A. conoció a un chico y se encontraron en la casa de uno de ellos y pasó. Sintieron atracción pero al momento de tener sexo tuvieron temor al coronavirus. Adaptaron las ganas al barbijo y se dieron placer mutuo manteniendo cierta distancia.

Al comienzo de la cuarentena, E. recurrió a la masturbación pero a medida que se habilitaron actividades, también bajó la guardia. Un día probó con sexting y le gustó, recurrió al Tinder varias veces más y fue entonces ahí que nació una relación con una chica. Durante más de un mes estuvieron juntos sin resguardos contra el covid-19.

En medio del distanciamiento social, N. se dio cuenta que su relación virtual con T. era cada vez más intensa. A las charlas amistosas y vagamente eróticas se le sumaron fotos sexies, algo de intimidad por video llamada y finalmente sexo virtual cotidiano.

Todas estas situaciones son reales pero se preservan los nombres de los protagonistas. Podrían agregarse muchas otras más, las de quienes no tienen sexo por miedo al contagio, los que se satisfacen con la imaginación, los que a raíz de la cuarentena empezaron a experimentar falta de deseo, los que después de años de pareja se enfrentan con una convivencia diferente a la acostumbrada. La pandemia no detuvo la sexualidad pero ¿la ha modificado? Rosario3 consultó a especialistas quienes desde su espacio teórico y laboral, brindaron una mirada sobre la cuestión.

Para la psicóloga y sexóloga Bárbara Mariscotti, fundadora de Amor Libre, sólo se pueden abordar generalidades: “Podemos hablar a grandes rasgos de quienes no tenían vínculos sexo afectivos previos a la pandemia, quienes tenían algunos vínculos pero sin convivencia y quienes estaban convivencia”. Los primeros, muchos de los cuales optan por usar Tinder, Happen o Instagram, al inicio de la cuarentena “sintieron una ansiedad muy grande, en algunos casos creció la actividad masturbatoria, el sexting y los juguetes sexuales comprados on line. En la mayoría de los casos cuando el sexo no se estimula, se adormece y hoy nos encontramos con gente que ya no les preocupa. Cuanto más actividad tenemos más deseo hay y al revés, nuestro interés se posa en otras cosas y habría que despertarlo si la persona quiere”, indicó la especialista en Diversidades y Género, aunque reconoció que en su consulta no encuentra gran malestar al respecto.

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“La mayoría de la gente ha roto cuarentena para tener un encuentro ya sea casual o con alguien que se estaba viendo. Los más jóvenes, hasta los 50 años, fueron entendiendo que la infección del covid solo les podía provocar un resfrío y muchos de los casos decidieron romper cuarentena para encontrarse y conocer gente”, comentó al tiempo que advirtió que “también existen personas que s. que siempre disfrutaron de su sexualidad, incluso en los momentos en que no tienen compañeros afectivos o sexuales, que están acostumbradas al autoerotismo y lo siguieron haciendo”. De acuerdo a Mariscotti, en este marco pandémico “no hubo grandes cambios, quizás aumentaron las situaciones de tensión o tuvieron dificultades para verse quienes están en relaciones múltiples o personas que están en otra ciudad. La dificultad radica–remarcó– en que suba la ansiedad y cada vez que pasa nuestro organismo altera tres sistemas: el sueño-vigilia, el digestivo y el sexual entonces pueden aparecer falta de deseo, de erección, de lubricación, de atención, pérdida de orgasmo, aburrimiento pero son situaciones que pasan por fuera de la pandemia”, aclaró.

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La imaginación al poder

La psicóloga especialista en Trastornos de Ansiedad y Sexualidad Carolina Parisi también advierte en su consultorio “disfunciones sexuales, como falta de deseo sexual, eyaculación precoz, niveles elevados de ansiedad y estrés asociado a la incertidumbre que genera la pandemia”. Además, reconoce entre sus pacientes “fobia, hipocondría y ataques de pánico”. Para la profesional, sí existe un miedo al contagio que impide la plenitud sexual: “Muchas personas han tomado con más rigurosidad el distanciamiento llegando a no ver ni a sus familiares, refieren que si se encuentran con alguien en persona quedarían muy expuestos si tienen que besar o abrazar”, comentó. En esos casos, la masturbación y la virtualidad sirven mucho a la hora de generar satisfacción. La imaginación, para Parisi es fundamental. “Las fantasías sexuales son un muy buen recurso terapéutico para activar la energía sexual, muchas veces se recomiendan libros, o películas eróticas”.

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Victoria Sosa hace 16 años es empresaria del rubro sex shop y cuenta actualmente con boutiques eróticas en la ciudad. Ella también dividió aguas entre parejas estables y vínculos casuales e identificó diferentes estados desde marzo pasado. “A los que no tienen pareja la soledad los paseó por varios estados, gimnasio, postres en exceso, sexting. Ya habiendo entrado en la etapa de abstinencia, surgió la ansiedad, y el hecho de meterse en el mundo del sexo virtual permitió un autoconocimiento y un despertar de nuevos comportamiento referidos a sexo”, manifestó. En ese punto, señaló un mayor consumo de películas XXX y eróticas: “Muchos empezaron a recurrir a prácticas nuevas que finalmente fueron beneficiosas para poder vincularse”, indicó y agregó: “Al día de hoy se vive el sexo con muchísima más libertad entendiendo de que "tal la vida en un segundo puede terminar" esto los lleva a concretar todo tipo de fantasía”.

Casados y cansados

¿Qué pasa con el sexo de los que viven y duermen juntos? Mariscotti estableció en ese sentido: “A los primeros días muchos los vivieron como vacaciones y vieron un aumento en la actividad erótica y sexual pero, con el tiempo empezaron a haber choques”, apuntó y precisó: “La situación de pandemia nos agudizó la depresión o la ansiedad, hay miedo por el futuro, hay gente que perdió el trabajo, empiezan a haber roces con personas con las que estábamos antes un par de horas y la desigual distribución de las tareas domésticas que sigue siendo una carga para las personas feminizadas”. Para la también integrante de Mala Junta “estos conflictos requieren muchas habilidades comunicativas, que con el amor y el deseo no alcanza, ya no aguantan a la persona con la que están viviendo”.

“La pandemia vino a agudizar conflictos que ya existían, quienes tenían una mala distribución de las tareas domésticas estallaron, quienes tenían una mala gestión de su tiempo privado también, los que tenían otras relaciones por fuera de una pareja se encontraron con la dificultad con qué hacer, si no tenían una buena comunicación se empeoró. La pandemia nos encontró con los recursos que ya teníamos, incluso la sexualidad y su pareja”, analizó.

Foto: @patriciaesle

Sosa por su parte, también hizo mención a las parejas, “los casados con hijos, por llamarlos de alguna manera”: “La extensión de la pandemia  comenzó a preocuparlos y ahí es cuando queda reflejado que el órgano sexual más importante es el cerebro. Fue entonces que vi muchas derivaciones por falta de lubricación en la mujer acompañado de falta de deseo, disfunción eréctil en el hombre por la falta de concentración, entre tantas otras cuestiones”.

Una ola de ansiedad

El covid-19 no ha detenido la pasión ni el goce pero los ha moldeado. Queda mucho tiempo de convivencia con este virus y los efectos son inevitables. Mariscotti habló de una “ola de fuerte ansiedad y depresión” y explicó al respecto: “Sabemos que eso tiene consecuencias sobre la sexualidad, el aprendizaje y los vínculos. La incertidumbre permanente termina generando lo predecible: un agotamiento de la motivación de la conducta y, mucha gente ya se cansó, todes conocemos a alguien que se enfermó. En términos sexuales si pasamos mucho tiempo sin encontrarnos con alguien o con el deseo dormido, va a pasar que nos va a generar ansiedades, con nuestro cuerpo, con nuestro rendimiento, con la posibilidad de que salga todo bien –esto de ir a un encuentro sexual lleno de expectativas te pone entre la espada y la pared, necesitás que sea todo lo mejor posible si no no te gusta– “, dijo y concluyó: “Es lo que puedo predecir un aumento de la ansiedad de los encuentros y los conflictos de los que comparten su hogar”.