Una muestra de agua tomada en un canal cercano al Relleno Sanitario de Ricardone y analizada por científicos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) reflejó la presencia de alto nivel de tóxicos en los canales que desembocan más abajo sobre el arroyo Ludueña y de ahí al río Paraná, aguas arriba de la toma de agua potable de la ciudad.

La sola existencia de efluentes tóxicos, con carga orgánica y metales como cromo, níquel y manganeso, es motivo de la denuncia del Taller Ecologista porque el basural no debería arrojar líquido lixiviado sin tratamiento. Pero la preocupación es doble por la deriva que puede tener esa contaminación.

Pese a la existencia de la ordenanza de Basura Cero, del año 2008, que promueve la reducción gradual de los residuos y dejar de “enterrarlos” en ese relleno ubicado 12 kilómetros al norte de Rosario, la realidad es que la ciudad deriva al predio de 30 hectáreas unas 300.000 toneladas de residuos por año.

Eso representa un 25% más que cuando se aprobó aquella ordenanza, incumplida de forma sucesiva. Si bien más de diez localidades del área metropolitana envían sus residuos a Ricardone, Rosario es la que más ha contribuido al crecimiento de esta montaña de basura al costado de la autopista a Santa Fe.

La posibilidad de que ese exceso genere líquidos tóxicos que, a su vez, lleguen a la ciudad aparece como un bumeran ambiental.

Mirko Moskat, referente del área de Basura Cero del Taller Ecologista, contó a Rosario3 que las muestras fueron tomadas en junio pasado en un canal pluvial lindero al mega basural. El análisis técnico, que demoró este tiempo, fue realizado por personal del Centro de Ingeniería Sanitaria de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura (UNR).

“El líquido que genera la montaña de basura va a los piletones donde deberían ser tratados y derivados a otro lugar para su depósito. No sabemos qué falló o si los tiran pero nunca esos efluentes deberían terminar en los canales de agua linderos”, detalló Moskat.

“La muestra era de color intenso y fuerte olor, lo que ya sugería que se trataba de un efluente del relleno”, explicaron desde la ONG que ya había denunciado esas fallas pero en este caso logró una constatación de mayor rigor y con especialistas.

Los tóxicos hallados

 

Según informó el Taller Ecologista, el análisis de la muestra de agua arrojó valores altos para ciertos parámetros físico-químicos (DBO, DQO, Cromo total, Níquel y Manganeso), dando la pauta de que se trata de un lixiviado sin tratamiento.

“El relleno sanitario no debería liberar lixiviados crudos, ya que corresponde que sean tratados dentro de la misma planta antes de su volcamiento”, subrayaron.

Los lixiviados son líquidos que escurren de la montaña de basura y que contienen altas concentraciones de sustancias contaminantes. Por lo cual es necesario realizar un tratamiento adecuado antes de su descarga, añadieron desde la organización ambiental local.

El lugar autorizado para la descarga de los lixiviados, luego de su tratamiento, se encuentra en la zona sur de Rosario, en el punto de descarga operado por Aguas Santafesinas (Assa), en Ayolas y Acceso Sur. Estos lixiviados sin tratar implican un peligro a la salud de las personas, de la flora y de la fauna que toma contacto con los mismos.

El Taller Ecologista envió además una nota al Ministerio de Ambiente y Cambio Climático de la provincia de Santa Fe, informando sobre la irregularidad y solicitando iniciar una investigación. También se envió una nota y un pedido de información a la Municipalidad de Rosario para saber el grado de conocimiento del Ejecutivo Municipal al respecto.

Estos líquidos, a través de los canales pluviales de la zona terminan en el Canal Ibarlucea, que desagua en el Arroyo Ludueña, el cual finalmente desemboca en el río Paraná, aguas arriba de la toma de Assa en la ciudad, añadieron.

El tratamiento

 

Según la página de Resicom, la empresa responsable, el relleno tiene un "compromiso con el medio ambiente" y por eso "ha diseñado y construido la planta de Clasificación de Residuos para realizar tareas de recuperación de materiales reciclables; la planta de Tratamiento de Líquidos Lixiviados con la finalidad de dar correcto tratamiento a los efluentes líquidos originados en el proceso de degradación de los residuos; y firmó convenio para construcción y operación de la planta para captura del Biogás emanado del relleno sanitario".

La propia firma explica que "los residuos dispuestos contienen naturalmente un alto grado de humedad, que al mezclarse con el agua de lluvia y otros componentes sólidos de proceso de degradación de los residuos generan lo que se llama líquido lixiviado".

"Con el objetivo de evitar riesgos ambientales y dar un correcto tratamiento, se construyó un sistema de drenaje con pendientes que permiten colectar el líquido y llevarlo para piletas donde ocurren tratamientos biológicos y fisico-químicos. Una vez verificado el cumplimiento de los parámetros reglamentarios de vuelco y supervisados por la autoridad competente, los líquidos siguen los pasos de un efluente cloacal corriente", añade la empresa con 30 años de experiencia.

El fracaso de la Basura Cero

 

La ordenanza aprobada por el Concejo de Rosario planteaba reducir para 2017 un 50% la cantidad de toneladas respecto al valor registrado en 2006, y para 2020 prohibía enterrar residuos que sean recuperables (compostables o reciclables), que son entre un 70% y un 80% de los residuos.

“Lo que ocurrió es que los residuos enterrados aumentaron en estos años. Por ejemplo en 2006, año tomado como base, se enterraron 250.945 toneladas en Ricardone, mientras que en 2020 esta cifra aumentó a 286.035 toneladas”, informaron desde el Taller.

Desde 2012, cuando la ciudad llegó a enterrar un pico de 304.939 toneladas de residuos, el nivel se mantuvo e incluso se redujo un poco pero muy lejos de los objetivos. Un gráfico sencillo publicado por Rosario3 en 2021 contrasta la línea de reducción imaginada en rojo y la curva de lo que ocurrió en azul. Esa situación no se modificó.