La gran estrella de la gimnasia norteamericana, Simone Biles, se retiró de los Juegos Olímpicos de Tokio en la final femenina por equipos en esa disciplina. Luego de la incertidumbre que se apoderó del mundo olímpico, la atleta confirmó que padece problemas psicológicos: “No puedo subir ahí”, dijo.

Sus palabras resonaron en todo el planeta y volvieron a poner en escena las presiones a las que están sometidas estas jóvenes deportistas: “Desde que entro a escena estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza. Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar”, expresó.

Finalmente, Rusia ganó la medalla de oro y Estados Unidos, campeona en 2012 y 2016, gracias a Biles, terminó segunda.

"Ustedes dieron el paso al frente cuando yo no pude", escribió la gimnasta elogiando a sus compañeras que ganaron la medalla de plata (@simonebiles).

Tras su participación desapareció del gimnasio: “No podía seguir. No estaba lesionada. Bueno, sí, se me había lesionado el orgullo”.

Biles volvió unos minutos más tarde, mientras sus compañeras seguían compitiendo. En un comunicado de la delegación anuncian que por “razones médicas” no continuaría.

El domingo, en la prueba clasificatoria, Biles había cometido errores inusuales en ella, poco habituales para alguien que sumó cuatro medallas de oro en Río de Janeiro hace cinco años.

El lunes, antes de las finales, Biles escribió en su Instagram: “Muchas veces siento de verdad como si cargara sobre mis hombros el peso del mundo. Sí, ya sé, hago como si nada y hasta parece que la presión no me afecta, pero, a veces, es demasiado difícil”.

"A veces siento el peso del mundo en mis espaldas", había escrito este lunes (@simonebiles).

Cuando después de Río 2016 estalló el escándalo de Larry Nassar, el médico del equipo de gimnasia de Estados Unidos condenado por abusar sexualmente de cientos de gimnastas niñas; Simone Biles asumió el liderazgo en la lucha contra toda injusticia, contra los abusos sexuales, contra la discriminación racial y trató de todas las gimnastas perdieran el miedo a hablar.

Biles se trasnsformó en una de las mejores gimnastas de la historia y una referencia para todas las mujeres negras.

A Tokio llegaba como lo que es, una gran estrella: “Tenemos que proteger nuestros cuerpos y nuestras mentes y no hacer siempre lo que el mundo quiere que hagamos”.

Y cerró: “Creo que el problema de la salud mental es más prevalente ahora que nunca en el deporte”.

Sus palabras se enlazan con las de la gran estrella japonesa, la tenista Naomi Osaka, que meses después de retirarse de Roland Garros y hablar, por primera vez, del gran tabú de la salud mental, y de sus preocupaciones, aceptó ser la deportista que encendiera el pebetero con la antorcha en la inauguración de los Juegos.

Biles se retiró y Osaka quedó eliminada del torneo olímpico. Las dos el mismo día. La japonesa también volvió a hablar del demonio de la presión.