El argentino Nahuel Pérez Biscayart ganó este viernes el premio César del cine francés al mejor actor revelación por su papel en 120 pulsaciones por minuto  (120 battements par minute), de Robin Campillo.

El artista, de 31 años, interpreta en la cinta a un activista de la asociación Act Up que en los años 80 lucha por reconocer los derechos de los seropositivos en Francia.

"Se lo dedico a todos los activistas de Act Up, pero también a todos los que combaten y no tienen el mismo reconocimiento, como sucede ahora con las mujeres en Argentina, que pelean porque el aborto sea legal", dijo tras recibir el premio de manos de la actriz francesa Juliette Binoche.

Juliette Binoche entregó el galardón.


Pérez Biscayart protagonizó también Au revoir là-haut, de Albert Dupontel, otra de las favoritas de la noche junto a 120 battements par minute, ambas con trece candidaturas.

Pero por ese papel, en el que apenas se ve su rostro, oculto la mayor parte de la película tras diversas máscaras, no fue nominado.

El intérprete, nacido en Buenos Aires, trabaja regularmente en Francia desde que en 2010 interpretó a Timothée en Au fond des bois, de Benoît Jacquot, y habla bien francés.

En el papel por el que fue premiado, una película que en el pasado Festival de Cannes ganó el Gran Premio, encarna a un radical activista que, dentro del grupo que lucha por concienciar a la población sobre las consecuencias del sida, siempre quiere ir más lejos.

Un trabajo que recibió el aplauso generalizado de la crítica, que recordó que Pérez Biscayart, de origen vasco, ya había pisado la alfombra roja de Cannes por su trabajo en La sangre brota, de Pablo Fendrik, seleccionada en 2008 en la Semana de la Crítica del certamen de la Costa Azul francesa.

Educado en Buenos Aires, en 2008 recibió una beca para estudiar en Nueva York, donde integró el grupo de teatro experimental Wooster Group.

Antes de recibir el César, en la alfombra roja de la gala, el actor atribuyó su éxito en Francia a "los azares de la vida" y reconoció que ahora tiene "más libertad para elegir guiones", pero también más presión.

"Lo me que pasó no fue premeditado. No fue que me instalé aquí (París) para desarrollar una carrera y aprender francés. Fueron los encuentros y los azares de la vida que me hicieron filmar estas dos pelis", declaró a la prensa.

"Tienes más ofertas, tienes que leer más guiones, lo que cual es buenísimo, porque tienes más posibilidades y libertad a elegir. Y también aprendiendo a poder medir las exigencias y lo que los demás esperan de uno y las tensiones que eso genera", agregó.