Fertilizar y nutrir, dos conceptos para lograr rentabilidad en los sistemas productivos

La reposición de nutrientes es un pilar fundamental para el cuidado de los suelos. Con un manejo responsable se pueden obtener grandes resultados, fundamentalmente en maíz y soja

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Teniendo en cuenta que el recurso tierra es el más importante para un productor, que siempre se propone “dejarle” a sus descendientes mejores suelos que los recibidos, debe señalarse que la reposición de nutrientes es fundamental. Se trata de una acción que, si bien ha crecido en los últimos tiempos, no ha logrado compensar la “extracción” que el sector productivo realizó, al menos, en las últimas décadas. 

Ecos365 participó de un ciclo de conferencias organizado por la empresa “Profertil”, que tuvo como protagonista al ingeniero agrónomo Fernando García, un reconocido profesional con enormes conocimientos en la materia. Precisamente, aseguró que la fertilización tiene una alta rentabilidad a través del fuerte incremento productivo que genera cada kilo de nutrientes aportado.

El reconocido especialista explicó que el relevamiento de suelos pampeanos realizado en 2018 por el INTA y la Asociación Fertilizar, mostró una importante disminución de los niveles de materia orgánica y caídas en el pH, fósforo, cationes y micronutrientes como zinc y boro.

En el caso de la materia orgánica, por sus numerosas propiedades y su importancia en la calidad y salud del suelo, esta pérdida va mucho más allá de su función como reservorio de los principales nutrientes (nitrógeno, fósforo, azufre, zinc, etc.) y está asociada fundamentalmente a la falta de rotaciones (monoculturas) y períodos de barbechos desnudos prolongados que reducen la incorporación de carbono.

Brechas de rendimiento

García indicó que la información generada en los últimos años a través del proyecto “Atlas Global de Brechas de Rendimiento”, que en Argentina incluye investigadores de INTA, CONICET y universidades, muestra que las brechas de rendimiento entre los promedios actuales y los alcanzables en condiciones de secano son del 30-40% en trigo, maíz y soja. 

Esas brechas pueden ser atribuidas a numerosos factores de producción, pero sin lugar a duda la correcta nutrición de suelos y cultivos juega un rol fundamental.

“En ensayos de largo plazo, se han indicado contribuciones de la nutrición a los rendimientos del 20% al 70% para cultivos extensivos”, indicó García.

El especialista Fernando García.

 

De todas maneras, el experto reconoció que se debe manejar la nutrición de cultivos a nivel de ambiente dentro de cada lote, de manera de ser más eficientes y efectivos en el uso de los nutrientes del suelo (recurso) y de los nutrientes aplicados vía fertilizantes, abonos o enmiendas (insumos). 

“La adecuada nutrición del cultivo es una condición necesaria pero no suficiente para el logro de altos rendimientos, la misma debe insertarse como un engranaje del sistema de producción”, recomendó. Así, hizo hincapié en el manejo responsable de los nutrientes, que incluye cuatro requisitos: “aplicar la fuente correcta en dosis correcta, en el momento y forma correctos”. Justamente, todo ello debe basarse en principios científicos y en la evidencia generada a partir de trabajos científico-tecnológicos. Como bien definió García, “en una nutrición basada en evidencia”. 

Cómo tomar decisiones

La toma de decisión de la fertilización se basa en el diagnóstico de la fertilidad del suelo y de la nutrición del cultivo, en cada ambiente dentro de cada lote en el cual se trabaja. El experto detalló los aspectos que incluye: análisis de suelo, evaluación del perfil del suelo, disponibilidad inicial de agua, presencia de napas; historia del lote/ambiente (rendimientos y fertilizaciones anteriores); rendimiento alcanzable, año climático; monitoreo del estado nutricional del cultivo (análisis foliar, sensores remotos y locales, imágenes, franjas de saturación)

“Sin dudas el punto central es caracterizar el suelo y su estado de fertilidad y el análisis de suelo es inicial en esa evaluación. Vale destacar que, a nivel regional, el muestreo de suelos es una tecnología que aun siendo de bajo costo es poco utilizada, se estima que se muestrea solo un 20-30% de los lotes que se siembran”, señaló. 

El especialista remarcó que el diagnóstico permite cubrir los dos primeros requisitos (fuente correcta y dosis correcta). En ese sentido, admitió que ambos son clave para que la toma de decisiones sobre fertilizar mejore la productividad (achicando la brecha entre los rendimientos actuales y los alcanzables), sea rentable y minimice el impacto ambiental y social.

Teniendo en cuenta que la identificación de ambientes con deficiencia asegura el uso rentable de nutrientes, García comentó experiencias: 

a) Maíz: en ambientes con deficiencias presentan respuestas de 15 a 25 kilos de maíz por kilo de nitrógeno aplicad o, de 25 a 65 kg de maíz por kilo de fósforo y de 45 a 95 kilos de maíz por kilo de azufre. El costo varía históricamente entre 6 y 10 kilos de maíz por kilo de nitrógeno, de 20 a 22 kg de maíz por kilo de fósforo y de 4 a 8 kg de maíz por kilo de azufre.

b) Soja: con costos de 11 a 13 kg grano por kg de fósforo y de 3 a 4 kg de grano por kg de azufre, se pueden esperar respuestas del orden de 19-30 kg de soja por kg de fósforo y de 20 a 70 kg por kg de azufre en ambientes con deficiencia de estos nutrientes. 

“Estos números evidencian la rentabilidad de la práctica de fertilización, aún sin considerar el efecto residual de cada nutriente” enfatiza García.

En cuanto a la decisión sobre el momento y forma correcta para realizar la fertilización, señaló que es importante recurrir a la información científica-tecnológica, especialmente la local, que constituye una guía para considerar las alternativas que serán más efectivas y eficientes para cada lote y cada ambiente según el sistema de producción (ambiente, manejo del productor, disponibilidad de capital, logística, etc.). 

Por último, mencionó que las investigaciones en curso proponen nuevas tecnologías de procesos y de insumos que buscan proveer nutrientes para los cultivos en la búsqueda de máximos rendimientos desacoplando producción de impactos ambientales y sociales, “estemos atentos a esos desarrollos”. Para concluir, reflexionó: “una agricultura sustentable requiere del conocimiento científico-tecnológico de los distintos factores de producción y de las interacciones entre ellos”.

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