Cuando lo detuvieron en marzo de 2017, Emanuel Héctor Robledo, cañero de fuste, maldijo haberse olvidado el celular y el DNI siete meses antes dentro del auto en el que fueron detenidos tres de sus “piernas” en el delito. Era la mañana del 26 de agosto de 2016 y Robledo alcanzó a tirarse del Peugeot 307 antes de que la policía lo interceptara en Ayacucho y Doctor Riva. Venían de cometer una entradera en Hilarión de la Quintana al 100, en barrio Saladillo. En septiembre de 2018, lo condenaron a 7 años y medio por tres atracos violentos en casas, que incluían inteligencia previa. La pena fue, en realidad, de 8 años y medio, porque se unificó con dos causas anteriores por portación de arma, que eran de prisión condicional.

Cuatro años después, ya en la calle, Robledo volvió a las andanzas con el mismo modus operandi. Entraderas a primera hora de la mañana. El 10 de mayo de 2022, Robledo, munido de una pistola 9 milímetros, junto con un cómplice, Damián Raúl López, que portaba un revólver .38, encañonaron a un hombre que llegaba a su casa de Iriondo y Cochabamba y se invitaron a pasar. Eran las 7.50.

Adentro había más personas, familiares del hombre que recién llegaba. Todos terminaron maniatados. También hubo culatazos y amenazas. El dato que manejaban los delincuentes era bueno. Se hicieron de un fajo de 50 mil dólares, 60 mil pesos y cinco relojes. En la bolsa para el botín también metieron cinco celulares. A la salida, Robledo y López tomaron un taxi y pidieron que los lleve a zona norte.

El Iphone robado, a todo esto, no dejó de marcar su ubicación. A la llegada de la policía a la casa de barrio Bella Vista, el monitor lo ubicó en Sorrento y Casiano Casas. Los uniformados no tardaron demasiado en interceptar el taxi. En Machaín y Uriarte, Robledo y López bajaron del auto y siguieron al trote.

La dupla terminó reducida unas cuadras después, en Uriarte al 1700. En el trajín, Robledo se disparó solo, y terminó atendido en el Hospital Eva Perón por un balazo en la ingle.

A casi dos años de ese episodio, Robledo se declaró responsable ante la jueza Silvia Castelli, y a instancias de un acuerdo entre su defensor y el fiscal Rodrigo Urruticoechea, fue condenado a 7 años y 10 meses por el delito de robo calificado y portación ilegítima de arma de fuego.

La caída de los asaltantes en Parque Casas.


Por la condena anterior, que no había terminado de pagar, le unificaron la sentencia en 16 años y 4 meses de prisión de cumplimiento efectivo. Su cómplice López recibió 8 años y 10 meses de prisión efectiva.

En 2018, cuando tenía 29 años, lo habían condenado por tres golpes idénticos. Los robos fueron en Granadero Baigorria –donde trabajaba en un lubricentro–; en Morse al 1200 (Cerrito y Liniers) y el último conocido, en barrio Saladillo. Al momento de la sentencia ya tenía dos  condenas previas: una del 26 de abril de 2016 (dos meses antes del primer robo) por una portación de arma a dos años de prisión condicional y una anterior de febrero de 2015 a un año de prisión condicional.