1981. Carlos, de 14 años, un chico de Los Toldos amante del fútbol y del rock, viaja a Mar del Plata porque toca Queen (reina en inglés). Pero cuando está en la ciudad feliz se entera que también se encuentra allí el Boca de Silvio Marzolini, con Diego Maradona en el plantel.

Carlos va al hotel donde concentra el equipo, ingresa al lobby con una revista El Gráfico bajo el brazo en busca de autógrafos. Se lo firman Miguel Brindisi, el Loco Gatti. Pero Diego pasa rápido, raudo, no frena, y gana la calle. 

Carlos corre detrás del Diez, lo alcanza mientras se sube a un taxi. Diego se sienta, abre la ventanilla y se deja abrazar por ese pibe. Liliana observa la escena, tiene una cámara de fotos. Rápido de reflejos Carlos le pide que saque una y Liliana inmortaliza el momento. Carlos le da su dirección y le pide que se la mande. Liliana anota.

(Aclaración para los más jóvenes: en 1981 no existían los teléfonos celulares ni internet. Tampoco las cámaras digitales. Las cámaras tienen rollos que hay que revelar, un proceso que lleva días. Las cosas se mandan por correo físico, tampoco existe el electrónico) 

Carlos vuelve a su casa. Liliana, que es de Plaza Huincul, revela las fotos. Pero pierde la dirección de Carlos. Guarda las imágenes junto a las otras del rollo. No sabe cómo hacérselas llegar a Carlos. Solo recuerda que es de Rosario.

El presente

Año 2022. En medio de la euforia del Mundial la hija de Liliana le dice que cree que hay una forma para encontrar a ese chico rubio al que una vez fotografió con Maradona. Y se conecta con la gente del Proyecto Pelusa, una cuenta de Instagram que todos los días a las 10 publica fotos de Maradona con Maradona.

Se publica la foto de Diego con Carlos y se lanzá una búsqueda de ese chico que en el 81 tenía 14 años y ahora es todo un hombre. La imagen se viraliza, alguien le avisa a Carlos que ya no vive en Argentina, sino en una playa paradisíaca del nordeste de Brasil.

Carlos Enrique Gear se llama en realidad, que en diálogo con el programa De boca en boca, de Radio 2 contó esta historia junto a Liliana, se manifiesta aún sorprendido y emocionado por poder encontrar ese recuerdo que, de todos modos, siempre tuvo en su cabeza.

“Todo esto fue una locura, no entendía qué estaba pasando cuando el muchacho del proyecto Pelusa me mandó el mensaje”, dijo desde Brasil, al tiempo que aclaró que nunca vivió en Rosario, que es de Los Toldos, provincia de Buenos Aires.

“Siempre le contaba a mis amigos, a mis hijos de esa vez con Maradona. Después seguí cada paso de Diego por la vida. Tenía en mi alma ese momento. Un recuerdo solo en mi cabeza, la foto la daba por perdida”, agregó.

Liliana, en tanto, destacó la movilización solidaria que permitió encontrar Carlos y que todo esto terminara así, a pura emoción y alegría.