"Muchas veces en mi propio país he pasado por extranjera tan solo por mi color, mi pelo rizado, y tengo que decir con orgullo que soy chilena, teniendo que soportar la incredulidad de muchos y muchas". La que habla es Marta Salgado, una afrodescendiente que defiende su origen y que define una realidad común en Chile y Argentina.

Según muestran los registros históricos, hace 200 años en ciudades como Buenos Aires y Santiago los negros llegaron a representar más del 20% de la población, una cifra que podía llegar al 60% en otros lugares en los que la mano de obra de los esclavos traídos de África era fundamental para las economías locales, señala un informe de la BBC.

Expertos coinciden en que durante décadas, los historiadores tanto en Chile como en Argentina, empeñados en construir una identidad nacional basada principalmente en la herencia europea, obviaron el aporte crucial de los esclavos y sus descendientes al desarrollo económico, cultural y político de ambos países.

Cuando no se negó la presencia de los negros, se tendió a relativizarla con argumentos como que fueron muy pocos los que llegaron o que los que sí lo hicieron, o bien se marcharon, o murieron en la guerra o no sobrevivieron debido al frío y las enfermedades.

En la vecina Uruguay, en cambio, la presencia de los afrodescendientes ha sido constante desde el tiempo de la colonia -representando en la actualidad en torno al 8% de la población del país- y, pese a la discriminación histórica que ha sufrido este colectivo, la herencia afro está presente en importantes manifestaciones culturales del país como el famoso carnaval de Montevideo.

Los registros

La presencia de negros en el Cono Sur es un fenómeno que puede trazarse hasta los tiempos de la conquista en el siglo XVI, cuando ya existen registros de afrodescendientes que llegaron como esclavos.

"Lo que sabemos es que en total, durante todo el periodo colonial, se traficaron alrededor de 12 millones de esclavos desde un continente a otro", explica Juan José Martinez Barraza, historiador económico de la Universidad de Santiago de Chile.

"Los 70.000 esclavos que llegaron al Cono Sur, principalmente al Río de la Plata, significan alrededor de un 1% del total del tráfico. Si bien esto parece una cifra insignificante, no lo fue por lo que representó en términos económicos para estos espacios", señala el historiador.

Los esclavos llegaban principalmente a través de los puertos de Montevideo y Buenos Aires. Desde allí algunos eran enviados a las provincias del interior de la actual Argentina o hasta Santiago y Valparaíso, desde donde eran trasladados por mar hacia el norte.

De acuerdo a Juan José Martinez Barraza, "cuando la historiografía liberal puso de relieve la naciente república y dejó atrás la colonia, metió debajo de la alfombra todo lo relacionado con la esclavitud y los esclavos".

En Argentina

En Argentina, el olvido historiográfico ha sido similar, le explicó a BBC Mundo el historiador Felipe Pigna.

"La invisibilización de los negros en la historia es tremenda. Prácticamente no se les menciona", asegura Pigna.

Pigna pone como ejemplo de ese proceso de invisibilización el caso de María Remedios del Valle, "que era una afrodescendiente que participó en los ejércitos de Manuel Belgrano".

Por sus contribuciones, fue proclamada madre de la patria argentina, "la única mujer de nuestra historia", destaca el historiador.

"Pero en 1870, cuando se empieza a reescribir la historia en torno a la inmigración, piensan que no es muy coherente tener una madre de la patria negra, cuando se promovía una inmigración blanca, y empezaron a ignorarla y a correrla de la historia, y así la hicieron desaparecer".

Ese proceso de ocultamiento de la herencia negra sigue afectando hoy a los afrodescendientes, que luchan desde hace décadas para que se reconozca su historia y sus derechos.

En Chile

Marta Salgado, presidenta de la Organización Oro, es desde hace dos décadas uno de los rostros más visibles del colectivo de los afrodescendientes chilenos.

Salgado vive en Arica, ciudad que Chile le arrebató a Perú a fines del siglo XIX en la Guerra del Pacífico, una época en que más del 50% de la población era de origen africano.

"No estamos en los currículos escolares. El Ministerio de Educación nunca ha hecho nada para enseñarle a la población de Chile que hubo africanos esclavizados y por lo tanto hay descendencia", explica Salgado en conversación con BBC Mundo.

"Chile es un país discriminador y racista, y también xenófobo. Se dice que no, pero en el fondo sí hay mucho racismo y mucha discriminación, porque se dice que nacimos de los europeos y eso no es así".

Salgado tiene muchas anécdotas sobre lo que ha tenido que enfrentar por su origen.

"Yo he pasado por cubana, peruana, colombiana… Muchas veces cuando digo que soy chilena me miran de forma extraña. (…) Una vez de más joven en Santiago me preguntaron que dónde iba a hacer el show, pensando que era de otro país", cuenta la activista.

"Te miran por tu color de piel y por tu fenotipo y no por lo que eres y por eso le cuesta mucho a un afrodescendiente posicionarse, especialmente si es mujer".

"Quise negar a mi familia"

Cristian Báez, investigador vivencial y activista afrodescendiente residente también en Arica, asegura que a sus antepasados se los sometió a un proceso de "blanqueamiento" después de que la ciudad pasara a estar bajo el control chileno.

"Cuando Chile toma este lugar, les dice a los que están aquí que si se quieren quedar se han de hacer chilenos. Y eso fue un proceso muy maquiavélico. Había que blanquearlos para que dejaran de estar peruanizados. Y en ese blanqueamiento empiezan a prohibirnos tradiciones y costumbres que venían de una herencia ancestral africana", explica Báez, quien es fundador de la ONG Lumbanga.

Báez asegura que, como muchos afrodescendientes, él vivió el rechazo dentro de su propio país desde muy pequeño.

"En la escuela me discriminaban por dos cosas, primero por ser de pelo oscuro y después por vivir en un territorio rural. Así que sufrí mucho bullying por ser negro y de Azapa".

"Cuando mis compañeros querían venir a Azapa a la parcela de mi abuela, yo les decía que no porque me daba vergüenza que conocieran a mi abuela negra y a mi papá negro. Quise negar a mi familia", cuenta el activista.

Báez asegura que el ser afrodescendientes le hace "entender que con cada proceso de lucha", de alguna forma, "estoy reparando el daño de lo que le hicieron a mis antepasados".

La misma lucha que Marta Salgado y Cristian Báez encabezan en Chile la ha llevado a cabo en Argentina en los últimos años el activista afro Carlos Álvarez Nazareno.

Álvarez, quien vive desde hace 15 años en Argentina, es originario de Uruguay, país en el que, según explica, aunque hay una mayor presencia histórica de afrodescendientes, creció "bajo el yugo de la discriminación, el racismo y las burlas".

"Eso pasaba hace 30 años y sigue pasando hoy. Nuestros jóvenes siguen denunciando el racismo en las aulas de los compañeros y hasta de los propios docentes", explica.

Álvarez señala cómo en Argentina históricamente "se ha reconocido el aporte de españoles, italianos o judíos y se ha negado el aporte de las comunidades afrodescendientes y africanas".

El activista cuenta como en su vida diaria experimenta lo que describe como un proceso de "extranjerización".

"La primera pregunta que te hacen en la calle es de dónde sos, de qué país venís, y te dicen lo bien que hablas español. Cuando vas a hacer un trámite pasa lo mismo. La gente cree que si eres negro no puedes ser de estas latitudes".

"Por eso las nuevas migraciones de países africanos sufren el racismo y el hostigamiento policial en las calles de Buenos Aires", apunta.

Herencia cultural

Si bien la herencia genética de los afrodescendientes en Chile y Argentina hoy en día no es tan visible, hay otro tipo de legado que sí ha llegado hasta nuestros días, según destaca el historiador Felipe Pigna.

"La herencia cultural es potentísima y la podemos ver en el baile argentino por excelencia que es el tango, que tiene orígenes claramente negros", destaca el historiador.

"Gran parte de nuestro folclore -la samba, la chacarera y muchos ritmos del folclore argentino- tienen una influencia africana. También hay palabras de nuestro vocabulario que han quedado como herencia".

Entre esas palabras a las que los lingüistas les otorgan un origen afro se encuentran vocablos como quilombo, milonga, candombe, marimba, tango, matungo, mandinga, dengue o mucama.

Salir del clóset

El activista Carlos Álvarez cree que los argentinos han de "sacar a la abuela afro del clóset".

"Para tener una sociedad mucho más igualitaria y justa hay que poner en valor nuestro aporte y que así los niños, niñas y adolescentes estén orgullosos de sus ancestros".