Laura Cortés, médica dermatóloga del Hospital General de Agudos Dr. Enrique Tornú y de Flemes, un centro de Flebología y Médicina Estética ubicado en el barrio de Villa Urquiza de Buenos Aires, escribió una carta en la que denuncia condiciones muy irregulares de trabajo del sector de la salud en términos durísimos. De acuerdo a lo que expuso en diálogo con A Diario (Radio 2), no acceden a elementos de seguridad y protección y están expuestos al coronavirus.

“La falta de respeto por nuestra integridad y dignidad es inconcebible. Los políticos, ministros, asesores, gremialistas hablan, hablan, hablan.

Mientras tanto nosotros, los trabajadores de salud, sufrimos, nos enfermamos, tenemos miedo, empezamos a morir. No quiero más aplausos, no los quiero. Quiero que me respeten, que me cuiden, que me valoren. Carteles, propagandas televisivas y radiales, volantes por doquier. Hablan, opinan, nos señalan, nos culpan.

Mientras tanto nosotros, los de la primera línea, empezamos a caer. Para algunos el brote está dominado, la curva aplanada, "estamos ganando". Para nosotros no hay barbijos, no hay camisolines, no hay máscaras, no hay escenarios seguros de trabajo, no hay test, no hay paz. Para nosotros no hay piedad, somos esclavos desnudos expuestos en la arena de un circo romano. Los políticos, dueños de una verba y una soberbia única hoy se atreven a hacernos responsables de los contagios en nuestra población. Qué triste y pobre papel, qué mirada abyecta y miserable.

Dejen de hablarle a la población, acérquense a nosotros, vean en qué condiciones trabajamos, en que soledad y desesperación. Escribo estas líneas y se me oprime el pecho, se me anuda la garganta. Escucho y leo la inmensa desesperación de mis compañeros, veo el miedo en sus rostros, escucho el temblor en sus voces.

No necesito, no quiero más aplausos, me enojan.

No quiero más comunicados de mi gremio. No quiero más declaraciones ni discursos. No quiero una placa que diga aquí descansa una heroína ni ser veterana de una guerra a la nos mandaron sin pertrechos, no quiero ver sufrir a mis compañeros de todos los días, no quiero llorarlos. Soy tan simple, tan sencilla que sólo quiero volver a mi casa y abrazar a los míos, sabiendo que lo puedo hacer porque alguien decidió ser digno del cargo que enarbola y se puso a mi lado y me cuidó y se ocupó de darme toda la seguridad posible para que hiciera lo único que sé hacer, lo único que elegí, lo único que amo: ser médica".

“Publiqué ese texto muy enojada después del que el gobierno de La Rioja nos responsabilizara por las cifras de contagios y en el chat de mis compañeros leyera, por ejemplo, que a uno se le rompió el barbijo y le piden una foto para reponerlo o que no tiene camisolín. Hubo que pelear para nos dieras los ambos, para que nos dieran un lugar donde cambiarse”, precisó en Radio 2. 

Tras reconocer que escribió el texto enojada y sin esperar jamás tanta repercusión, ahora espera que sirva “para unirnos”. “Esta es una oportunidad para reparar lo que no funciona”, indicó más relajada.

“Si un camisolín está bajo llave no lo tengo a mano, si tengo que llevar un formulario para un barbijo tampoco lo tengo a mano”, precisó. “Nuestro sistema de salud está roto y tiene falencias pero estamos a tiempo de hacer las cosas bien”, remarcó con esperanza.

Finalmente aclaró en relación a su mensaje: “ No estoy cansada de los aplausos pero la gente tiene que saber que la última mano que se le da al paciente es la nuestra y no tiene que temblar”, pidió.