Dos días después de la tormenta de Santa Rosa que inundó rutas, puentes, campos y localidades en el sur santafesino, provocando incluso evacuaciones, el Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) difundió un informe donde se analiza el comportamiento de la cuenca del río Carcarañá y se instó a realizar un manejo sustentable de sus recursos hídricos. Para esto, “es necesario que las tomas de decisiones se realicen a nivel de cuenca entre las provincias”, establecieron.
El pasado fin de semana se registraron precipitaciones en toda la cuenca, con acumulados en algunos casos de casi 300 milímetros en menos de 24 horas. Eso generó una crecida del río Carcarañá en todo su recorrido, y se realizaron evacuaciones preventivas de familias que habitan a la vera del río, “gracias al trabajo de monitoreo continuo de instituciones como las asociaciones de Bomberos Voluntarios”, destacaron.
Al ser compartida entre las provincias de Córdoba en un 89%, Santa Fe en un 10% y 1% en San Luis, la planificación y el manejo del recurso hídrico “es un desafío” interprovincial, y “debe realizarse a nivel de cuenca más allá de los límites jurisdiccionales, para solventar las necesidades actuales y preservar la cuenca para las futuras generaciones”, aseguraron en el informe.
El río Carcarañá nace en la provincia de Córdoba, a partir de la confluencia de los ríos Tercero y Cuarto, sumado al arroyo Tortugas en el límite entre las provincias de Córdoba y Santa Fe.
A partir de la confluencia, el Carcarañá ingresa desde Cruz Alta a la bota santafesina, atravesando la provincia de oeste a este, y desemboca en el río Coronda en la zona de Gaboto y también en el río Paraná.
Para comprender su comportamiento, los especialistas en ambiente de la UNR destacaron que las nacientes de la cuenca del Carcarañá se ubican a más de 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar, en las sierras cordobesas, y su desembocadura se encuentra a 10 metros sobre el nivel del mar.
Por eso, “hay una marcada pendiente descendiente de oeste a este”. Eso explica cómo en la zona de llanuras, el río es caudaloso y correntoso, con barrancas de diferentes alturas.
Si bien su curso es permanente, el río Carcarañá sufre variaciones estacionales o asociadas a la influencia de las precipitaciones, “formando zonas de bajos inundables de forma temporaria”. Es de esta forma que cuando ocurren situaciones de precipitaciones abundantes, “pueden evidenciarse procesos de crecidas extremas que generan inundaciones por desborde en los campos y pueblos cercanos al río”, destacaron.
La necesidad de coordinar acciones
Desde el Observatorio Ambiental aseguraron en su informe que actualmente es escasa la disponibilidad de información hidrológica e hidráulica para la gestión sustentable de los recursos hídricos superficiales en toda la cuenca mencionada. Y es por eso que, para evitar inundaciones y todos los riesgos que estas traen aparejadas, remarcaron que “es necesario coordinar acciones de manejo, y asegurar el funcionamiento de un sistema de monitoreo permanente en toda la cuenca, que permita contar con datos actualizados y confiables, facilitando la toma de decisiones informadas”.
En este sentido, desde el área especializada de la UNR instaron a realizar “estudios sobre la dinámica hídrica y ecológica de la cuenca”, así como a iniciar “una planificación participativa del manejo de la cuenca, para asegurar su sustentabilidad en el tiempo y poder prevenir situaciones que resultan graves para la población”.
La cuenca del río Carcarañá comprende un área de unos 72.879 km². El 89% se encuentra en territorio cordobés, el 10% en territorio santafesino y el 1% restante en la provincia de San Luis.
“Esta se encuentra dentro de una matriz altamente transformada, con grandes pérdidas en sus características naturales, componentes y funciones ecosistémicas”, señalaron.
Un desborde hace 11 años que inundó varias ciudades cordobesas
El informe del Observatorio Ambiental de la UNR recordó que en 2014 se registraron en la cuenca alta del río Tercero una secuencia de precipitaciones que generaron una crecida significativa aguas abajo. En aquella oportunidad, recordaron que se inundaron varias localidades del sudeste de la provincia de Córdoba, entre las que se encuentran Villa María y Bell Ville.
Luego analizaron que en el año 2015, se dieron eventos de precipitaciones con valores normales, pero poco espaciadas en el tiempo, lo que produjo que el escurrimiento superficial fuera importante. Así, “aumentó considerablemente el nivel del río exigiendo acciones de regulación para evitar inundaciones”, establecieron.



