El fiscal Pablo Socca admitió que está decepcionado. Aunque cree que pone “su granito de arena” para combatir el delito en Rosario, advierte que los cabecillas de las bandas que van a la cárcel, lejos de concluir con sus actividades ilícitas, ganan en consideración y prestigio entre sus pares y además, continúan delinquiendo. De acuerdo a lo que detalló, son hombres jóvenes que al igual que otros chicos y chicas de su edad son usuarios de las redes sociales donde muestran sus “hazañas” y les gusta verse en medios de comunicación.

Socca acusó ayer a 11 personas de integrar una banda dedicada a matar, robar, amenazar y extorsionar a otras personas, además de vender drogas. Lo curioso fue que pudo reconstruir su accionar a través de los datos encontrados en el teléfono celular de un sicario quien en vez de desarrollar sus tareas solapadamente, hacía alarde de la misma. “Esta nueva camada de delincuentes millenians no son cautelosos cuando cometen delitos, el celular de uno de ellos ha permitido desentrañar la existencia de la banda, son delincuentes a los que les encanta contar lo que hacen, mandan fotos con ametralladoras y así van afirmando su identidad”, explicó en diálogo con Radiópolis, el programa de Roberto Caferra en Radio 2.

Algo así como “soy sicario y lo quiero mostrar”, precisó sobre la forma que toman estos jóvenes ligados al delito. “Es una clase de delincuente que se pone contento por salir en un diario, le da cartel”, continuó y puso un ejemplo: “Hay un mensaje en el que el sicario le dice a otro que la balacera que ejecutó salió en Rosario3, y el otro le contesta «saliste en el diario, llegaste, bien ahí». Es decir, lo felicita, y así van adquiriendo importancia en la jerarquía de la estructura”.

De acuerdo al funcionario del Ministerio Público de la Acusación (MPA), estos delincuentes “saben que terminan presos o muertos y no les importa porque les importa más pertenecer y por eso integran estas bandas donde pueden sentirse importantes”. En este sentido, admitió: “Siento un poco de decepción porque los jefes de las bandas cuando van a la cárcel adquieren más importancia que antes y delinquen más que antes”, lanzó y agregó: “Los soldaditos son intercambiables, es como en el fútbol con los jugadores, si hay uno lesionado suben a uno de las inferiores y ya”.

"Con cada permiso de portación de armas uno puedo comprar hasta mil municiones. Hay quienes tienen de manera legal hasta 30 registros", planteó y advirtió: “El mismo Estado te permite comprar 34 mil municiones pero no tenerlas en tu casa porque es acopio”.

Por último, observó sobre la edad de los protagonistas: “Cuando uno investiga, la gente que cae por portación de armas son jóvenes de entre 20 y 30 años en su mayoría”, sostuvo.