En la esquina sudeste de Entre Ríos y Saavedra, se ubica la clásica florería San Antonio, fundada en 1953. Con sus tradicionales arreglos y sus tolditos rayados blancos y verdes, sobran las flores, las plantas, las macetas y la variedad de colores, pero falta Omar, su dueño.   

“La verdad es que ando muy bien, bah… digamos ocho puntos. Un poquito de aire me falta, ahora subí la escalera, y me cansé, pero ando bien”, relata Omar Bisiach de 78 años, desde su casa ubicada arriba del local.

Todo comenzó el viernes 21 de agosto cuando sintió un fuerte dolor intestinal, se sentía “inflado”. Al día siguiente la temperatura marcó 37º4, y sus hijos decidieron pedir turno para un hisopado de forma particular. “Yo le dije a mi hija: ‘Me va a dar positivo, Vero’. Porque tuve un poco de temperatura, y todo el mundo tiene covid por qué no lo iba a tener yo, no?”, le cuenta Omar a Rosario3, desde el otro lado del teléfono. El lunes 24 su sospecha se hizo realidad. Ese mismo día lo vio personal del Sies y definió derivarlo al Pami I para que le realicen un laboratorio exhaustivo. Esa misma tarde quedó internado, y le detectaron una insuficiencia renal, que desconocía y no estaba relacionada con el coronavirus.

Por su buena evolución, decidieron darle el alta el viernes 28 para que continuara el tratamiento en su casa. Pero el domingo volvió a sentir que le faltaba el aire. “Empecé a tener poco oxígeno en sangre, me revisó mi hijo que es médico, y me llevaron nuevamente al Pami”, recuerda. El lunes fue derivado a la Unidad de terapia intensiva, donde recibió  tratamiento con plasma. Así comenzó a recuperarse y el viernes 3, lo trasladaron a  sala común, donde estuvo hasta el 11, cuando regresó a su casa para continuar el aislamiento y así cumplir el ciclo de 28 días, que le permite tener el alta. Fueron en total 18 días de internación.   

“Había que cuidarse más de lo que yo me cuide, esa es la realidad. Ahora ya está. Yo les pido a todo. que no se lo agarren, que no se contagien porque es una enfermedad que te deja medio triste, porque te deja solo. Vos estás aislado, todo el mundo te esquiva. Nadie te va a venir a ver, porque sos contagioso. ¿Quién te va a venir a ver con coronavirus?, es la realidad, no se puede. No hay que relajarse. Por las dudas esperen la vacuna y no se lo agarren, porque es una enfermedad muy solitaria, que te golpea en la parte anímica”, pide Omar.

“No me asuste tanto al principio, fue después, cuando te quedas sólo y pensás…. Al principio no me dio tanto temor como para decir: me voy a morir de esto. Pero en algún momento decís: ‘qué boludez, después de tantos años morirme de esto’, y te agarra el ataque. Durante la internación trataba de poner mi cabeza en blanco, no pensar, pensar en pajaritos de colores. Me tuve que mentalizar para que no me venga a la cabeza toda mi vida. Cuando me pasaron a la sala general tuve un compañero de 92 años, entonces íbamos charlando, nos contábamos cosas, para no sentirnos tan solos. Puse la cabeza en blanco todo lo que pude, y me propuse seguir, un día más, y otro más, siempre iba respondiendo un poquito mejor y me iba  entusiasmando a medida que me iba sintiendo un poquito mejor. Te vas haciendo amigo de la enfermedad”, asegura.

El 14 de octubre va a cumplir 79 años, y asegura que con los casos que se conocen, “estoy agradecido que me haya tocado de esta forma. Todavía estoy convaleciente, ahora baje y subí la escalera para atender el teléfono y me canse un poquito. Tengo que venir a la cama a acostarme, todavía aire no tengo ciento por ciento, y no sé si lo voy a tener, porque soy consciente de la edad que tengo. No tuve fiebre alta ni presión, no perdí tantas fuerzas. Tuve bastante suerte, por llamarlo de alguna manera”, afirma.

Omar tiene dos hijos (Hernán, dermatólogo y Verónica a quien le enseñó el oficio y hoy está a cargo del local), y tres nietos: Ulises de 7, Lorenzo de 6 y Nicolás de un mes y medio. “Lo que más se extraña en el hospital es la familia, que es muy importante. El verlos a los ojos, los abrazos, porque es una enfermedad solitaria, que te deja solo, ahí en la cama. Todas las noches nos ‘video llamábamos’ con los chicos y ellos veían como yo estaba. Mi nieto Lolo me pedía que me curara, porque tenía un montón de planes para mí, me decía que teníamos que hacer tal o cual cosa cuando yo saliera”, recuerda. 

Cuando rememora sus días internado, Omar no tiene más que palabras de agradecimiento para el personal de salud que lo asistió. “Me atendieron muy bien, el personal humano era muy bueno. Los enfermeros me acompañaron. A pesar de que están todos disfrazados pobrecitos, todos tapados, vas conociéndolos, sabes sus nombres. Te atienden muy bien, te cuidan. Vos le decís: `no me gusta esta masita’ y van a buscar un pan con manteca, que por ahí tienen en la heladera y te traen. La verdad que me hicieron sentir digno”, recuerda.

El florista es amante de los bares y cafés. Era presencia habitual en el bar de San Martín y Montevideo, donde jugaba al ajedrez y al dominó con sus amigos. “Siempre fui medio vago de la calle, del bar, siempre me gusto salir, ir a comer con mis amigos. Soy un hombre grande, pero me gusta hacer cosas, estar en movimiento. Me cuesta estar quieto. Me gusta trabajar en el negocio, colaborar, yo quiero mi florería, es mi oficio y a la larga te enamoras”, afirma mientras habla del tradicional local que fundó su mamá.

“Yo lo que no quiero es volver al hospital, porque sería un retroceso”, repite con voz firme. Es por eso que todos los días realiza los ejercicios que le indicaron los médicos. “La doctora me dijo que soplara una botella, y que además con dos botellitas chicas, llenas de harina o de arroz haga con las manos estiradas algún movimiento, hasta que me canse, para fortalecer. Voy de a poco, recuperando fuerzas, que no es fácil, porque el aire te va venciendo”, asegura. Ahora deberá extremar cuidados, y visitar un neumólogo para que lo evalúe y le indique cómo seguir.

El lunes 21 llega la primavera, y se cumplen los 28 días desde que obtuvo el resultado positivo del hisopado. “Con la primavera, claro, renazco y broto, es un renacer, es muy importante para mí. Casi te diría que es mi estación preferida, me gusta septiembre”, reflexiona Omar, mientras cuenta el tiempo para el reencuentro con los seres queridos.