Volatilidad del dólar y reformas: ¿Se vislumbra la recuperación económica?

La economía Argentina entre la desesperanza y los primeros signos de recuperación

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Duro. Durísimo. La economía argentina atraviesa uno de los momentos más críticos de los últimos años. El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) muestra una caída interanual del 8,4% en marzo, una cifra alarmante que refleja una economía en picada. La volatilidad del dólar ha sido protagonista, cerrando la semana con una subida del 12%, mientras el mercado intenta digerir la incertidumbre. A pesar de los números verdes incipientes de abril, la sensación de inestabilidad sigue siendo dominante.

El dólar MEP se sitúa en $1.205,73 pesos y el riesgo país alcanza los 1.443 puntos, ambos con incrementos significativos que no auguran tranquilidad. El AL30 cae un 7,02%, sumándose a un panorama bursátil sombrío. El Banco Central (BCRA), aunque ha comprado divisas por USD 550 millones, apenas logra aumentar las reservas a USD 29.113 millones. La reciente licitación del Bopreal por USD 60,3 millones es un reflejo de la cautela del mercado.

La reciente baja de tasas ha añadido presión sobre el tipo de cambio. La licitación donde quedaron muchos pesos sin destino ha despertado al dólar, generando el movimiento más significativo del año. Sin embargo, para un gobierno que ha disfrutado de relativa estabilidad cambiaria, este episodio es una dura advertencia de la fragilidad subyacente.

El atraso cambiario es cada vez más evidente, agravado por la lenta liquidación del sector agropecuario. El discurso presidencial intenta calmar las aguas con promesas de eliminar el Impuesto PAIS y las retenciones, buscando anclar expectativas. 

El crawling peg del 2% está peligrosamente cerca de la tasa de política monetaria, mientras la inflación sigue acercándose. A pesar de las fluctuaciones del MEP, no se vislumbra un salto cambiario inmediato. Los rumores sobre la liberalización del cepo cambiario crecen, pero no parece una solución inminente. El gobierno juega con las expectativas y, sin certezas, el mercado sigue en vilo.

La recomposición de las cuentas públicas es un camino largo y complejo. El BCRA, aún con reservas netas negativas, ha inflado su patrimonio. Aunque se ha logrado reducir el déficit fiscal y pasar a un superávit, la sostenibilidad de estas cifras es cuestionable en un país que no crece. Las tarifas, congeladas en un invierno que promete ser históricamente frío, significan un aumento del gasto público en subsidios energéticos.

La citada intención de eliminar del Impuesto PAIS y las retenciones plantea la pregunta de dónde saldrá la recaudación fiscal necesaria. Los únicos impuestos que crecieron en términos reales son precisamente los que el presidente planea eliminar. En un contexto de déficit, encontrar nuevas fuentes de ingresos será vital para mantener la estabilidad fiscal.

El BCRA avanza hacia la destrucción de los pasivos remunerados mientras acumula reservas aunque quizás de lo esperado. La última licitación mostró poco movimiento, y se espera que los bancos públicos liciten Lecaps en las próximas semanas, eliminando gradualmente los pasivos remunerados como problema. La sinceración de los números del BCRA, que reconoció una pérdida contable de USD 52.200 millones en Letras Intransferibles, es un claro ejemplo del vaciamiento que ha sufrido la entidad en los últimos años.

Las tasas de interés siguen siendo un punto de convergencia. A pesar de las previsiones en contra, el gobierno ha logrado acercar la economía al crawling del 2%. Un manejo prudente de las tasas puede estimular la inversión y ayudar a controlar la inflación. Este equilibrio es delicado, pero vital para la recuperación económica.

Las recientes licitaciones y la compra de AL35 por parte del Tesoro al BCRA han sido intentos de manejar el exceso de pesos en circulación. Sin embargo, la deuda sigue siendo un problema acuciante. La falta de apoyo político ha elevado el riesgo país y depreciado los bonos soberanos. La voluntad de pago del gobierno parece firme, pero la capacidad de pago sigue siendo una incógnita.

Las acciones argentinas han sufrido una semana de fuertes caídas tras una subida vertiginosa. Invertir en este mercado es un juego arriesgado, con alta volatilidad y la esperanza de altos retornos. Los inversores valientes pueden encontrar oportunidades, pero deben estar preparados para los altibajos.

La curva de pesos se está reconstruyendo lentamente. La licitación de la próxima semana será crucial para definir el rumbo económico del gobierno. Mientras tanto, el mercado de bonos hard-dollar sigue siendo atractivo para aquellos dispuestos a asumir el riesgo. La compresión de tasas debería, eventualmente, traducirse en una subida de precios.

La economía argentina se encuentra en un punto crítico. La volatilidad del dólar, la baja de tasas, y las dificultades fiscales y monetarias pintan un cuadro complejo y desafiante. Las promesas del gobierno de eliminar impuestos y liberalizar el cepo cambiario generan expectativas, pero sin acciones concretas, estas promesas pueden quedarse en meras palabras.

A pesar de todo, es innegable que se han logrado ciertos avances. La acumulación de reservas es un paso en la dirección correcta. El superávit fiscal, aunque frágil, muestra un esfuerzo por controlar el gasto público. Las medidas para eliminar los pasivos remunerados del BCRA indican una voluntad de enfrentar problemas estructurales de larga data.

El compromiso del gobierno con la estabilidad y la recuperación es evidente en sus esfuerzos por anclar expectativas y generar confianza. La eliminación del Impuesto PAIS y las retenciones, aunque desafiantes, son señales de una visión a largo plazo para una economía más abierta y competitiva.

Las próximas semanas serán decisivas para ver si las medidas adoptadas por el gobierno comenzarán a mostrar resultados positivos o si la incertidumbre continuará dominando el panorama económico. Argentina tiene los recursos y el potencial para revertir estos momentos pero está por verse si los políticos finalmente acompañan.

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