Es difícil encontrar un punto saliente en el discurso de dos horas y media del gobernador Omar Perotti a las cámaras legislativas. A veces el tono, las reacciones, la repercusión en los medios y en las redes, son datos nimios, que dicen poco; y otras veces trasmiten con bastante fidelidad el grado de entusiasmo y las expectativas que genera una gestión. Dos horas y media de enumeraciones, donde cada aspecto de una gestión provincial es contado de forma medible y cuantificable, sin picos, en un tono plano que impide distinguir la asignación de jerarquías que ese gobierno seguramente tiene, pero que una vez más ayer tuvo dificultades para transmitir. No hubo mojones en el discurso, ni interrupciones con aplausos -la virtualidad no ayuda, es cierto- por fuera del momento en que hizo referencia y deseó la recuperación al ex gobernador Miguel Lifschitz.

Si es por asignación de tiempo, no es un secreto que la pasión del gobernador es el mundo productivo, sus detalles y la fascinación que le producen los logros del mundo empresario. Invirtió gran cantidad de minutos al desenvolvimiento productivo durante la pandemia y el apoyo del Estado como gestor de financiamiento o para subsidiar. El eje ineludible pasó por la pandemia y las acciones que el gobierno hizo en estos 13 meses de convivencia con el covid-19. Otra vez, eligió enumerar y cuantificar -burbujas aisladas, aulas, escuelas, porcentaje de circulación, camas- y evitó posicionamientos políticos como los que animan el gobernador de Buenos Aires y el jefe de Gobierno de CABA.

Merecen un párrafo las repetidas referencias al gobierno nacional en las enumeraciones que hizo Perotti. Dos cosas parecen que están claras: el alineamiento en bloque del gobierno provincial con Casa Rosada –nótese que a pesar de la sinergia entre Perotti y Schiaretti, éste último juega en un constante acercarse y distanciarse–, y la correspondencia del presidente Alberto Fernández con recursos, obras y proyectos para la provincia. Prácticamente en todas las áreas de gestión que repasó el gobernador, Nación tiene un aporte o es el financiador. Probablemente ese sea suficiente motivo para que el gobernador haya creído conveniente no hacer mención alguna –ni siquiera título informativo– sobre la multimillonaria deuda por coparticipación que el Estado federal tiene que pagarle a Santa Fe.

Hay otros dos temas que por estos días se definen a nivel nacional y son de crucial relevancia para Santa Fe, que el gobernador trató con pie de plomo. Sobre la hidrovía fue cauteloso y no avanzó en definiciones que no terminan de estar claras a nivel nacional, más allá del rol formal que la nueva etapa tiene reservada para las provincias, y en especial para la nuestra.

El otro es la omisión total al futuro de la ley de biocombustibles que caduca el 12 de mayo próximo. El asunto es hoy motivo de una dura compulsa de intereses económicos y políticos, y Santa Fe como Córdoba estuvieron jugando hasta aquí en un equipo que de pronto corre riesgo de perder el partido. No sólo eso, el nuevo régimen de biocombustibles que los diputados del kirchnerismo consensuaron en la Cámara de Diputados con legisladores de provincias petroleras, con un segmento de fabricantes de biodiesel y con las provincias de Tucumán y Jujuy que producen bioetanol en base a la caña de azúcar, podría obtener dictamen esta semana y tratarse antes del 12.



Si es así, y ese proyecto avalado y supervisado por Máximo Kirchner llega a la Cámara de Senadores, es improbable que Cristina Fernández permita que se insista con la prórroga de la ley actual. Este tablero es el que está mirando Perotti, que además tiene un senador que le responde directamente y aunque su preferencia no sea esa ley no tiene el más mínimo margen para desmarcarse del proyecto firmado por los diputados santafesinos Marcos Cleri, Alejandra Obeid y Germán Martínez. Otro tanto le ocurre a la senadora María de los Ángeles Sacnun, que impulsó la prórroga pero reporta al Instituto Patria.

Si alguna expectativa generaba esta apertura de sesiones ordinarias era el tono y los mensajes que dejaría el gobernador a la Legislatura, tras un año y medio de confrontación abierta entre Poder Ejecutivo-Legislatura.

En ese sentido no hubo nada explícito, pero sí un mensaje que bajó un par de cambios. Todo resultó más relajado y, al menos en lo formal, cordial. Hay ahí un primer gesto de parte del gobernador de no seguir tirando combustible a las llamas y que va en línea con sus intentos por arrimar posiciones con algunos senadores y que hasta ahora no dieron resultado.

Las declaraciones del ministro de Gobierno Roberto Sukerman días atrás, cuando dijo que algunos senadores se creen “jeques a los que hay que pedirles permiso para entrar a sus departamentos”, hizo creer que Perotti retornaba a la línea dura que ensayó con el exministro Sain durante el primer año de gestión. Falsa alarma, fue un mojón más en un proceso de negociación, como lo refleja la elección de las autoridades de la Cámara de Senadores el jueves pasado: la composición será la misma, tan ajena a los intereses del Poder Ejecutivo como lo fue hasta ahora.

Para no convalidar ese acuerdo de gobernanza de la Cámara alta entre el bloque Juan Domingo Perón y el interbloque radical, el gobernador ordenó al bloque Lealtad abstenerse a la hora de la votación. Ese bloque, que inicialmente eran cuatro bancas, formalizó en esa misma sesión la incorporación de Cristina Berra y Eduardo Rosconi, los dos “sueltos” que no estaban ni de un lado ni del otro del mostrador peronista.

Sin embargo, en la primera votación Berra lo hizo distinto de sus flamantes compañeros de bloque: mientras éstos se abstuvieron para no “convalidar” –incluso no acompañaron al presidente provisional Rubén Pirola que esa misma tarde estuvo reunido 40 minutos con el gobernador Perotti–, la representante de San Martín y única senadora de la provincia respaldó la elección de autoridades y la conformación de comisiones. De hecho ella misma volverá a ocupar la vicepresidencia segunda, gracias a que su nombre una vez más fue propuesto por el senador Armando Traferri.



Terminado el discurso, la vicegobernadora Rodenas consiguió un momento relajado y cordial en la presidencia de la Cámara alta entre Perotti, los ministros que lo habían acompañado y los senadores. Una instancia que no debería significar demasiado si no fuera por la historia reciente de no diálogo y el infierno que hasta aquí transitó esa relación Ejecutivo-Senado.

El gobernador le pidió la Legislatura la aprobación de los proyectos de Conectividad y Seguridad. Los primeros están en la Cámara de Diputados. El problema existe, es real, y no lo descubrió este gobierno, pero es cierto que las dificultades se expresaron en toda su crudeza con la pandemia. De hecho, la conectividad se convirtió en el proyecto estrella de esta administración con la llegada del virus y no en la campaña electoral previa.

Más allá de tener el ofrecimiento de un crédito muy conveniente, como resaltó Perotti, el gobierno también necesita cambiar el clima político con la Cámara de Diputados si pretende que el proyecto avance. En primer lugar debe explicar las dudas razonables que existen. Dar por hecho que se necesitan comprar e instalar 4 mil kilómetros de fibra óptica en nombre del Estado para duplicar o triplicar redes donde ya hay privados y cooperativos que lo hicieron, es para debatirlo. ¿No es mejor usar ese dinero para lograr que la prestación del servicio sea más accesible? Hay lugares de la provincia, no muchos, que no están alcanzados por fibra óptica; pero hay muchísimos más donde la infraestructura llega. En esos casos el problema es que el precio es inaccesible para pequeños operadores de internet y a la vez para empresas y particulares.

Todo esto el gobierno necesita explicarlo. Y despejar dudas: ¿quién gestionará esas redes, quién las reparará, podrá competir con los privados en las troncales o también en la última milla, subsidiará tarifas? Es al menos poco usual que un mismo proyecto de ley meta en la misma bolsa millones de dólares para tirar fibra óptica, para construir jardines de infantes y para formación profesional.

Así como Diputados tiene que empezar a tratar el proyecto de Conectividad a partir de aquí, el gobierno necesita entender que ya desperdició demasiado tiempo y que debe asumir que quienes se sientan en las bancas fueron elegidos y elegidas por el voto popular. La democracia exige capacidad de negociación y de ceder y pedir que cedan. Sin ese paso la relación Ejecutivo-Legislatura se vuelve cada vez más cuesta arriba y la gestión consume tiempo precioso para sus propios intereses y para los de la provincia.

Con respecto a los proyectos de seguridad, Perotti hizo una ratificación de principios en el sentido de “seguir con la tarea de cortar los vínculos con el delito” aunque ya sin el tono cargado e imputativo que hizo en anteriores ocasiones. Mencionó que no hay “vista gorda” para nadie, lo que podría leerse como un mensaje al senador Traferri en el sentido de que el gobierno no hará nada para aliviar las investigaciones en su contra. No se sabe si eso es lo que piden Traferri y sus senadores, lo que sí esperan es que la salida de Sain haya significado que el Ejecutivo cesará –están convencidos de que fue así– en instigar el desafuero, imputación y eventual detención del senador.



Quien quiera saber cómo sigue esta novela política de alto voltaje, debe mirar la suerte que correrán en las próximas semanas los vetos que el gobernador hizo a las leyes conocidas como anti-Sain. 

Cuando Perotti pide de nuevo por las leyes de seguridad sabe que haberse desprendido de Marcelo Sain y su picantez le da una oportunidad de volver a empezar. También sabe que inmolar la gestión de Seguridad por defender la letra chica de los proyectos de Sain ya no tiene sentido. No sólo Sain no está más en el gabinete, sino que probablemente Perotti ya no esté en el gobierno si se tiene en cuenta que muchas de esas reformas suponen un tiempo de instrumentación que no son de un día para el otro.

Un día radical

La elección de autoridades de la convención radical fue un discreto mix de nostalgia, cierta autocrítica y proyección futura. Los discursos de Raúl Alfonsín de la campaña de 1983 dosificados con una emotiva melodía de fondo, intentaron recrear una mística que se añora pero ya no existe. Llamó la atención el rescate una perla discursiva del ex presidente en la campaña de 1995, en la que la UCR no llegaría al 17%. Palabras de profundo contenido político y doctrinario que pocos radicales en ese entonces estaban dispuestos a abrazar, agobiados por el amargo final de la primavera alfonsinista y el reciente Pacto de Olivos.

El presidente del partido, Carlos Fascendini, puso en escena una autocrítica que están experimentando algunos sectores de la UCR por haberse distanciado de las políticas nacionales y concentrarse en el proyecto que gobernaba Santa Fe. Algo parecido dijo el senador Felipe Michlig días atrás: “Como gobierno, en el Frente Progresista desaprovechamos la relación con el gobierno nacional para tener más obras y recursos”.

No es la mirada que todos tienen en la UCR, pero quizás sea mayoritaria. Bienvenido el debate en un partido que vive lamiéndose las heridas, ya sea porque estuvo donde no tenía que estar o, en este caso, porque no estuvo donde ahora le parece que podría haber estado pero eligió otra cosa.

La asunción del senador Lisandro Enrico como presidente de la Convención radical es la punta de una renovación que el partido ensaya. Enrico no es esa renovación, pero se muestra abierto a incorporar una agenda más amplia en la que la UCR, al menos en la discusión pública, perdió protagonismo con respecto al socialismo y el peronismo.



El hecho de que la vicepresidenta sea Paula Mascheroni, referente del Foro de Mujeres Radicales, con activo protagonismo en leyes como la de aborto y paridad de género entre otras, y que hayan sido propuestas mujeres para ocupar el 70% de los cargos de la mesa de conducción es un hito que se pone a tono con la paridad que logró el PJ y la presidencia del socialismo para Mónica Fein.

Hay una voluntad –todo a su tiempo– de renovar la mirada partidaria sobre medioambiente, juventudes, género y diversidad sexual. Hay casos donde es necesario empezar por limar las aristas discursivas para no meter la pata. Chistes como “ahora los hombres vamos a reclamar paridad porque son más las mujeres”, no da. “Aceptar” y “tolerar” a quienes tienen otra preferencia sexual tampoco. Aceptar y tolerar son verbos que no suponen relaciones de iguales; suponen que alguien se guarda para sí la decisión de hacerlo o no. 

El radicalismo santafesino, al igual que el peronismo, logró la unidad en la diversidad, a pesar de que le ganaron de mano con el eslogan. Ahora se debate entre el deseo de volver a fundirse en las entrañas del partido nacional que siempre fue, y la realidad provincial que lo muestra necesitado de alianzas que no siempre van en ese sentido. Todo está en pausa ahora, porque el hombre que por peso propio condiciona todo ese escenario, pelea contra la muerte en una sala de terapia intensiva.