En tiempos de crisis energética y aumento de las tarifas de los servicios, el proyecto para que las viviendas tengan una etiqueta que avise la eficiencia de consumo de esos recursos, como ocurre por ejemplo al comprar un electrodoméstico, recobró interés en el sector de la construcción.

El plan a nivel nacional, que ya tiene como antecedente una ley aprobada en Santa Fe pero aún no implementada, busca fijar cuánto costará en términos económicos la energía que demande ese hogar para un eventual interesado en alquilar o comprar.

“La etiqueta de eficiencia energética lo que transparenta para la persona que compre o alquile es cuánta energía va a gastar, a través de un valor que se denomina Índice de Prestación Energética (IPE). El IPE es la cantidad de energía que va a consumir esa vivienda en un año por metro cuadrado de superficie, para mantenerla a un determinado nivel de confort, con iluminación y sistema sanitario caliente”, explicó Francisco Pedrazzi a la revista especializada Ahora Vivienda.

Pedrazzi es miembro del Instituto de la Construcción en Seco (Incose), institución que junto a la Argentina Green Building Council (AGBC) y la Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes (Andima) trabaja con la Secretaría de Energía de la Nación la implementación de la Etiqueta para vivienda.

Ya realizaron una prueba piloto en diferentes regiones de la Argentina y clasificaron a más de 1.357 viviendas, distribuidas entre las provincias de Salta, Tucumán, Mendoza, Santa Fe, las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Bariloche y las zonas de Alto Valle y la costa argentina. 

Los cuadros elaborados por esas pruebas pilotos y reproducidos en el citado informe reflejan la escasa eficiencia energética en Rosario y la región con apenas 30 espacios con categoría A (máxima eficiencia) y 215 en E o 270 en F.

“Los valores del índice IPE obtenidos de las viviendas analizadas en la prueba piloto dejan de manifiesto que el parque edilicio no llega a los niveles requeridos de eficiencia energética y, además, consumen más energía de la que corresponde. Este bajo nivel se debe principalmente, a la falta o escasez de aislación térmica eficiente en muros y techos y por instalaciones y artefactos poco eficientes energéticamente”, señalaron desde las tres entidades. 

“Los resultados en Rosario dan levemente mejor clasificadas a las viviendas en comparación con algunas ciudades de la Región Centro del país, que son con las que nos podemos comparar por clima", aseguró Roque Stagnitta, ingeniero electrónico y doctor en Ingeniería por la UNR. 

"Algunos puntos a favor en viviendas nuevas por el trabajo que se viene llevando adelante en la provincia de Santa Fe con la sanción de la Ley de Etiquetado (que falta reglamentar) y en la ciudad de Rosario con la ordenanza especifica de Aspectos Higrotérmicos y Demanda Energética de las Construcciones que obliga a los constructores a construir con mínimos permitidos en eficiencia de la vivienda”, agregó Stagnitta, que trabajó como asesor de la Secretaría de Estado de la Energía de Santa Fe.

La ley santafesina 13.903 de Etiquetado de Eficiencia Energética de Inmuebles Destinados a Vivienda fue aprobada en 2019 y tiene el "fin de clasificar dichos inmuebles según su grado de eficiencia en el consumo global de energía primaria". 

Una de las claves de esa norma, aún no implementada por el gobierno de Omar Perotti, es que establece un cambio en la ejecución de las viviendas sociales.

“El Estado Provincial implementará estándares mínimos de eficiencia energética en todos los planes de vivienda que sean desarrollados con presupuesto propio. El Poder Ejecutivo fijará dichos estándares mínimos de manera gradual y progresiva comprometiéndose a lograr como mínimo la clase de eficiencia energética C para todas las viviendas que sean ejecutadas a partir del año 2027”, dice la norma.

Algunas claves para la eficiencia

 

“Al momento de proyectar una vivienda, el profesional puede ver si va a usar vidrio simple o doble y con un simple clic saber cuánto le varía IPE, o cuánto si coloca una persiana en una abertura que da hacia el norte. Todas esas modificaciones que puede ir haciendo van a cambiar la etiqueta de la vivienda”, señaló Pedrazzi.

“Claro que siempre es más fácil trabajar sobre las viviendas que se van a construir, pero las propiedades ya construidas con baja clasificación pueden modificar su condición con una estrategia de mejoras. Por ejemplo, si dio G en la clasificación, se puede poner aberturas de PVC con vidriado doble y subir un valor; o colocar un calefón solar, paneles fotovoltaicos y mejorar la envolvente con aislamiento térmico del lado exterior y así mejorar el IPE y, por ende la performance general de la vivienda”, sigue el ingeniero.

Por su parte, Stagnitta cree que con algunos cuidados previos a construir o proyectar mejora la etiqueta de una vivienda que está por construirse. “Muchas veces con la orientación en el momento de proyectar por parte del profesional y cuidando algunos puntos como las aberturas, la utilización de persianas mejora notablemente la eficiencia. Si a eso le sumamos un aislamiento de muros y techo, la utilización de algunas soluciones de energía renovables esa vivienda seguramente estará ubicada en los primeros lugares de la etiqueta”, analizó el profesional.