El empresario argentino Mario Aisinscharf compró el avión presidencial de Uruguay en un remate organizado por el Ministerio de Defensa de ese país y que fue realizado la semana pasada, según confirmaron medios uruguayos.

Luego de pujar con un ciudadano panameño, Aisinscharf se quedó con la aeronave al ofertar USD 180.000, menos de una quinta parte del USD 1 millón que había pagado por el avión el gobierno de Tabaré Vázquez, en febrero de 2018, según confirmaron fuentes oficiales al diario El Observador, de Montevideo.

La aeronave es un jet Hawker modelo HS 125-700 del año 1979 con 13.500 horas totales de vuelo, capacidad para ocho pasajeros y autonomía de cuatro horas y media.

El comandante en jefe de la Fuerza Aérea uruguaya, Luis Heber de León, señaló que la aeronave se remató con matrícula civil y se encuentra en un hangar del del Aeropuerto de Carrasco. Mientras que el empresario está terminando los trámites correspondientes ante la Dirección Nacional de Aviación Civil uruguaya (Dinacia) para poder utilizar el avión.

De León explicó al diario uruguayo que solicitaron una autorización para que pueda volar a Argentina, pero que todavía no fue otorgada porque ambos países tienen las fronteras cerradas.

Según detalló El Observador, a partir de la revisión de la documentación presentada en el remate, el empresario argentino es el propietario de la cadena Unique Hotels, que posee el hotel cinco estrellas La Réserve en Colonia del Sacramento y otros tres en Buenos Aires.

Hace algunos años, Aisinscharf fue socio de Yair Dori, el empresario de la industria del entretenimiento, que tuvo una productora en la Argentina donde se realizaron varias ficciones.

La decisión de rematar el avión presidencial de Uruguay fue tomada por el presidente Luis Lacalle Pou y el ministro de Defensa Javier García unos meses antes de asumir, bajo el argumento de que había sido comprado sin necesidad.

Luego del remate, de acuerdo a la información publicada por El Observador, García expresó que el avión se subastó en forma “pública y transparente” mientras que, por el contrario, había sido comprado “en forma directa y con un valor absolutamente desproporcionado”.