Acaso que la frustración sea una experiencia tan vívida explica la desconfianza inicial. Pero lo cierto es que las primeras reuniones de los comités vecinales de seguridad estuvieron marcadas por ese sentimiento. “¿Va a servir para algo todo esto o es puro circo?”, le preguntaba una vecinalista de un barrio del macrocentro rosarino a otra al salir del encuentro que habían compartido con otras 70 personas en la vecinal Maradona, de Iriondo al 300.

Durante dos horas, divididos en seis mesas según su procedencia geográfica, representantes de vecinales, escuelas, clubes, iglesias y asociaciones civiles o ONGs, habían participado de la reunión inaugural del comité vecinal de seguridad del Distrito Centro que se realizó el miércoles 15 de mayo. 

Convocados por el Ministerio de Seguridad de la provincia, se tomaron ese tiempo, fundamentalmente, para consensuar cuáles son los factores de riesgo y de conflicto con los que conviven a diario. Arrebatos y robos de distinto tipo más el consumo problemático de sustancias fueron opciones que se repitieron prácticamente en todas las mesas. También aparecieron problemáticas particulares, como las extorsiones de los trapitos los días que juega Newell’s en las zonas cercanas al parque Independencia o un malestar muy claro con la comisaría 7ª en alrededores de la terminal de ómnibus.

El proceso seguirá el 14 de junio con la segunda reunión, que se realizará en la sede de la Asociación Libanesa (las instituciones que quieran participar pueden inscribirse al 3426460078). Allí se analizarán los factores de protección para enfrentar esos riesgos y conflictos –en algunos casos ya aparecieron las propuestas de establecer corredores seguros cuando los chico entran y salen de la escuela–, mientras que en la tercera será más reducida, por mesa territorial, con la propuesta concreta del gobierno para hacer frente a la demanda planteada en los encuentros anteriores. 

Los participantes seleccionan los factores de riesgo que viven en sus barrios.

En otros distritos, como el Suroeste, ya pasaron por esas instancias. Y si bien como en el Centro, primero hubo desconfianza, algunas de las instituciones que participaron, consultadas por Rosario3, se manifestaron conformes. 

“Primero nos pareció más de lo mismo, una blableada más. En la segunda reunión, cuando empezamos a ver más particularmente empecé a tener la sensación de que podía derivar en algo bueno. La tercera, ya más chica, terminó con propuestas claras y concretas”, contó Graciela Guidobaldi, de la Vecinal Acíndar.

Esas propuestas concretas, que ahora se comenzaron a poner en marcha, son un programa de empleo joven para que chicos del barrio accedan a un primer trabajo, y talleres para niños y adolescentes de diseño de modas y música. “Son cosas muy importantes, porque en estos barrios muchos chicos creen que la única posibilidad que tienen es convertirse en soldaditos de las bandas”, celebró Graciela.

A la tercera reunión no solo fueron funcionarios del Ministerio de Seguridad. La propuesta del gobierno, en realidad, involucraba a otras dos carteras: Trabajo y Cultura.

Los temas

 

La problemática de los robos, de distinto tipo, es común a todos los barrios que hasta ahora participaron de los encuentros en los tres distritos donde el proceso ya arrancó: Norte, Suroeste y Centro. 

En las zonas más conflictivas aparecen otras que por ejemplo, en el centro, no se registran o al menos no son preponderantes: extorsiones, balaceras y usurpaciones. Son expresiones delictivas más vinculadas a las bandas de origen narco que desde hace años se diversificaron y sumieron a la ciudad en el drama de la violencia. 

En cuanto al tema drogas, hay una diferencia que puede parecer un matiz pero no es nada menor y se relaciona con lo anterior: en el centro se identifica el problema mayormente como de consumo, mientras que en los barrios aparece de manera más nítida la cuestión de la venta.  

Otra cuestión recurrente fuera del centro son la falta de servicios públicos y dificultades de accesibilidad a los barrios. También los conflictos entre vecinos.

La cartulina que se completa en cada primera reunión de distrito.

No solo más Policía

 

El primer reclamo, siempre y en cualquier barrio, es mayor presencia policial. Pero el concepto que mueve a la elaboración de un plan preventivo a partir de la información que aportan las instituciones con presencia territorial es que la seguridad se construye con mucho más que patrullajes.

Un primer paso es que las propias organizaciones se conozcan entre sí y lleguen a acuerdos para establecer un diagnóstico y las posibles soluciones. Así, se teje una red territorial que, a la vez, se vincula de manera coordinada con el gobierno. Un segundo paso es que el Estado, aun en la crisis actual, tiene muchas más herramientas y recursos además de las fuerzas de seguridad.

“Después de que se arma una mesa territorial, donde 10, 11, 12 instituciones se juntan y se ponen de acuerdo en cómo salir adelante en su barrio, nada puede salir mal. Por ejemplo, se unen y se potencian lugares de contención social en pos de objetivos comunes. Nosotros le damos el lugar para que se conozcan, se organicen y pongan en claro los objetivos”, se entusiasma Melisa Herrero, una de las coordinadoras de la Dirección de Proyectos de Prevención del Ministerio de Seguridad.

Herrero tiene una particularidad: estuvo del otro lado del mostrador ya que durante años fue parte de la vecinal Maradona; por eso se sintió local en la reunión del distrito Centro. Desde ese lugar, participó de infinidad de reuniones en las que se presentaba un ministro rodeado de jefes policiales, prometía intensificar la vigilancia porque era finalmente lo único que se le pedía, y se iba, sin que esa promesa se sostuviera en el tiempo. Esos encuentran servían para hacer catarsis, algo siempre necesario. Pero para no mucho más.   

Ahora, del lado del Estado, se encuentra con el mismo reclamo que ella hacía –más Policía–  pero entendió otras cosas: que los vecinos cuentan con información de su barrio que muchas veces las autoridades no y puede ser de mucha utilidad para saber dónde corregir cosas o atacar el delito. Que eso es fundamental para producir un cambio que va de abajo hacia arriba, y no al revés. Y que más personal uniformado puede evitar el robo de un celular, algo que no es para despreciar. Pero que lo que produce en un cambio en la calidad de vida y la convivencia de los vecinos es que el entorno sea más habitable. Es decir, recuperar los espacios públicos, que el pasto esté cortado, las calles iluminadas, y, claro, que los vecinos tengan mejores oportunidades para ganarse la vida y acceder a bienes culturales.

La importancia de la denuncia

 

Todo lo anterior no invalida, por supuesto, el reclamo de más Policía, algo que al menos en lo urgente muchos creen que es la solución que necesitan y que en muchas zonas brilla por su ausencia.

Para esos casos, lo que se trabaja en las reuniones es la importancia de la denuncia, pues la distribución del personal uniformado se define de acuerdo al mapa del delito que se arma en base a las mismas.

“Nos enseñaron cómo usar el 911 y la semana que viene vamos a hacer una capacitación, un taller sobre cómo denunciar allí o en los centros territoriales, para que después se lo podamos transmitir a otras personas”, cuenta Laura, de la Asociación Civil Kids Preparando el Camino, del barrio La Cariñosa, una zona muy humilde donde lo que abunda no es justamente la confianza en las instituciones estatales. Ella fue parte de las reuniones del comité vecinal del distrito Suroeste.

El debate entre las organizaciones de cada barrio.

“Una a veces tiene miedo de denunciar, pero es necesario”, remarca la mujer, que rescata de la experiencia la importancia de armar red: “Vincularnos nos ha dado mayor confianza”.

El incentivo a la denuncia es un mensaje claro que baja el Gobierno, que de manera constante realiza talleres como los que menciona Laura. 

Convivencia, divino tesoro

 

Para que efectivamente la información con la que cuentan las instituciones barriales llegue al Estado es fundamental trabajar con claridad y firmeza la convocatoria. La idea es que las organizaciones sean variadas y representativas. Para que la respuesta también supere el horizonte del pedido de más policía es también muy importante que no se limite al Ministerio de Seguridad.

Hasta ahora, la provincia ha involucrado las áreas de Trabajo, Cultura, Deportes y Derechos Humanos, entre otras. También tiene un rol importante, atento a que el tema adicciones es recurrente, la Agencia de Prevención de Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod). Del lado de la Municipalidad, participan los directores de los centros de distrito y el Ente de la Movilidad. En la reunión del Distrito Centro también se hicieron presentes el concejal Federico Lifschitz, presidente de la comisión de Seguridad del Palacio Vasallo, y el diputado provincial Walter Ghione.

Una vez terminadas las tres instancias de reunión, el plan es que se sostengan las mesas territoriales y que el gobierno provincial realice una tarea de monitoreo de ese proceso de integración barrial, además de sostener abierto el canal de comunicación.

“Si mantenemos el diseño de programas de prevención entre las instituciones y el Gobierno se va a fortalecer el tejido social, algo que es clave para hacer comunidad”, dice Herrero.

La invitación es a identificar los factores de riesgo y los de protección, para luego establecer prioridades a través del consenso. Es decir, un claro ejercicio de la democracia. 

¿Soluciona esto la grave crisis que en materia de seguridad atraviesa Rosario? No. Pero es un paso en la apuesta a construir convivencia, verdadero antónimo de la violencia y uno de los caminos para afrontar una problemática que tiene múltiples causalidades y, por lo tanto, necesita también múltiples abordajes. 

“La casa está desordenada y por algo hay que empezar”, metaforiza Herrero.