Este martes, como cada 19 de septiembre, se celebra el Día Mundial del Aperitivo, por lo que resulta una excusa ideal para disfrutar de alguna de las muchas bebidas que, típicamente, se toman antes del plato principal de una comida.

La fecha conmemorativa fue impulsada originalmente por una marca de papas fritas en España, para instalar la costumbre de tomarlo junto con aceitunas, boquerones y pimientos, todos estos bocados ligeros que sirven para abrir el apetito.

Los aperitivos generalmente están hechos a base de vino (vermut) o de alcohol, y la maceración con hierbas, raíces, especias y cáscaras de cítricos, les da ese final amargo que sirve para limpiar la boca, despejar las papilas gustativas y despertar el apetito.

Entre el listado de aperitivos que se pueden encontrar en el país se destaca uno que surgió a finales del siglo XIX en Rosario: el Amargo Obrero. Se trata de una bebida hecha a partir de una mezcla de hierbas como la carqueja, la muña y la manzanilla, junto con un poco de orozú (una especie de caramelo) y un 19% de alcohol.

Los orígenes del Amargo Obrero

La historia de esta bebida comienza cuando los inmigrantes italianos Pedro Calatroni y Hércules Tacconi se encontraron en la ciudad, que en 1887 recibía a quienes llegaban desde otros países con el objetivo de desarrollarse en una época de crecimiento para las fábricas y puertos de la región.

Ambos, uno empresario y el otro contador, decidieron unirse para elaborar una bebida dirigida especialmente a los varones trabajadores que se asentaban en Rosario por aquellos días, y que se encontraban para tomarlo antes de regresar a casa tras la jornada laboral. Este aperitivo, amargo y contundente, marcaba un contraste con las bebidas dulces que habían sido apropiadas por la burguesía.

El Amargo Obrero se instaló como una bebida típica en los bares de trabajadores.

Aunque tradicionalmente se mezclaba con soda, hoy en día también se lo puede degustar con gaseosa cola o de pomelo.

La etiqueta del Amargo en letras negras y el Obrero en letras rojas se asociaba con los movimientos anarquistas de la época. Y las ilustraciones que acompañaban al nombre reforzaban esa vinculación: una hoz, espigas de trigo, un puño en alto, un hombre trabajando en el campo, un sol naciente.

El cartel original del Amargo Obrero.

Con la crisis vitivinícola de 1950, los fabricantes del Amargo Obrero aprovecharon para lanzar una importante campaña publicitaria. En las radios, se repetía el aviso "El trago vistoso para el hombre vigoroso", y también data de entonces el eslogan: "El aperitivo del pueblo argentino".

Colocaron carteles con avisos de la bebida en La Boca, Retiro y todos los lugares de concentración de obreros a los que llegaba su bebida. Además hicieron llaveros, almanaques y ceniceros de lata, rojos y negros.

En 2017, el Amargo Obrero fue declarado como parte del patrimonio cultural de Rosario, debido a "su origen popular y a su vinculación histórica con las costumbres sociales a nivel nacional".