Rosario Central fue el mejor equipo del 2025. No hay dudas. Tres fechas antes del final de la etapa regular del Torneo Clausura ya no había nadie que lo alcanzara. El plantel de Ariel Holan hizo todos los méritos del mundo para ser reconocido. Fue el que más victorias obtuvo, el que menos derrotas acumuló, el que más veces terminó con su arco invicto y muchos argumentos más.
Central fue el mejor también en la primera parte del año, sin Di María; el Canalla ganó los dos clásicos de la temporada, derrotó a los clubes más encumbrados del torneo e hizo una campaña de campeón. Sin embargo, este trofeo de la AFA no le hace bien a Central, solo alimenta los rumores de las calles y las redes, solo legitima a los que especulan con presuntos privilegios.
La imagen del presidente, el entrenador y los capitanes del plantel saliendo de las oficinas de calle Viamonte con la copa en los brazos no hace más que enlodar los méritos que mostró dentro del campo.
"SÚPER MERECIDO PARA UN CLUB COMO EL NUESTRO. ESTAMOS FELICES"
— TNT Sports Argentina (@TNTSportsAR) November 20, 2025
Gonzalo Belloso, presidente de Rosario Central, habló tras recibir el trofeo por parte de la AFA como campeones de la liga.#PelotaParada pic.twitter.com/gU30iW6JGk
Lo que está en tela de juicio no son los méritos de Central, nadie puede poner en discusión los números irrefutables ni los puntos obtenidos en la cancha, ni la jerarquía de Ángel Dí María, ni que Broun sea el arquero con menos goles recibidos, ni que Ibarra fue el mediocampista con más quites del campeonato, ni el desequilibrio de Campaz, ni la capacidad goleadora de Veliz, ni la firmeza de Mallo, Quintana y Komar.
Pero las reglas son las reglas. Nadie sabía que el mejor de la temporada tendría una copa y una estrella. Tampoco lo sabían los propios futbolistas ni el cuerpo técnico, que había planificado un entrenamiento con una posterior conferencia de prensa de Alejo Véliz, que en la mañana de este jueves fue cancelada por "un cambio de turno en el entrenamiento", según informaron desde el club. Claro, los jugadores y el cuerpo técnico debían estar a esa hora en la AFA.
El problema es la obscenidad con la que se modifican los reglamentos, con los campeonatos en disputa. No fue esta la primera vez. El 17 de octubre de 2024, el día en que Chiqui Tapia era confirmado en su segundo mandato, el "monarca" confirmó la suspensión de los descensos en Primera División. En junio 2023, en pleno campeonato, se canceló uno de los 3 descensos y solo bajaron de categoría 2 equipos. En 2022, Patronato se consagró en la Copa Argentina y obtuvo el derecho a jugar la Supercopa Argentina en Abu Dhabi ante el vencedor de la Liga Profesional (Boca). Pero eso se modificó por la Supercopa Internacional, en la que en vez del campeón de la Copa Argentina, jugaría quien tuviera más puntos acumulados en la tabla anual (Racing). Y hubo más.
Barracas construyó un estadio nuevo con recursos que no se sabe de dónde salieron, Deportivo Riestra hizo debutar a un streamer, Racing iba a jugar playoffs a puertas cerradas por una sanción de Aprevide, pero fue levantada, los jugadores son sancionados y se les reduce la pena según la cara del cliente, los escándalos arbitrales se multiplican en todas las categorías. Y más.
Central merecía ser reconocido como lo son los campeones de todas las ligas en las que el que más puntos logra se lleva el trofeo y la estrella. Un acto de justicia para el que mejor hizo las cosas dentro de la cancha. Pero la impericia, la improvisación o el desapego por la transparencia, que reinan en nuestro fútbol, pusieron en cuestión los méritos reseñados. Las reglas están para respetarlas, no se puede cambiar de caballo en la mitad del río.



