última Copa del Mundo se desvaneció en estas últimas semanas. Porque Argentina nunca halló (en un año y un mes) ni siquiera una identidad futbolística y porque además, la relación con el plantel no fue lo suficientemente buena como para conformar un grupo de trabajo unido.

De este modo, la eliminación en octavos de final a manos de Francia no sorprendió a nadie luego del paupérrimo andar en la fase de grupos (sólo maquillado por el espasmo de la victoria agónica ante Nigeria). Y ahora, hay consenso en que la salida de Sampaoli sería lo más conveniente para arrancar de cero.

Pero a Claudio Tapia y los demás integrantes de la mesa chica de AFA hay un tema que los frena: la cláusula de rescisión que deberían pagar para despedirlo, de nada menos que 20 millones de dólares. 

Ese ítem en el contrato desaparecería recién una vez finalizada la Copa América 2019, por lo que una posible salida es esperar que se acabe ese certamen y una vez allí, con tres años por delante hasta el próximo Mundial, ir a buscar al DT que encabece el nuevo proyecto.