Apenas comenzado el diálogo aclara que “ No hay nada de más de 45 segundos a lo que alguien le pueda prestar atención”. De ahí en más, la charla se sucede con cierto desorden y discontinuidad a los que define como síntomas de una época en la que es imposible mantener una narrativa lineal. Contó qué vino a hacer a Rosario, por qué piensa cambiar de colores de equipo de fútbol y también que cuando va a un restaurante pide el password antes que la comida.

A continuación, algunos fragmentos de una charla en la que se habla de las identidades, las etiquetas y también de su nuevo trabajo: un pericón de solo hombres bailando frente a la reproducción de la Casa de Tucumán que hizo Rodriguez Saá.

Atención efímera

Dislexia narrativa

Almas gemelas

Ironía y dolor