Una docente rosarina que se jubiló hace 30 años con el máximo de horas cátedra posible y cumpliendo con la antigüedad estipulada por la ley, cobra actualmente de jubilación 17 mil pesos de bolsillo. Esta dramática situación la vive María Ester Moreno, de 93 años y que subsiste gracias al acompañamiento de sus hijas.

En diálogo con El Contestador (Radio 2) María Muñoz, su hija, explicó que la jubilación de miseria que cobra (casi cuatro veces menos que el Salario Mínimo Vital y Móvil), tiene que ver con un problema burocrático dentro de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses).

Es que María Esther comenzó su carrera como docente cuando la educación estaba en manos del gobierno Nacional. En la década del 90 se hizo el traspaso a las provincias y ella comenzó a tener una situación contractual con el Ejecutivo santafesino. Pero, como se jubiló antes de que Santa Fe tenga el 82% móvil para los maestros provinciales, no se lo querían reconocer el beneficio y tuvo que iniciar un juicio.

“Mi mamá ganó el juicio y le pagaron el retroactivo hasta esa fecha. En ese mismo momento la abogada que nos asesoraba nos dijo que esto era muy posible que a partir de ahí a mi madre no se le hicieran los ajustes mensuales por lo que íbamos a tener que hacer los reclamos todo el tiempo para que se los hicieran”, relató María.

Cuando llegó la primera jubilación sin el ajuste María se dirigió a la Anses para advertirles del error y pedirles que lo corrijan. Pero la respuesta la sorprendió. “Me mandaron a que yo les informe todo el tiempo cuando haya que hacerle el ajuste de los haberes a mi mamá. Tengo que ir a la última escuela donde hace más de 30 años y pedirles que me hagan un informe sobre la última paritaria y el cálculo de cuánto tendría que ganar”, contó.

El último recibo de sueldo de María Esther con el aguinaldo incluído.

“Es una cuestión burocrática terrible y aberrante. Estamos en el 2022 y todos hablan de digitalizar los trámites para resolverle las cosas a los adultos mayores que son los que necesitan agilidad porque necesitan tiempo. Es un absurdo, es no querer utilizar las herramientas digitales que existen en favor de los adultos mayores”, sostuvo con indignación.

Ante la falta de respuesta por parte de Anses, y con María Esther cobrando menos que la jubilación mínima, María y su hermana tuvieron que vender la casa en la que la docente jubilada vivía con su marido para poder cubrirles los gastos. “Con eso mantenemos a mamá y papá, que él sí tiene una jubilación medianamente digna por ser ferroviario”, explicó.

Tanto María Esther como su marido ya no viven en Rosario. “Por trabajo yo me fui a vivir afuera y ellos se fueron a vivir con mi hermana en Buenos Aires. Nosotros sostenemos toda la infraestructura que ni Pami ni Anses nos ha ayudado. Ellos al menos tenían su casa y al venderla nosotros podemos sostenerlos, pero hay quienes no tienen esa posibilidad”, advirtió María.

Cuando la noticia comenzó a tomar trascendencia en los medios, María contó que se pusieron en contacto desde Anses para intentar resolver el problema. “La persona que me llamó estaba completamente sorprendida. Lo que me decía es que en la Anses cuando aparecen beneficiarios que están por debajo de la mínima automáticamente se activa un proceso. Pero en este caso no se está dando”, indicó la hija.

“Yo tomé la decisión de hacerlo público, no solo porque quiero que reciba lo que corresponde ya que hace cinco años que no se mueve por sus propios medios y necesita asistencia permanente. Sino que también por los jubilados que están en la misma situación y están solos”, concluyó.