Enrique Zabala tiene 42 años y desde hace tres meses que su día a día cambió de forma drástica. El 1 de septiembre circulaba junto a otras dos personas en un utilitario por calle 27 de febrero. Al llegar a la esquina de Ayacucho, el vehículo fue impactado por un colectivo de la línea 145 que intentaba cruzar la avenida a gran velocidad y haciendo caso omiso a los dos carteles de Pare.

Por la violencia del impacto, Enrique salió despedido del vehículo y terminó inconsciente en la vía pública. Según su propio relato, recién 24 horas después reaccionó cuando ya se encontraba en la guardia del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca).

“Estuve cuatro días internado y me dieron el alta con una fractura en la cara y supuestamente traumatismo en la rodilla y el hombro. Me dijeron que siga la atención por lo de la cara en el Cemar y a la segunda vez que fui me dijeron que no era necesario que siga yendo porque la fractura en la cara se me tenía que soldar sola”, sostuvo el hombre en diálogo con Rosario3.

Cuando le consultó al especialista por los dolores intensos que sentía tanto en la rodilla como en el hombro, el profesional le explicó que tenía que pedir un turno en el Centro de Salud de su barrio para que lo pueda ver un traumatólogo.

El problema es que el dispensario al que asiste Enrique es provincial y entonces no le podían dar turnos para el Cemar. "Me mandaron al centro de Salud que está al lado del distrito oeste, pero ahí me decían que yo me tenía que atender en el Provincial”, resumió.

Después de casi un mes de idas y vueltas, su esposa fue nuevamente al Cemar a exigir una respuesta y consiguió un turno para un traumatólogo. “Cuando fui, me miró y me dijo que me ponga hielo, que era una distensión”, contó el hombre.

Unos días después, Enrique consiguió turno con la médica clínica del dispensario que, al ver cómo tenía la rodilla y el hombro, lo envió a hacer placas al hospital Centenario. Al día siguiente volvió con los estudios y la mujer le diagnosticó fractura en la rodilla por lo que lo envió a una guardia para que lo atiendan de urgencia.

Estuve cuatro horas esperando en la guardia y cuando me atendieron me dijeron como hacía dos meses del choque, que no correspondía que me atiendan ellos. Fui de nuevo al Heca y me dijeron lo mismo, que solo me podían dar analgésicos”, detalló indignado.

Ante la desesperación y la falta de respuestas, la esposa de Enrique acudió nuevamente al Cemar y consiguió un turno con otro traumatólogo que le confirmó la fractura pero le explicó que, al haber pasado tanto tiempo, no podía operarlo ni enyesarlo.

Me dio para hacer sesiones de kinesiología, lo más cerca que tengo es el Carrasco. Estuve un mes para conseguir turno y ahora empecé a atenderme ahí, pero el dolor es insoportable. Hace tres meses que no duermo bien y tampoco puedo trabajar con normalidad”, confesó.

Así quedó su vehículo, que sigue sin poder arreglar

Por si todo este periplo fuera poco, Enrique también lleva tres meses intentando que alguien se haga cargo de su camioneta. “Quedó destruída y no logro contactar a RosarioBus para que se hagan cargo. Ellos en ningún momento se comunicaron conmigo ni para saber cómo estoy ni para pasarme el seguro”, agregó.

Ya desbordado por la situación, el hombre terminó poniendo un abogado para intentar que la Justicia avance en la investigación. “Hicimos una presentación en el Centro Territorial de Denuncias, pero todavía no prosperó”, sostuvo.