“Todavía no puedo entender por qué te toco a vos, si vos no tenías ninguna maldad, por qué, si siempre fuiste una gran persona”. Las palabras son de Axel, un amigo de Ezequiel Omar Céspedes, la última víctima fatal de la violencia que aqueja a la Vía Honda, el rectángulo formado por bulevar Seguí y Uriburu, Avellaneda y Felipe Moré que no para de contar muertos. Pío, como le decían a Céspedes, tenía 31 años y una pequeña hija. No se le conocían antecedentes y tampoco está claro si los disparos los tenían como destinatario.

El crimen fue el tercero en la jornada del domingo en Rosario. Fuentes del caso indicaron que pasadas las 22 pasó una moto con tres ocupantes en Cerrillos al 4000, una callejuela rodeada de viviendas precarias, y dispararon contra una vivienda y las personas que había en la vereda. En el lugar levantaron 19 vainas servidas.

Céspedes recibió varios impactos y fue trasladado ya moribundo al Hospital Emergencias Clemente Álvarez (Heca). El médico de guardia dejó constancia de una fractura de tibia y peroné, impactos en un antebrazo, el pecho y piernas. El joven resistió hasta las 3 de la madrugada.

Cerca del lugar del hecho, personal policial observó la moto yendo a toda velocidad por calle Cisnero hacia el oeste, y en un momento uno de los ocupantes apuntó con el arma a los policías, pero la pistola cayó al suelo junto con una munición, indicaron las fuentes. El arma fue secuestrada.

La Honda CB 125 negra apareció tirada poco después en el pasaje 1821 al 6000, en la periferia del barrio Qom. No hubo detenidos. El rodado tenía pedido de secuestro por haber sido robado el 30 de septiembre en la autopista Rosario-Córdoba.

Este lunes pudo leerse en Facebook la despedida a Pío Céspedes, que era velado desde las 16 en una cochería de la zona oeste.

Hola, hermano/ Qué decirte, si creo que ya sabés cómo me siento/ Si desde principio de nuestra infancia somos amigos/ Desde primer grado, en la escuela Floriano Zapata/ Empezamos a ser grandes amigos/ Y siempre me brindaste tu gran amistad/ Todavía no puedo entender por qué te toco a vos/ Si vos no tenías ninguna maldad/ Por qué, si siempre fuiste una gran persona/ Un ejemplo a seguir/ Siempre luchaste por tener un pan arriba de tu mesa, todos los dias/ Siempre te esforzabas por ser una mejor persona todos los dias/ Gracias por tu hermosa amistad de tantos años, amigo/ Gracias por siempre brindarme la mejor amistad que una persona pueda tener/ (...) Volá alto, hermano.

La sensación es que en la Vía Honda, uno de los barrios más arrasados por la pobreza y la violencia callejera, la vida no vale nada. Los allanamientos, secuestros de armas de fuego y detenciones se suceden y la muerte sigue a la orden del día.

Al problema de la violencia letal, los vecinos agregan el estrago del consumo de cocaína fumada en pipa.

Una forma de consumo que deja a los usuarios –los llamados piperos, que van de adolescentes a adultos mayores– con la salud hecha añicos, harapientos, viviendo en ranchos a la vera de la vía, y subsistiendo a partir del robo de cables y bronce. El pegue del clorohidrato de cocaína cocinado con bicarbonato, dicen, es intenso pero breve. Y la abstiencia, feroz.

Horas antes de que mataran a Céspedes hubo otro tiroteo muy cerca, en Presidente Quintana y Avellaneda. Según se informó, los tiratiros pasaron en dos motos e hirieron a un hombre de 65 años, Mario, y a una mujer de 44. Estela, la mujer, sufrió impactos en las piernas y en un gluteo. Ambos fueron trasladados al Heca.

Un día antes, el sábado, la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) hizo una redada de 8 allanamientos que incluyó irrupciones en Valparaíso al 3700; Avellenada al 4700; Manantiales al 3700 y calle 1801 al 4100, en plena Vía Honda, entre otros puntos. Ya el 9 de noviembre había sido el turno de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), que detuvo a dos soldaditos que quedaron presos por un hecho de lesiones y abuso de arma.

“No puede perderse de vista que la zona es escenario de múltiples y violentos crímenes que se vieron incrementados en el último año, registrándose índices alarmantes de delitos contra la vida en la vía pública. Incluso, pudo detectarse en la investigación que ante una amenaza a uno de los miembros de la banda comenzaron a armarse y prepararse para un posible ataque lo que motivó la realización de las medidas para evitar un mayor escenario de violencia en la zona”, señaló el informe de la PSA, fuerza federal que actuó a solicitud del fiscal Javier Arzubi Calvo.

El operativo fue, sobre todo, un golpe económico a un grupo de transeros que encabeza, según la investigación, L. S. alias El Rey y su pareja S. M. apodada La Reina. La PSA incautó casi tres millones de pesos. Cinco personas quedaron detenidas y serán indagadas el martes. Sin embargo, la violencia estalló por los aires al día siguiente.