La creciente identificación de los casos de Trastorno General del Desarrollo (TGD), su impacto en las familias y en el sistema de salud, hacen que sea necesario un abordaje científico clínico prioritario, ya que existen evidencias que la detección, el dignóstico y el tratamiento temprano pueden mejorar el pronostico en una proporción significativa de personas con Trastornos del Espectro Autista (TEA).

La doctora Stella Binelli, coordinadora del Área de Pediatría de Emerger, nos comenta: “El TEA es una afección del neurodesarrollo caracterizada por presentar alteraciones en la comunicación y en las interacciones sociales, dificultad para comprender las perspectivas o intenciones de los demás, junto a otras condiciones como comportamientos repetitivos, restringidos y estereotipados y necesidad de rutinas estrictas, generalmente con un impacto de por vida. Las manifestaciones son muy variables entre individuos y a través del tiempo, acorde al crecimiento y maduración de las personas. Puede presentar síntomas secundarios como alteraciones cognitivas, de aprendizaje, emocionales y médica que incluyen: trastornos del sueño y la alimentación, ansiedad, depresión, problemas de atención, conductas agresivas hacia los demás o hacia ellos mismos, epilepsia y problemas gastrointestinales. El impacto en la calidad de vida de las personas con esta condición puede ser sustancial".

¿Cuáles son los signos que alertan el diagnóstico de un TGD?

Afectividad y comportamiento social: Esta es una de las áreas más afectadas en los niños con un TGD ya que son incapaces de desarrollar una comunicación e interacción social adecuadas. Esto se debe a que tienen afectaciones en la capacidad para comprender a las personas, así como para expresar y reconocer las emociones y los sentimientos, tanto los propios como los ajenos. Por eso, es usual que no miren a los ojos, que tengan problemas para crear nuevos vínculos afectivos y que les resulte difícil mantener una simple conversación.

Capacidad intelectual: La mayoría de los niños que tienen un TGD ligero presentan un coeficiente intelectual normal o superior a la media. Sin embargo, cuando se trata de un TGD profundo, es usual que aparezcan problemas en esta esfera. De hecho, se conoce que alrededor del 30% de los niños con TGD tienen un retraso intelectual ligero y cerca del 40% un retraso de moderado a profundo.

Atención y memoria: Los niños con TGD se caracterizan por tener una memoria muy selectiva; es decir, pueden recordar una gran cantidad de detalles relacionados con temas que les resulten interesantes, pero no le prestan atención a otros asuntos. Por ejemplo, estos niños pueden memorizar cientos de números telefónicos, pero no recuerdan un simple mensaje.

Lenguaje y pensamiento: Las alteraciones en el lenguaje es uno de los signos más significativos del TGD, suelen tener dificultades para mantener un ritmo, tono, volumen y una entonación adecuados a lo largo de una conversación. Además, suelen presentar un vocabulario bastante reducido y estereotipado, es usual que tengan problemas para seguir instrucciones simples, ya que tienen dificultades para comprender el lenguaje.

Psicomotricidad y sensopercepción: La mayoría tiene dificultades para desarrollar la motricidad fina y la coordinación motora, a la vez que presentan anomalías posturales y una conducta estereotipada. Además, les resulta difícil manejar la información sensorial proveniente del entorno, por lo que es usual que den respuestas inadecuadas a los estímulos sensoriales. 

Desde EMERGER, la empresa de servicios de salud, afirman: “El diagnóstico de TEA es fundamentalmente clínico. Se recomienda que el diagnóstico de certeza sea efectuado por un equipo interdisciplinario conformado por al menos dos profesionales, y además del pediatra se deben incluir disciplinas como neurología infantil, psiquiatría infanto- juvenil, psicología y fonoaudiología.

Las personas con TEA varían considerablemente en sus fortalezas y dificultades individuales, por lo cual resulta complejo describir un único tratamiento. Tanto las diferencias en edad al diagnóstico, nivel de apoyo necesario, comorbilidades, situación familiar y social, nivel de recursos en salud y desarrollo comunitario marcarán una gran diferencia en el futuro y la calidad de vida. Los enfoques educativos adecuados y el apoyo a familias y profesionales pueden mejorar la vida de las personas.

Es importante la adaptación del entorno para maximizar la participación de cada niño/a estableciendo metas a corto y largo plazo. Las estrategias deben ser sistemáticas y con participación familiar, ya que son actores claves en cualquier intervención. Los objetivos del tratamiento se orientan a promover su autonomía y mejorar su calidad de vida. Es de significativa relevancia informar a los padres acerca de las alternativas terapéuticas disponibles, y que formen parte de la toma de decisiones en relación al tratamiento.

Desde Grupo Emerger, reforzamos la importancia de la detección temprana de este y otros trastornos y la consulta al pediatra ante la aparición de algún signo.

Como hace más de 25 años, Emerger sigue brindando servicios de salud prehospitalarios de excelencia y sumando valor agregado a toda la comunidad en general.

Los invitamos a visitar nuestra página web https://www.grupoemerger.com/ y nuestro portal de pediatría donde podrán encontrar mayor información sobre TGD: https://www.grupoemerger.com/portal-de-pediatria.