La jueza Valeria Pedrana dictó prisión preventiva para Julio Alberto Ramírez, un hombre de 40 años oriundo de la localidad santafesina de Villa Ocampo que el mes pasado mató a su pareja en una pensión de barrio Parque Casado, en la zona sudoeste de Rosario, escondió el cuerpo e intentó seguir con su vida.

El 10 de octubre, ya sin excusas frente a las preguntas de los familiares de la víctima, sobre la que existía un pedido de paradero, se entregó a la policía en González Catán, provincia de Buenos Aires, y confesó el crimen.

Ya en Rosario, el fiscal Ademar Bianchini lo imputó este viernes por el homicidio calificado por el vínculo (femicidio) de Laura Benítez, que tenía 42 años y era oriunda de Villa Ana, comuna del norte de Santa Fe, distante 30 minutos de Villa Ocampo.

Facebook: Laura Benítez.

El crimen fue cometido –según la hipótesis de la fiscal sustentada en los dichos del imputado– el 20 de septiembre en la pensión de Lisboa al 2900, donde convivía la pareja cuando estaba en Rosario.

“Mediante un golpe en la parte frontal del cráneo y otros mecanismos lesivos –aún indeterminados dado el estado del cuerpo al momento de su hallazgo– le causó la muerte y colocó el cuerpo a un costado de la habitación, lo cubrió con cemento seco sin preparar y lo tapó en un pequeño ropero”, dijo el funcionario del Ministerio Público de la Acusación.

El horror se descubrió el 11 de octubre, luego de que el propio Ramírez se presentara en una comisaría de González Catán, en La Matanza, confesó el crimen y aportó detalles.

Previo a esa presentación espontánea, familiares de Laura viajaron desde Buenos Aires hasta Rosario para denunciar en una la comisaría 14ª la desaparición e imposibilidad de comunicarse con la mujer.

También compartieron sus fotos en redes sociales y manifestaron su preocupación con algunos medios de prensa. Contaron que Laura tenía tres hijos, dos varones y una joven, de 18, 24 y 25 años, vivía en Rosario cuatro años y actualmente hacía cursos de terapias alternativas.

Conocida la confesión de Ramírez, el fiscal Bianchini dispuso una custodia policial en la puerta de la habitación donde supuestamente había ocurrido el femicidio. Horas después, cuando llegó el gabinete criminalístico, se encontró el cadáver de la víctima en un avanzado estado de descomposición, ya que hacía 20 días aproximadamente que estaba en el lugar.

Varios vecinos indicaron que Ramírez vivía en ese lugar, pero que hacía “15 o 20 días” que había dejado de ir. “No era de ausentarse, acá venía todos los días”, dijo a El Tres el hermano del dueño de la pensión, que además vive al lado pegado al edificio.

Testimonios incorporados al legajo penal que se conocieron con la imputación dieron cuenta de que Ramírez solía ser “muy violento”, pero no tenía antecedentes.

Según testigos, Ramírez vivía de changas. Algunas personas que lo frecuentaron indicaron que solía ganarse unos pesos en terminal limpiando baños, y que también hacía ingresos extra por transportar verduras con una carreta desde el Mercado de Productores de 27 de Febrero y San Nicolás hasta los fletes que trasladan la mercadería hasta los comercios de la ciudad.

Algunos allegados añadieron que algunos fines de semana ejercía de árbitro de fútbol amateur, por lo que percibía otra entrada de dinero.