Entre 2010 y 2019 hubo un promedio de 266 muertes de niños y niñas al año ocasionadas por accidentes de tránsito según informó la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). Es decir, al menos cinco fallecidos por semana. 

Se trata del principal mecanismo de muerte por causa externa en niños de 1 a 15 años, dado que en 2019 murieron 32 niños menores de 15 años por meningitis, mientras que 181 lo hicieron por siniestros viales.

Con el apoyo de la Asociación para la Disminución de los Siniestros Viales (ADISIV), la SAP apuntó que considera preocupante el número de lesiones y muertes ocasionadas por los accidentes de tránsito.

Son absolutamente prevenibles si se cumplieran con medidas elementales como el uso del cinturón de seguridad, la colocación correcta de los sistemas de retención infantil, evitar el exceso de velocidad y no conducir si se consumió alcohol u otras sustancias”, señaló el escrito.

Los principales factores de riesgo que menciona el estudio, son: la falta de uso de cinturón de seguridad y sistemas de retención infantil (SRI); los factores de distracción, siendo el principal el uso del celular; la falta de uso de casco, en motos y bicicletas; el consumo de alcohol y otras sustancias; el exceso de velocidad; la falta de legislación uniforme y aplicación efectiva; la falta de inversión en infraestructura.

Pero además, en el escrito se reflejan otros datos importantes. Por ejemplo, solamente el 55% de los conductores utiliza el cinturón y 1 de cada 5 pasajeros de asientos traseros lo hace.

Solo 1 de cada 4 (26,4%) de los menores de 10 años circula con el elemento de seguridad necesario y solo 4 de cada 10 (42%) menores de 4 años viajan con un sistema de retención infantil, las “sillitas del auto”, y por si fuera poco el 85% de estos sistemas está instalado incorrectamente.

Por otro lado y con el objetivo de prevenir más accidentes, SAP apuntó a estrategias y cuidados. Primero mencionaron la legislación actualizada, uniforme y de aplicación efectiva: los países desarrollados ya demostraron que los controles efectivos, sostenidos en el tiempo y al azar, aumentan el uso de cinturón, casco, SRI y evitan el exceso de velocidad, los factores de distracción y el consumo de sustancias.

En segundo lugar ubicaron los incentivos e infraestructura: es decir, fomentar el uso de modos más seguros, saludables y sostenibles de desplazarse. 

Otra opción que propusieron fue rentificar el tránsito. Reducción de la velocidad en zonas urbanas a 30 km/h con señalización y radarización. Si un niño cruza frente a un automóvil a 13 metros de distancia cuando el automóvil transita a 30 km/h, este puede detenerse justo antes de atropellar al niño. Pero si la velocidad del automóvil es de 50 km/h o más, el niño será atropellado y las posibilidades de que sobreviva serán pocas (OPS).

Otro punto que consideraron clave fue la educación vial. Programas para la comunidad y la educación en las escuelas tienen una baja efectividad para disminuir lesiones graves y muertes por tránsito, según datos de OPS-OMS en 2017. Se recomienda implementar una educación al público con mensajes de vigilancia y control. 

Para finalizar apuntaron al programa de seguridad vial infantil que debe tener un objetivo claro, medible, sus acciones deben ser guiadas por las prioridades que dicten las estadísticas actualizadas y, fundamentalmente, basadas en la evidencia. Deben aunar esfuerzos y articular estrategias los organismos estatales oficiales, Ministerio de Salud y organizaciones civiles afines a la prevención de lesiones y muertes ocasionadas por el tránsito.