A medida que las personas envejecen, la actividad física puede reducir el riesgo de deterioro cognitivo y demencia, según lo demuestran diversos estudios. Una nueva investigación demostró que aquellas personas que habitualmente caminan, cultivan un huerto, nadan o bailan pueden tener cerebros más grandes que quienes permanecen inactivos.

El trabajo fue presentado en la 72ª Reunión Anual de la Academia Americana de Neurología en Toronto, y los resultados muestran que realizar actividad física con frecuencia equivale a cuatro años menos de envejecimiento cerebral.

Para eso, el estudio utilizó imágenes de resonancia magnética (IRM) con los que se midió los cerebros de personas con un rango de niveles de actividad, incluidos aquellos que estaban inactivos con aquellos que eran muy activos. Los escaneos mostraron que las personas menos activas tenían un volumen cerebral más pequeño, según publicó Europa Press.

"Estos resultados son emocionantes, ya que sugieren que las personas pueden prevenir potencialmente el encogimiento cerebral y los efectos del envejecimiento en el cerebro simplemente al volverse más activos", explicó el autor del estudio, Yian Gu, de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y un miembro de la Academia Americana de Neurología.

En el trabajo participaron 1.557 personas con una edad promedio de 75 años. Ninguno tenía demencia, pero 296 personas tenían un deterioro cognitivo leve y el 28% tenía el gen APOE que está relacionado con un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer. A los participantes se les realizaron exámenes físicos, pruebas de pensamiento y memoria, y se les preguntó sobre sus tareas diarias y otras actividades físicas.

Tras estas pruebas, se determinó que el tamaño promedio del cerebro para aquellos que estaban inactivos fue de 871 centímetros cúbicos, en comparación con 883 centímetros cúbicos para aquellos que eran más activos, una diferencia de 12 centímetros cúbicos, o 1,4%, o el equivalente a casi cuatro años de envejecimiento cerebral.

“Mover el cuerpo con mayor frecuencia a lo largo de la vida puede proteger contra la pérdida de volumen cerebral”, concluyeron los investigadores.