“Tenía los ojos marrones y un poco de viruela, como su ex dueño, bajo la forma de cierto descascaramiento en el lomo. Las paletas musculosas, los cojinillos que aparecían sin ostentación, los testículos negros, esa melancolía, ¿por qué me emocionaban? Si lo nombraba venía en el acto, con púdico amor, y todo él, es nobleza, es sensibilidad, me conmovían tanto que me quedaba sin saber qué hacer, pasándole los dedos por la frente” (Los galgos, los galgos, de Sara Gallardo).

Alan Monzón

Caricaturescos, los galgos a la vuelta de cada esquina en Rosario. Algo señoriales, apenas pisan la vereda con sus patitas en punta que hacen juego con el hocico agudo y los ojos profundos y penetrantes como canicas. En los días más fríos se los podía ver abrigados con sus chalequitos de polar paseando tranquilamente, correa al cuello; y ya en primavera, corriendo a toda velocidad por los parques. Así, tan pacíficos como inquietos, han poblado las calles de la ciudad, sobre todo, las del centro, cada vez más escogidos como mascotas tras ser rescatados del maltrato y el abandono que sufren al ser utilizados para cazar liebres en la periferia y en carreras clandestinas. ¿Qué hay detrás del boom de esta especie en la ciudad? 

“Rosario se llenó de galgos”, confirmó Jesica “Jey” Laborde, representante de Galgos Libres Rosario, una ONG que hace 10 años trabaja en el rescate y adopción de ejemplares de esta raza. “El galgo no era un perro común en la ciudad sino de la periferia. Hasta el día de hoy en las villas de Rosario se siguen usando para cazar”, continuó y contabilizó: “Desde 2024 hasta hoy concretamos 150 adopciones en Rosario y la región, y tenemos dos camadas de cachorros, más los rescatados nuevos, que son unos 40 animales más”.

El aumento de galgos en Rosario es un fenómeno que se explica en la fácil reproducción de la especie pero también, en el abandono que hacen los humanos de los ejemplares. Esta teoría se complementa, de acuerdo a la especialista, en la caída de los “mitos” en torno a este linaje que ha favorecido a la adopción. “Hay perros para hacer dulce, vos levantás una piedra y tenés cinco perras preñadas, perros lastimados y abandonados. Nosotras conformamos una ONG que se mantiene con donaciones, o sea, vivimos en deuda”, lamentó. 

Alan Monzón

Plaga

Para Laborde, la multiplicación de galgos y galgas en la zona está ligado a un escenario de superpoblación de perros y gatos en general. “Rosario está totalmente desequilibrada. Si bien la Municipalidad de Rosario hace campañas de castraciones, no alcanzan para poder bajar la sobrepoblación que hay”, advirtió, pero aclaró que el galgo, precisamente, es un perro que logra una descendencia abundante. “Los galgos tienen camadas de a 10 perros aproximadamente. Y son super fuertes. A la mayoría de las perras las ves en las últimas y sin embargo, alimentan los 10 cachorros que están impolutos y gorditos. Entonces, es un perro medio plaga en los pueblos o en las villas de Rosario”, observó. 

Galgos Libres Rosario rescata muchos perros de los pueblos que rodean Rosario y Santa Fe. “En algunas localidades no hay esterilizaciones o no las suficientes. La gente por su cuenta no los hace castrar, los tiene para cazar una temporada solamente, y después el perro o la perra vive en la calle. Entonces, se reproducen y nadie los alimenta”, describió la problemática que involucra a esta especie. “Son perros gigantes que andan dando vuelta por todo el pueblo, rompen basura y chocan en los autos en las rutas. Vienen para Rosario, pero realmente el galgo es el perro del pueblo”, precisó.

En sus lugares de origen, los galgos son, frecuentemente, utilizados para cazar liebres, pero no de modo deportivo sino con el fin de hacerse de un alimento. De esta manera, contribuyen a la precaria economía de familias cuyos miembros, carentes de lo básico, no pueden mantenerlos adecuadamente. 

Jey indicó que la mayoría de galgos que encuentran y salvan provienen de esos hogares pobres, aunque también siguen siendo explotados en las carreras, a pesar de que fueron prohibidas en 2016. “Se siguen haciendo clandestinamente”, apuntó la proteccionista. “Es difícil dar con estas competencias porque se hacen en campos privados y sus convocatorias en secreto. Entonces, es mega difícil encontrarte con una carrera, poder desbaratarla y demás. Pero no imposible, hace no mucho tiempo, la policía ecológica llevó a Santo Tomé que había una carrera en curso con 70 perros”, apuntó. 

Alan Monzón

Abandono y rescate

Perro plaga, es utilizado y descartado. Laborde sintetizó sobre la maquinaria de explotación y maltrato hacia estos animales: “Los galgos se reproducen tan fácilmente que si se quiebra uno, se pierde o lo que fuera, se lo reemplaza por otro y listo, se usa para el mismo fin. Porque son perros muy inteligentes, todos hacen el mismo trabajo, se les enseña rápido y son muy reemplazables para ellos. Entonces, bueno, los dejan tirados ahí”.

La ONG recoge los restos desde hace diez años. Animales desnutridos, heridos o golpeados. Perros alterados, estresados y asustados. También, enfrenta casos gravísimos: “Hemos recogido perros abiertos de lado a lado o con quebraduras expuestas porque corren a gran velocidad en el campo y si el campo tiene algún pocito, alguna piedra, terminan revolcados y heridos”, detalló y agregó: “En temporada de verano, las moscas. Con el mínimo corte, al carecer de grasa y tener un cuero muy fino, se le posa una mosca y en dos días se comieron la mitad del perro”.

El trabajo encarado por los proteccionistas es arduo: “Los levantamos, los recuperamos y los damos en adopción. Tres pasitos, pero con muchísimo en el medio”, relató Jey, quien destacó que la organización se mantiene con donaciones y que se encarga de los gastos que requieren la salud y la alimentación de cada galguito rescatado. 

“La mayoría de los perros que salvamos provienen de denuncias de vecinos y eran animales usados para cazar. Trabajamos mucho con la Policía Ecológica, que se lleva los perros y vienen con nosotros”, relató. Además, organizan una instancia clave: la tenencia en tránsito, es decir, la acogida temporal de parte de voluntarios hasta que alguna persona pueda brindarles un hogar. “Tenemos que conseguir quien los tenga en su casa,  mínimo un mes, hasta que se recuperen y poder darlos en adopción”, observó.

“Necesitamos plata para comprar la comida, para que se hagan los estudios veterinarios, desde análisis de sangre, ecografía hasta electros. No nos salteamos ningún pasito”, puntualizó sobre las tareas que desarrollan. “Nosotras estamos día a día con el tránsito, velamos para que no les falte nada. Es un desgaste físico y psíquico, hay chicas que hoy en día tienen 12 perros a cargo”, sumó. 

En este lapso, los proteccionistas entendieron que es clave promover la esterilización. “Hemos aprendido a darle más visibilidad al tema de las castraciones con jornadas especiales que promovemos en redes. Es sumamente importante”, subrayó y analizó “Vos ves un perrito rescatado y es genial, pero si vos castrás a 120 animales, mirá todos los perros que te ahorrás rescatar y que, a decir verdad, no vas a poder rescatar porque no te dan las manos”.

Adoptar un galgo

Son un viaje de ida, perros super dulces, muy inteligentes, bastante tercos, pero muy inteligentes”, describió Laborde sobre los galgos. “Les encanta la compañía y estar con otros perros. Duermen todos enroscaditos entre ellos”, detalló sobre su perfil canino. “Son perros con diferentes historias, hay perros con problemas de ansiedad, que no los podés dejar solos porque lloran. Hay perros que te rompen cosas porque son medio cachorrones, pero en líneas generales son perros muy tranquilos”, continuó la descripción.

El tamaño de los galgos y su aprovechamiento para las carreras han consolidado una fama de animal hiperactivo que, en consecuencia, precisa permanecer en lugares amplios y abiertos. Pero no. “Todos esos mitos se fueron derrumbando. La realidad es que un 80% de los perros que dimos en Rosario fueron a departamentos, lo que no quita que deben ser paseados como cualquier animal”, aclaró y profundizó sobre en ese sentido: “Si le das al perro lo que necesita, el perro va a estar bien. Si  vos lo vas a tener en un departamento 8 horas encerrado porque te vas a trabajar, le tenés que dedicar el tiempo que te resta del día  a que el perro tenga su paseo correspondiente, que socialice y, que gaste energía”.

Desde Galgos Libres promueven la adopción de los perritos a través de su perfil de Instagram en el que publican fotos de animales en recuperación y en adopción. Los interesados deben completar un formulario: “Son preguntas que nos hacen entender cómo va a vivir el perro, dónde, nos da un pantallazo. Si está todo okay, pasamos a una entrevista por videollamada. La idea es conocer a la familia que va a adoptar el animal, que machee lo mejor posible con el animal. Intentamos que sea el mejor perro para ese ambiente y dinámica familiar”, manifestó.

Amalfi (Galgos Libres Rosario)

Albertina

Fue en junio, en pleno invierno, que Albertina fue acogida por Priscila en su hogar, en Roldán. La galga llegó a la casa acompañada. De sus tetas hinchadas de leche mamaban 9 miniaturas de sí misma. “Subieron una publicación de ella en un campo en Ramallo con sus cachorritos de dos o tres días. Hacía frío y estaban así, a la deriva”, recordó Priscila sobre la primera vez que vio a la perra galgo. 

Albertina con sus cachorros

“Me rompió el alma. Yo justo había renunciado al trabajo, tenía más tiempo así que les escribí y coordinamos y me la trajeron”, contó sobre la ONG Galgos Libres. “Ellas –Jey y sus compañeras– se ocuparon del alimento. Todos los días me mandaron mensajes, preguntándome qué necesitaba para los perritos, me trajeron un corralito, me contactaron con gente para que me traigan abrigo porque hacía tanto frío”, añadió.

Para que la perra pudiera alimentar a los hijitos con tranquilidad, Priscila les armó un corralito con un caloventor. “Dormían y comían. Después, empezaron a abrir los ojos y a caminar. Lloraban solamente para comer tres veces por día, tenían como un reloj. Fueron 45 días super tranquilos”, precisó. La estadía de la madre con sus cachorros despertó en Priscila y su pareja un deseo nuevo. “Decidimos adoptarla a ella”, dijo. De esta forma, incorporaron a la perrita de 10 años que se adaptó a esta nueva familia en la que ya había una mascota. 

La nueva familia de Priscila, junto a Albertina. 

Al principio, Albertina mantenía sus costumbres de perrita callejera. “Se desesperaba por comer la basura y ahora, se siente segura y ya respeta sus horarios de comida. Parece una pavada pero es hermoso ese cambio y da mucha satisfacción sentir que ayudás. La verdad que fue de las experiencias más lindas de mi vida. Recomiendo que el que pueda lo haga porque es muchísimo amor que sentís”, expresó sobre la adopción. 

“No hay perro que te dé tanto amor como un galgo, es increíble. Te transmiten una paz. Eso fue lo que hizo que yo me enamorara de Albertina”, culminó Priscila. 

Albertina