El neurocientífico Matthew Walker, autor del libro Por qué dormimos (Capitán Swing), explica que no dormir la siesta puede robarnos unos cuantos años de vida. Por otro lado, un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard decidió realizar un estudio para descubrir las consecuencias de no permitirnos el lujo de dormir la siesta.

Un grupo de personas fueron estudiadas durante seis años y lograron descubrir que eliminar la siesta de mitad del día aumentaba el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular en un 37%, y de un 60% en el caso de los trabajadores. La hora de la siesta es un tabú en la cultura laboral actual, que nos pide ser super productivos por más horas y estar conectados prácticamente las 24 horas del día (gracias por nada, smartphones y notificaciones en los relojes inteligentes), pero, según la ciencia, es algo que todos deberíamos tener entre nuestras prioridades.

Según el diario Gq, la combinación de ir a dormir tarde, despertar temprano y pasar el día entero trabajando literalmente "nos está matando". Dormir la siesta puede ser especialmente necesario en tiempos de estrés. 

"Hubo un tiempo en que nos íbamos a la cama al anochecer y nos despertábamos con las gallinas", escribe Walker. "Ahora muchos de nosotros seguimos despertándonos a la hora de las gallinas, pero el anochecer es simplemente la hora en que terminamos el trabajo en la oficina, quedándonos todavía por delante muchas horas de vigilia".

La siesta es una necesidad biológica, según explica Walker, el sueño que sientes es un mensaje de tu cuerpo en el que te dice que necesita descansar un poco y tienes que escucharlo.

La siesta perfecta

La siesta es un periodo corto de sueño y 20 o 30 minutos en un sillón cómodo son suficientes para entrar en una fase de sueño profundo y recargar baterías. "Recuerda que dormir mal te hace menos inteligente, y eso también es ciencia", asegura el estudio.