Se acercan las elecciones en Newell’s, ya con candidatos definidos, y una de las grandes expectativas, entre tantas otras, es saber quién va a ser el entrenador del equipo. Quién va a conducir los destinos futbolísticos de un plantel que deberá rearmarse para ser competitivo el año próximo. Pero hay varias preguntas al respecto.
Por supuesto que, en principio, todo dependerá de cuál agrupación gane las elecciones. No obstante, ¿hay un estilo definido para el fútbol de Newell’s?, ¿coinciden los postulantes al sillón de Astore?, ¿se buscará un entrenador por convicción, o uno que tenga las espaldas suficientes para soportar el peso de los resultados?, ¿o las dos cosas?
Por los nombres que trascendieron no hay una característica definida. Sólo parece haber una cuestión de afinidad que no necesariamente representa un proyecto.
Por ejemplo, cuando el Mago Capria eligió a Mariano Soso, el proceso que comenzó el derrumbe definitivo, al menos dentro de la cancha, ningún dirigente lo contradijo. Nadie levantó la mano para oponerse. ¿Alguien podía apostar por el éxito de un entrenador de muy poca jerarquía y un fanatismo a ultranza por un estilo que no sólo casi nunca funciona, sino que ni siquiera tenía consenso? ¿Era Capria la persona indicada para tomar esas decisiones?
¿Se buscará un entrenador por convicción, o uno que tenga las espaldas suficientes para soportar el peso de los resultados?
Inmediatamente después de Soso, de pésima campaña, llegó Cristian Fabbiani, en las antípodas del estilo futbolístico que pregonaba el técnico anterior, lo que derivó en la salida de Capria. El Mago sí fue coherente.
¿Cuál era el estilo futbolístico elegido por la dirigencia? Otra pregunta, el estilo. ¿Debe decidirlo la comisión directiva o el entrenador? ¿Se debe jugar como el entrenador quiere o se debe optar por un conductor que responda a las características que pretende la dirigencia?
Son todas preguntas que todavía no tienen respuesta. Es un tema sensible. Quien gane las elecciones no debe fallar en ese rubro. El director deportivo, o mánager, o como se lo quiera llamar, debe tener un ojo clínico para optar por la mejor opción dentro de las posibilidades que se barajen.
La construcción del plantel es fundamental, pero el trabajo entre el director deportivo y el técnico debe estar lo suficientemente aceitado como para que el grupo de futbolistas responda a las características buscadas.
No deben repetirse errores como Gaspar Iñíguez o Darío Benedetto. Para que ello no suceda, es imprescindible que no se le entreguen las llaves del club al entrenador. Las llaves las deben tener siempre quienes fueron, en este caso serán, elegidos por los socios.



