Científicos revelaron un caso de homicidio ocurrido hace 1.300 años en un cementerio chino, según un estudio publicado este mes en Archaeological and Anthropological Sciences. 

Se trata del esqueleto de un joven que fue encontrado en una tumba de 2.000 años de antigüedad situada en el cementerio de Shiyanzi, en Ningxia. 

En 2002 se descubrió el cementerio y las osamentas de cuatro personas: un hombre, una mujer, un adolescente y el esqueleto de la víctima, que estaba separado del resto.

La disposición sugería que los ocupantes originales del sitio eran una familia. Sin embargo, el otro cuerpo, cuya antigüedad era de 700 años menos, parecía no tener nada que ver con ellos, lo que llevó a los científicos a conjeturar que se trató de un ladrón de tumbas que fue asesinado o murió por accidente mientras intentaba robar.

Tras realizar un pormenorizado estudio, los investigadores llegaron a la conclusión de que el joven fue víctima de un ataque y no trató de robar en la tumba. Un intruso lo habría apuñalado y después arrojó su cuerpo al cementerio para ocultar el crimen. 

"Podemos concluir que la víctima del asalto no formaba parte del equipo de robo original, basándonos en el hecho de que el relleno del pozo vertical objeto del robo se acumula de forma natural, y la víctima fue encontrada a unos 4,5 metros por encima del suelo de la cámara funeraria, lo que significa que debió de pasar un tiempo considerable después del robo", explicó Wang Qian, el investigador principal, a South China Morning Post. 

Según publicó RT, la investigación demostró en este caso que "la estrategia de ocultar los cuerpos de las víctimas en tumbas o cementerios existentes" se practicó desde la antigüedad.