“En la Copa Argentina cualquiera puede pasar”. Ese es el eslogan, el lema, la consigna, de TyC Sports, la empresa encargada de transmitir todos los partidos de esa competencia en la que, verdaderamente, cualquier cosa puede pasar.

En medio de una semana sin Libertadores ni Sudamericana, el gran impacto futbolístico lo generó Temperley, que eliminó a River por penales tras empatarlo en tiempo agregado con un golazo.

No es la mejor faena del equipo celeste del sur del Gran Buenos Aires en la competencia. 

En 2018, jugó la semifinal frente a Central y aquella vez falló en los penales. También lo había empatado en tiempo agregado. Conoce de hazañas, estuvo a un puñado de penales de ser finalista.

Vaya paradoja, el Gasolero se impuso al Millonario. Más allá de los apodos, las diferencias son esas, imposibles de emparejar.

El fútbol es un deporte en el que el humilde puede ganarle al poderoso y por eso resulta tan atractivo.

El festejo de Temperley en el vestuario luego del triunfo histórico ante River

Por encima de los errores de River, que fueron muchos, porque Temperley no fue sólo un gol sobre la hora, la pelota los pone mano a mano, en igualdad de condiciones, cualquiera sea la realidad, la historia, la billetera de cada uno de los protagonistas.

En el fútbol, que el pobre amargue al rico representa que algo bueno está pasando.

Por supuesto que los hinchas de River no van a estar de acuerdo con esa sensación, pero la Copa Argentina suele curarle las heridas a un deporte que en este país está mal organizado, tiene un plantel mediocre de árbitros y es sometido a examen de honestidad todo el tiempo.

El fútbol es un deporte en el que el humilde puede ganarle al poderoso y por eso resulta tan atractivo

Hace unas semanas, Talleres de Remedios de Escalada eliminó a Racing, otro poderoso y candidato a ganar una Copa Argentina que se va quedando sin peces gordos.

El Porvenir, de la Primera C, sacó a Lanús, en la reedición de un clásico de barrio de otras décadas que se jugaba en la B Metropolitana o en la C allá por los finales de los 70 y principios de los 80.

En esta edición, varios equipos de la Primera Nacional sacaron de circulación a instituciones de la Liga Profesional.

De hecho, no pasó mucho tiempo desde que Real Pilar, de la desaparecida Primera D, le ganó a Vélez (2019) y menos todavía desde que Claypole, de la C, hizo sonrojar a Newell’s (el año pasado).

Justamente al club del Parque le costó un montón frente a los suplentes de Deportivo Riestra, aunque en ese caso se trató de dos equipos de la Liga Profesional.

Menudo desafío tendrá Boca, que se encontrará con un humildísimo Almirante Brown, que saldrá con los dientes afilados cuando le toque para darle una alegría a la populosa barriada de Isidro Casanova.

Central jugará con un par, Barracas Central, y aunque parezca mentira, suele ser un alivio. No existe la chance de hacer un papelón como el de River o Racing, o Lanús. Con un equipo de la misma categoría se puede perder en cualquier momento. Sobre todo si uno de los dos contrincantes tiene la cabeza en otra cosa, como es el caso de Central. 

“En la Copa Argentina cualquiera puede pasar”. Tanto que hasta puede transformarse en la reserva moral del fútbol argentino. De hecho lo es.