En estas dos primeras semanas de clases presenciales, 15 colegios privados de Rosario tuvieron que activar el protocolo de aislamiento en burbujas puntuales por casos sospechosos o confirmados de coronavirus. El Sagrado Corazón fue uno de ellos y desde la institución explicaron cómo se trabaja ante la posibilidad del contagio.

El aviso rápido y ante el menor síntoma es la clave, tanto de parte de alumnos como de docentes. Esto señaló el director del Sagrado Corazón, Gustavo Di Mónaco, consultado por Rosario3.

Contó que el jueves de la semana pasada se reportó un caso sospechoso en una alumna del secundario que terminó siendo positivo. Fue el jueves 18 de marzo y fue informado de inmediato lo que permitió aislar a su burbuja.

En rigor, sólo tuvieron que suspenderle una clase presencial a este grupo ya que a la semana siguiente le tocaba la virtualidad. Ninguno de los compañeros se contagió y con diez días de aislamiento, el lunes próximo podrán volver al aula.

“El riesgo (de contagio hoy) siempre está más en el afuera que adentro del ámbito escolar”, observó Di Mónaco, que aseguró que el protocolo se cumple a rajatabla y que entre los chicos hay buen comportamiento. También destacó el trabajo del personal de mantenimiento, esencial para la higienización a mitad de la jornada.

“La escuela es una referencia en la prevención y en la deteccion”, señaló el directivo. Pero no es suficiente. A su entender, hoy el peligro está en la relajación del cuidado afuera –en las actividades deportivas, sociales, familiares– sobre el que las escuelas no tienen ningún control.

Cómo es el protocolo en las escuelas

 

Desde el lunes 15 de marzos, los colegios públicos y privados de toda la provincia trabajan con estrictos protocolos que diseñó el ministerio de Educación, que se ajustan a cada institución, de acuerdo mútiples variables: ubicación, características edilicias, cantidad de alumnos, etc.

Así, cada colegio dividió su alumnado en “burbujas”. Por curso hay dos o más grupos de chicos que se turnan en la presencialidad: una semana se encuentran en el aula, la otra trabajan en su casa de manera virtual para dejar lugar al otro grupo.

Con respecto al ingreso a la institución, se vigila que no haya amontonamientos; y tanto alumnos como docentes y trabajadores no docentes deben cumplir con un proceso de desinfección y control de la temperatura antes de acceder al salón.

Una vez en el aula, lo primero que se hace es una consulta general sobre síntomas y si alguien no se siente bien, es derivado a un lugar especial para el aislamiento. Pero la idea es no llegar a esta instancia y por eso se trabaja mucho con los padres para que estén atentos a cualquier síntoma, por más leve que sea.

Una vez superado este proceso de control, comienza el dictado de clases propiamente dicho durante una hora y media. Como intermedio, se realiza un “recreo largo” en el que los alumnos pueden descansar y socilizar sólo con su burbuja, mientras el personal de mantenimiento higieniza y ventila salones.

Los alumnos luego regresan al aula, previo lavado de manos, para otra hora y media de trabajo.