Periodista y escritoria, Luciana Peker tiene más de 20 años de oficio y aún más de lecturas. Hace poco pasó por Rosario donde conversó con Felipe Pigna en un cruce entre Historia y feminismo. Ya lo hizo también con otro varón, Darío Sztajnszrajber, con la filosofía. Y en la charla con el Club de Lectura destacó esa posibilidad de ocupar el protagonimo en diálogos con las masculinidades y compartir así algo que hasta hace muy poco parecía propiedad exclusiva suya: el lugar de la voz autorizada.

Por eso, Peker conmina a disputar escenarios y a leer mujeres, abrirse a otros timbres, tonos y plumas, cosa que a veces puede ser desafiante incluso para las propias mujeres formadas en una tradición masculina.

Su biblia, por ejemplo, es Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, al que procura homenajear en cada palabra que escribe “intentando generar una narrativa parecida en el sentido que no haya puntos perdidos”.

A continuación, algunas partes destacadas de la entrevista que podés ver entera más arriba en el video o escuchar completa en el podcast acá.

–¿Conocer la vida de los autores varones, sobre todo si tienen historial de violencia, cambia tu forma de leerlos? ¿Cómo te llevás con “la cancelación”?

 

–Si hay un libro que recomiendo fervientemente sobre el tema de la cancelación es Ofendiditos de Lucía Lijtmaer, que es el gran boom de la literatura española ahora con Cauterio.

Ofendidito es un libro chiquito de Anagrama que trata la cancelación. Hizo una nota en El país sobre este tema en el que también me cita, cosa que le agradezco mucho a las autoras españolas, que hay un gran reconocimiento. Pero (Lijtmaer) no es solamente española porque nació en Argentina: su papá y su mamá son de Rosario, se fueron exiliados a España así que me río porque me la auto reivindico argentina y su familia sigue viviendo en Santa Fe, así que la próxima Feria del Libro Rosario tienen que llevar a Lucía Lijtmaer sin duda.

Y con el tema de la cancelación... me parece que hay una cosa de cancelar a todos, ¿no? No, no necesito no leer a nadie, no. No es que me sorprende que la cultura sea machista, por supuesto sí hay niveles más graves que otros. Tampoco hay que decir nada se cancela. Acá lo que sí me parece que pasó en la literatura, en la cultura y en la vida real es asimilar todas las situaciones del mismo modo. Hay niveles de machismo que vos ves una película, leés un libro y son bastante obvios, nos da risa más ahora que antes. Pero por supuesto, no vamos a cancelar a todo el mundo. Tampoco vamos a opinar igual que todo el mundo. Con las mujeres también, hay autoras que son maravillosas y que no opino igual que ellas y para nada las cancelaría, o las dejaría de leer como no dejaría de leer varones.

Hay permitidos. Yo creo que hay una hegemonía cultural en los varones de izquierda, de los 70, todo bien, pero nosotros somos los protagonistas y bueno, una tiene sus permitidos, como (Eduardo) Galeano, no me lo toquen porque bueno... Y un homenaje a Vicente Zito Lema que acaba de fallecer y que fue el primero con el que hice un taller literario. Estaba todavía en el secundario y escribí en la primera (revista) "Fin de siglo", por supuesto varón brillante, machista como todos los de izquierda, ¿no? Ahora, el “como todos”, también tiene excepciones si realmente hay situaciones de violación y no digo en la ficción, por supuesto en la ficción entra lo que quieran.

Ceo que vale la interpelación que estamos haciendo las mujeres en la cultura. Si no, no sé qué quieren: ¿que haya machismo y que nos quedemos muditas? No, la interpelación es válida y sí, hay una defraudación en lo personal. Yo me siento defraudada por los varones progresistas, por la mayoría de los escritores que dicen que se la bancan, que tienen huevos, que esto, que lo otro, pero no han soportado la interpelación de las mujeres. Si la interpelación no es nociva y la verdad que en la Argentina no hay grandes costos, salvo en situaciones graves. En situaciones graves, y no estoy hablando de la literatura, pero sí, claramente de casos de violencia, sexual o de violencia de género muy graves... a mí no me interesa verlos y sí me interesa que haya una condena social y cultural.

Tampoco creo que hay una posición única en relación a sus obras porque no creo en una posición única, pero sí creo por supuesto en una sanción y cultural en casos graves.

Ahora, no todo es grave porque sí existió también un boom que ha sido muy contraproducente de mujeres interpelando a los varones por situaciones de otra gradualidad. Si todo es abuso, nada es abuso. Y eso ha pasado en la cultura argentina. A mí me ha pasado de “¿y este varón? ¿y este varón con el que te sacaste la foto? ¿y este varón con el que hiciste tal cosa?”. No es que era todo lo mismo, no es que estaba todo bien, pero si hacemos una ley o un protocolo de violencia de género, vemos diferentes gradualidades. Entonces, creo que no hay que ser complacientes con situaciones muy graves y creo que hay que buscar otras herramientas de interpelación con otras situaciones de otra entidad.

–Conseguido el aborto legal, ¿cuál es la próxima revolución para el feminismo? ¿O cuál es hoy?

 

–Me parece que está buenísimo, como me pasó con Darío Sztajnszrajber, ver a mujeres y varones conversando, porque la cultura fue patrimonio de la voz masculino y especialmente en la oralidad, que es un modo de cultura oral. Hay un patrimonio de los varones en ser los que hablan y ser la voz autorizada.

Creo que en eso es importante que después del auge del 2018, más allá del logro del aborto legal, pero en un auge del feminismo, las mujeres no nos repleguemos y apoyemos también escucharnos entre nosotras, porque la gran pelea cultural fue que la voz autorizada, tanto en el timbre de voz como en la pluma, no sean solo los varones, sino mujeres y diversidades. Ahí creo que también es importante que los varones se lo banquen, que compartan el espacio y que las mujeres se banquen también escuchar, leer y poder aprender con otras mujeres. Ha sido un proceso mucho más democrático en la cultura, de abrir espacios a muchas, pero que requiere también que sigamos.

Los hashtags #sigamos es una campaña que estoy proponiendo para que justamente podamos seguir avanzando.

En términos legislativos, el gran logro pendiente sería una buena ley de políticas de cuidado que es difícil que salga, estamos en un momento muy complicado política y económicamente de la Argentina, en lo económico, en lo presupuestario, en el nivel también de organización social de las mujeres. Pero además estamos justamente ante un escenario de revancha, entonces cuidar lo logrado y seguir avanzando para poder lograr más cosas.

–¿Por qué te parece que cuesta tanto todavía pensar a la mujer como sujeto deseante y no como objeto de deseo?

 

–Hay una autora que salió entrevistada en el diario El País que la verdad me interesó mucho lo que dijo y fíjense cómo lo venimos diciendo nosotras desde hace tanto tiempo en Argentina el tema del deseo. Es una filósofa que justamente habla que hay que romper la jerarquía sexual en el deseo porque esa jerarquía sexual en el deseo es la que hace que las mujeres seamos sumisas frente al deseo, objeto de deseo y no deseantes.

A mí lo que me interesa es ver cómo esto lo veníamos diciendo desde el sur, ¿no? Y entonces ahí hay una posición narrativa de América Latina. En lo personal Putita golosa, por un feminismo del goce, Sexteame, el sexo y el amor en la era de las mujeres deseantes y ahí hay una postura que es súper rupturista y que además reivindica no solamente ya la narrativa femenina, feminista y diversa, sino también la narrativa desde el sur que implica una ruptura del deseo.

Yo creo que los varones no soportan que las mujeres escribamos y que escribamos ese lugar de deseo y por supuesto eso todo el tiempo lo podemos ver plasmado en las revistas que antes se llamaban del corazón, ahora serían los portales de chismes. Veía una entrevista con Camila Homs, la ex esposa de Rodrigo De Paul, que lo que dice es que ella buscó el Instagram del chabón que le gustaba en el edificio. Entonces, también es dialogar ya no solamente con sectores de élite, que es otra de las diferencias, me parece, de esta etapa narrativa, sino dialogar con lo que está pasando realmente en la vida.

Esta filósofa se llama Amia Srinivasane que dice que “hay que crear una cultura sexual que desestabilice la jerarquía el deseo”. Es una de las cosas que podemos decir filosóficamente, pero después agarramos el programa de chisme para ver qué pasa con el mundo alrededor de los jugadores de la selección y aparece lo mismo.

–¿Qué estás leyendo ahora?

 

–Sí, tengo un montón de libros. Leí Todos los hombres son iguales, de Sergio Olguín con el que también compartí una una feria del libro en Tierra del Fuego, que me encantó. Estoy leyendo un libro de una española que me encanta, que es una revelación Luna Miguel, Leer mata. Cauterio, de Lucía Lijtmaer. Estoy leyendo otro de amor de una mexicana alucinante. Y por supuesto releyendo a Silvia Federici (Calibán y la bruja) y a Mona Chollet (Brujas: la potencia indómita de las mujeres).